Verano profundo
Pero, ?qui¨¦n ha dicho que el verano es para descansar? Tal vez descansen el cuerpo fatigado y el cerebro reptiliano, que son las partes que usamos para subsistir sin pena ni gloria el resto del a?o, nuestra naturaleza animal m¨¢s arcaica, nuestra herencia com¨²n con las bestias, etc¨¦tera, pero usted es un lector de peri¨®dicos, amigo m¨ªo, y su obligaci¨®n es pensar mientras los dem¨¢s se ba?an en el chapapote, incuban su melanoma bajo el sol ultravioleta o ingieren un arroz anegado de grasas saturadas, cangrejos f¨®siles y guisantes presuntos mientras dejan en suspenso la posici¨®n erguida y la palabra articulada. Para usted, mi querido amigo, el verano no es para descansar, sino para plantearse de nuevo las preguntas m¨¢s profundas, los asuntos que han martirizado a las mentes m¨¢s inquisitivas desde la noche de los tiempos, los enigmas esenciales que, las m¨¢s de las veces, acaban no sirviendo para nada. As¨ª que empecemos: ?de d¨®nde venimos?
?Del mono? Pero qu¨¦ antiguo es usted. Hace un siglo y medio fue una afirmaci¨®n rompedora, como demostr¨® el dardo que el obispo de Oxford, Samuel Wilberforce, dedic¨® al bulldog de Darwin, Thomas Huxley: ¡°Y d¨ªgame, se?or Huxley, ?usted proviene del mono por parte de padre o de madre?¡±. Qu¨¦ tiempos aquellos. En nuestros d¨ªas hasta los obispos aceptan venir del mono por parte de padre y de madre, y los documentales de La 2 nos tiran a la cara un d¨ªa s¨ª y otro no las humillantes evidencias de nuestra naturaleza simiesca.
Los macacos del sur de Asia llevan d¨¦cadas tirando de los pelos a los turistas. Los usan como seda dental.
Por ejemplo, los macacos del sur de Asia llevan d¨¦cadas amargando a los turistas tir¨¢ndoles de los pelos y arrancando, sobre todo a las mujeres, unos mechones que se llevan muy contentos a sus guaridas y que nadie sab¨ªa para qu¨¦ maldita de Dios la cosa pod¨ªan querer. ?Y saben qu¨¦? Los usan como seda dental. Capaz que la inventaron antes que nosotros.
A otros monos de largos dedos les proh¨ªben entrar a la piscina de un hotel mediante una alta y dificultosa alambrada, en un intento de impedir que metan mano a los bolsos de las clientas y les roben los emparedados como el oso Yogui. A trav¨¦s de la alambrada, sin embargo, lo que ven los monos son cuerpos humanos que se arrojan desde un trampol¨ªn hasta el agua azulona y clorada, as¨ª que han buscado un abrevadero cercano, al que s¨ª tienen libre acceso, y se tiran a ¨¦l desde el ¨¢rbol de al lado. ?Me quieren explicar ahora cu¨¢l es la sorpresa de que vengamos del mono? ?Su valor heur¨ªstico, su potencia revolucionaria?
Tambi¨¦n venimos de la explosi¨®n c¨¢mbrica, que presenci¨® hace 540 millones de a?os el origen de los animales en toda su gloriosa ¡ªy enga?osa¡ª variedad, Y de la c¨¦lula eucariota que imagin¨® Lynn Margulis, y de las bacterias y arqueas que la constituyeron. Y del Big Bang, tal vez nacido de una fluctuaci¨®n cu¨¢ntica como cualquier otra.
La mayor parte de la gente sigue pensando cosas muy raras sobre sus or¨ªgenes, pero hay un mundo ah¨ª fuera que nos dice que venimos del azar. ?A usted le importa? A m¨ª no.
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