¡®Pop art¡¯ aplanado
La muestra 'Mitos del pop' elude manifestaciones que dieron profundidad y sentido al fen¨®meno
Richard Hamilton, en una carta dirigida a los arquitectos Alison y Peter Smithson, escribi¨® que el pop art es ¡°un buen negocio¡±. Esperemos que esta frase, que aparece estampada al inicio de la muestra, se haga realidad y que el Museo Thyssen termine por hacer un buen negocio con esta exposici¨®n que parece particularmente pensada para atraer turistas veraniegos hacia un depauperado Madrid. Para conseguirlo no ha dudado en presentar un gran n¨²mero de cuadros que proceden de todos los museos importantes del mundo, cubriendo una amplia oferta, como si la cantidad y la variedad fueran sustitutas de la excelencia o del rigor te¨®rico.
Ciertamente, este negocio del pop ha generado tambi¨¦n, desde finales de los a?os cincuenta, una enorme cantidad de textos, ensayos, libros, exposiciones y otros modos de difusi¨®n que han hecho que las im¨¢genes de algunos de los cuadros que aqu¨ª se muestran se hayan convertido en iconos m¨ªticos y que parezca que todo lo concerniente a este movimiento ha sido ya estudiado y publicado, pero a¨²n queda mucha tarea que realizar desde el punto de vista de la historiograf¨ªa, particularmente, la de desmontar los falsos mitos, cosa que esta exposici¨®n no se ha atrevido a hacer.
Durante los a?os sesenta la cultura pop inund¨® todos los ¨¢mbitos de la vida, incluido el arte, no es, por tanto, extra?o que im¨¢genes de los media o elementos publicitarios est¨¦n tambi¨¦n presentes en obras de otros artistas que no compartieron el ideario consumista de los aut¨¦nticos pop. Sin embargo, esta exposici¨®n presenta una idea expandida de pop, abusando de las seudomorfosis y de las falsas similitudes. En vez de hacer el ejercicio de diferenciar y categorizar, lo que aqu¨ª se ha hecho es meter a artistas de diferente pelaje en un mismo saco, como si todos los que trabajaron en aquella d¨¦cada prodigiosa fueran necesariamente pop. Esto ha conducido a que pintores de obra compleja y h¨¢lito te¨®rico, como Gerhard Richter o Sigmar Polke, aparezcan aqu¨ª aplanados, convertidos en mera imagen consumista.
Premeditadamente se ha prescindido de presentar las obras en sucesiones cronol¨®gicas o agrupadas por pa¨ªses, intentando extender el fen¨®meno pop m¨¢s all¨¢ del Reino Unido y Estados Unidos, a Francia, Alemania, Italia y Espa?a, lo cual resulta muy acertado, pero para poder hacer con ecuanimidad este ejercicio hubiera sido necesario disponer de muchas m¨¢s obras y de m¨¢s espacio expositivo, ya que si no siempre se detectar¨¢ la ausencia de alg¨²n autor que puede ser considerado importante, para m¨ª resulta inconcebible que no est¨¦n presentes, por ejemplo, los franceses Martial Raysse y Robert Malaval.
La opci¨®n elegida para mostrar el pop art ha sido la agrupaci¨®n tem¨¢tica de obras, tal vez la ¨²nica posible, pero las categorizaciones no han resultado muy afortunadas si tenemos en cuenta que en un solo grupo se re¨²nen temas tan dispares como naturalezas muertas, paisajes e interiores. Por una parte, la idea de pop que se muestra aqu¨ª aparece expandida, y por otro, se presenta aplanada ya que se trata el fen¨®meno pop solo desde la pintura y el cine (mediante un ciclo paralelo de proyecciones), eludiendo cualquier referencia al resto de las manifestaciones, como la m¨²sica, la arquitectura, la poes¨ªa, la moda, el mundo editorial y los acontecimientos sociales, que dieron sentido y profundidad a este movimiento.
Mitos del pop. Museo Thyssen-Bornemisza. Paseo del Prado, 8. Madrid. Hasta el 14 de septiembre.
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