Relato del fin de un mundo
Manu Larcenet adelant¨® en 'Los combates cotidianos' la creciente influencia del Frente Nacional en la pol¨ªtica francesa
Unas pocas vi?etas de Los combates cotidianos (Norma Editorial),?la obra magna del dibujante franc¨¦s Manu Larcenet, explican con m¨¢s precisi¨®n el triunfo del Frente Nacional en Francia en las dos elecciones celebradas este a?o ¨CMunicipales, en las que logr¨® en marzo hacerse con el control de 11 ciudades, y Europeas, en las que, con un 26% de los votos, se convirti¨® en mayo en la primera fuerza pol¨ªtica del pa¨ªs¨C que cualquier an¨¢lisis pol¨ªtico, period¨ªstico o sociol¨®gico. Larcenet (Issy-les-Moulineaux, Par¨ªs, 1969) narra a trav¨¦s de los cuatro tomos de este tebeo, publicados entre 2003 y 2008, la historia de un fot¨®grafo especializado en conflictos, que decide retirarse a vivir al campo. Con una mezcla de humor, ternura y algo de cinismo, que parece sacada de una pel¨ªcula campestre de ?ric Rohmer, con un dibujo un poco naif, que encaja perfectamente con el relato, cercano a la caricatura pero sin caer en ella, Larcenet relata como su protagonista, Marco, se enamora de una veterinaria y se adapta con m¨¢s o menos dificultades a vivir en la Francia profunda. Pero, sobre todo, su protagonista se enfrenta a dos ausencias: la desaparici¨®n de su padre engullido lentamente por el alzheimer, y la desaparici¨®n de los astilleros en los que su progenitor ha trabajado toda su vida. El periodo en el que transcurre la historia va desde las elecciones en las que Jean Marie Le Pen pas¨® a la segunda vuelta frente a Jacques Chirac, en 2002, hasta las que Nicolas Sarkozy gan¨® a S¨¦gol¨¨ne Royal, en 2007.
"Cuando escrib¨ªa Los combates cotidianos, me fui a vivir al campo, tuve dos ni?os, muri¨® mi padre y asist¨ª a la desaparici¨®n medi¨¢tica de los obreros. Ten¨ªa que aparecer por alg¨²n lado. Mezcl¨¦ todo esto para hablar de ello en estos libros", explic¨® a este diario en una entrevista en 2010. Sin embargo, no se trata de una obra completamente autobiogr¨¢fica a diferencia El retorno a la tierra, una serie de cinco vol¨²menes en las que, con guiones de Jean-Yves Ferri y a golpe de episodios de media p¨¢gina, Larcenet s¨ª describe con mucho humor y cierto surrealismo su viaje a los confines de la ruralidad. Los combates cotidianos es otra cosa: mucho m¨¢s articulado y, sobre todo, mucho m¨¢s pol¨ªtico.
No es ninguna casualidad que este verano vaya a rodarse una adaptaci¨®n cinematogr¨¢fica de este tebeo, dirigida por Laurent Tuel, con Nicolas Duvauchelle, Maud Wyler y Andr¨¦ Wims, que se filmar¨¢ en Lorient, Breta?a. La productora anunci¨® a principios de julio, a trav¨¦s de la prensa local, que necesitaba extras: "Hombres y mujeres con personalidad para papeles de obrero de astillero, estibador, due?o de bar, clientes de bar, camarero de restaurante de cusc¨²s... Diferentes personajes que pertenezcan a las clases populares". Es una petici¨®n que refleja muy bien el ambiente que recrea Larcenet: el de un mundo de la industria pesada europea, que se acaba en medio de la resignaci¨®n, la rabia o la protesta de sus protagonistas.
'Blast'
Tras terminar Los combates cotidianos y El retorno a la tierra, Larcenet ha dedicado los ¨²ltimos a?os a la serie Blast.
Norma Editorial ha publicado los tres primeros tomos y el cuarto acaba de salir en Francia.
El tebeo relata la historia de un marginal, asesino en serie, con un sorprendente blanco y negro. Es un tebeo lleno de silencios, con muchas vi?etas sin di¨¢logos.
En el segundo tomo, Marco, el protagonista, va a ver a los compa?eros de su padre al astillero con la intenci¨®n de hacer un reportaje. Algunos de ellos son amigos suyos desde la infancia. "Date prisa en hacer tu trabajo, Marco, este astillero, las m¨¢quinas, nosotros mismos... Todo esto va a desaparecer. Es un mundo triste, la mano de obra cuesta menos que el carburante y llega gente de todo el planeta dispuesta a trabajar por un cuarto de nuestro salario", afirma uno de los obreros que est¨¢ a punto de jubilarse, mientras conversan sentados al borde del muelle, con los ra¨ªles cubiertos de rastrojos detr¨¢s. "No le escuches, Marco, es viejo y tiene miedo. Yo tambi¨¦n tengo miedo y, visto el resultado de las ¨²ltimas elecciones, no estoy solo", asegura otro de los obreros, con el que se cri¨® el fot¨®grafo. "No me digas que te has vuelto facha, que te crees su rollo", replica Marco. "No me he vuelto facha, quiero que las cosas cambien". "?Crees que van a salvar el astillero echando a los extranjeros?". La discusi¨®n llega a casi al manos y el votante de Le Pen se va: "No quieres hablar, Marco. S¨®lo quieres demostrar que no tengo raz¨®n. Y lo peor es que seguramente es verdad, no la tengo. Pero me da igual".
Bastounet, el personaje que habla as¨ª, refleja con certeza el gran vivero de votos del que se ha nutrido el Frente Nacional: los viejos comunistas de la Francia industrial a los que el miedo, la desesperaci¨®n, el temor al futuro, han llevado a comprar la demagogia del FN. "La verdad, Marco, es que lo poco que me queda me lo han ido quitando. Mi esposa, mi hija, el trabajo, la casa, el dinero. No soy capaz de enfrentarme a todos los problemas. Tengo miedo. Y entonces el primero que pasa y me dice que todo puede cambiar, pues le voto". "Van a joderte, mira lo que han hecho en otros lados. Mienten. Vales cien veces m¨¢s que ellos, en este astillero, val¨¦is todos mil veces m¨¢s que ellos. Y ni siquiera lo sab¨¦is. Qu¨¦ mundo m¨¢s triste...".
Sin embargo, Los combates cotidianos no es un tebeo triste. Es un tebeo sobre la vida: hay amargura y plantea muchas preguntas sobre el pasado y el presente de Francia, pero tambi¨¦n est¨¢ lleno de risas, de esperanza... Su autor escribe en una de las planchas: "Fuera de toda l¨®gica, la poes¨ªa es la ¨²nica forma libre de percatarse de lo que vale la pena. Depardon, Brassens, Miyazaki, Bonnard, Jarmush, Semp¨¦, Tom Waits, C¨¦zanne, Monty Python, Monet, Brel, Desproges, Klee, Cartier-Bresson Springsteen, C¨¦line, Harvey Keitel, Baudelaire, Van Gogh. La poes¨ªa lo redime todo".
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