Carolyn Carlson dialoga con Rothko en la Villa Adriana
La core¨®grafa californiana baila su solo inspirado en el pintor con las ruinas imperiales de fondo
Es dif¨ªcil imaginar una escenograf¨ªa mejor o m¨¢s impresionante. El Festival Internacional de la Villa Adriana, a 28 kil¨®metros del centro neur¨¢lgico de la capital italiana, trajo anteayer d¨ªa 3 a la gran bailarina y core¨®grafa norteamericana Carolyn Carlson para que ofreciera su solo de larga duraci¨®n Dialogue with Rothko. Esa funci¨®n es parte de un programa que contin¨²a un di¨¢logo vivo con j¨®venes bailarines venidos de toda Europa y un taller impartido por la propia Carlson en el reci¨¦n restaurado teatro de Villa Torlonia, una peque?a joya neocl¨¢sica que tras m¨¢s de 10 a?os de minuciosa restauraci¨®n por fin se ha abierto al p¨²blico. Seg¨²n el director art¨ªstico del proyecto, el ex-bailar¨ªn Daniele Cipriani, el ciclo con Carolyn terminar¨¢ en abril de 2015 con una exposici¨®n de sus pinturas gestuales de inspiraci¨®n zen, hechas con tinta sobre papel artesanal japon¨¦s e ideadas desde los principios gr¨¢ficos del haiku en la Via Margutta, calle tradicional de los pintores en Roma. Carlson se muestra entusiasmada con este reconocimiento masivo (y europeo) que llega ahora: en Francia la colecci¨®n de libros Ekphrasis acaba de lanzar en este mes de junio en edici¨®n biling¨¹e los poemas de Carlson de hom¨®nimo t¨ªtulo, Dialogue with Rothko, un discurso interior versificado en torno a una sola pintura: Untitled (Black, Red over blanck on red, 1964), lienzo que se atesora en el Museo Nacional de Arte Moderno del Centro Georges Pompidou. En el solo danzado, esta obra tambi¨¦n aparece sugerida, mencionada tangencialmente, de modo que los poemas se convierten en virtual cuaderno de bit¨¢cora de la soberbia pieza de baile.
El escenario en la Villa Adriana se ha instalado en las subsistencias p¨¦treas de las Grandes termas sobre el misterioso e insondable criptop¨®rtico, y si se quiere tener una idea de este ¡°telon de fondo¡±, ver el grabado de Piranesi de 1775 (se le quitan los yerbajos y malezas a la incisi¨®n y entonces todo est¨¢ en su sitio). Dialogue¡ no es una conversaci¨®n entre danza y pintura, sino entre esencias est¨¦ticas. El im¨¢n ejercido por el pintor y esa pieza espec¨ªfica sobre la bailarina se explica en un gusto fundamentado y madurado por la abstracci¨®n y sus formas de representaci¨®n, adem¨¢s de en este caso, el ingrediente tr¨¢gico de una biograf¨ªa como la de Rothko, donde la muerte (y el suicidio como estrambote) corona un tono, una densidad que la californiana ha sabido llevar a escena con un elegante poso de sabidur¨ªa, madurez y belleza. Carolyn tiene 71 a?os y es a¨²n poderosa, autoritaria con el espacio, una gran dama superviviente de una generaci¨®n y de una tradici¨®n destinada a desaparecer.
El escenario recrea el estudio desolado del pintor, los grandes lienzos vac¨ªos, la mesa, el epideascopio, las transparencias sobre las que va desgranando una furiosa gr¨¢fica de superposiciones propias que acaso quieren laminar la intenci¨®n obsesiva del pintor con ciertos motivos. Ella se hace acompa?ar por el violonchelista y compositor franc¨¦s Jean-Paul Dessy, que aporta una dram¨¢tica secuencia musical, muy imbricada al gesto y a la din¨¢mica de la bailarina, que con su expresiva organicidad reglaba una especie de lamento ritual en continuo, siempre desde el mayor y m¨¢s absoluto control formal. A veces parec¨ªa un p¨¢jaro herido por la experiencia, otras, un esp¨ªritu doliente y errante por el escenario en sombras duras. El violonchelo interludia y la artista se cambia del traje blanco al negro: el vestuario tambi¨¦n es el lienzo, un sitio donde se deposita trazo y angustia por igual. Seductora con el espacio, buscando comunicar un intangible de plasmado gr¨¢fico, los guantes de goma en colores puros (rojo, amarillo, azul) evocan las gamas preferidas de Rothko, sus planos recurrentes y siempre tan distintivos; Carolyn, elegante y persuasiva, con esa gr¨¢fica enrrabietada focaliza una relaci¨®n ¨²ltima entre espacio, cuerpo y emociones.
Dialogue¡ no es una conversaci¨®n entre danza y pintura, sino entre esencias est¨¦ticas
Babelia
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