Aranjuez, capital San Sebasti¨¢n
Corea y Payton intepretan en sus conciertos en el Jazzaldia el tema de Rodrigo
Alg¨²n d¨ªa, alguien tendr¨¢ que investigar qu¨¦ tiene Chick Corea que vuelve locos a los donostiarras. Hasta en ocho ocasiones ha visitado el festival, la ¨²ltima en 2011, con Return to forever IV, y el Kursaal hasta la bandera; se da el caso de que 20 a?os antes, en 1981, hab¨ªa batido el r¨¦cord absoluto de espectadores de pago en la historia del festival alcanz¨¢ndose la cifra de 14.000.
En su regreso al Jazzaldia, y al Kursaal, y al hotel Mar¨ªa Cristina, del que es asiduo, el pianista de presunto origen italo-chicano vino acompa?ado por el contrabajista Stanley Clarke al objeto de interpretar sus viejos ¨¦xitos con Return to forever; noble empe?o que se vio correspondido con un auditorio a punto de venirse abajo a causa del overbooking producido, seg¨²n parece, por un fallo inform¨¢tico. M¨¢s de uno, incluyendo un servidor, se encontr¨® con su butaca ocupada y sin otra posibilidad que buscarse la vida por entre el gent¨ªo al grito de ¡°?esto es la guerra!¡±. Por suerte, la cosa mereci¨® la pena.
Hubo, claro est¨¢, su homenaje a Paco de Luc¨ªa ¡ªYellow nimbus, escrita por Corea para el tocaor, e interpretada por el primero en solitario¡ª, y su evocaci¨®n m¨¢s o menos flamenca
Eran Corea y Clarke al piano y al contrabajo, respectivamente, sin trampa ni cart¨®n, todo en ac¨²stico, y un pu?ado de canciones nacidas al fragor de los decibelios; los tiempos del jazz-rock, de la Mahavishnu Orchestra y de Return to forever, etc. Las interpretaciones fueron todo lo primorosas que puede esperarse de dos int¨¦rpretes consumados que se conocen desde ¨¦pocas remotas y, desde entonces, vienen tocando juntos. Otra cosa es el material de origen, piezas como After the cosmic rain, No mistery, Sometime ago¡, que a uno le deja m¨¢s bien fr¨ªo, ya sea en formato ac¨²stico-intimista como rodeadas del aparato el¨¦ctrico para el que fueron concebidas. ?De verdad era necesario rescatar ¨¦sta m¨²sica?... de todo lo escuchado, que fue mucho, uno se queda con la versi¨®n de Waltz for Debby, de Bill Evans. Porque hay cosas que no pasan de moda, y Evans es una de ellas. Hubo, claro est¨¢, su homenaje a Paco de Luc¨ªa ¡ªYellow nimbus, escrita por Corea para el tocaor, e interpretada por el primero en solitario¡ª, y su evocaci¨®n m¨¢s o menos flamenca, con La fiesta y un Spain final a tr¨ªo, con los susodichos y Bobby McFerrin, presente en la sala, que no dud¨® en subirse al escenario para sumarse a la fiesta, valga la redundancia. Resultado: lo que no cant¨® en su decepcionante concierto del jueves, lo cant¨® aqu¨ª, incluyendo la consiguiente introducci¨®n al Concierto de Aranjuez del maestro Rodrigo, con la que Corea iniciaba la interpretaci¨®n del tema en su versi¨®n original. Sentado chick to chick con el pianista, hasta se atrevi¨® a intercambiar unos compases a tres manos con ¨¦ste, estando su mano izquierda ocupada con el micr¨®fono inal¨¢mbrico. Este s¨ª: ¨¦ste es el verdadero Bobby McFerrin que un d¨ªa nos rob¨® el coraz¨®n cantando a la felicidad, la despreocupaci¨®n, y los pa?ales Huggies para beb¨¦. Bendito sea.
Apenas una hora m¨¢s tarde, el trompetista Nicholas Payton abr¨ªa su concierto en la plaza de la Trinidad interpretando, vaya por Dios, el mismo Concierto de Aranjuez, en la versi¨®n de Miles Davis y Gil Evans contenida en su disco Sketches of Spain. Respald¨¢ndole, L?Instrumental de Gascogne, dirigida por Bob Belden. Las partituras por delante: nada hay menos jazz¨ªstico que eso; nada m¨¢s contrario al esp¨ªritu de una m¨²sica nacida en la libertad, en torno al sonido singular e intransferible de la trompeta de Miles Davis. ¡°Mi batalla fue convencer a los m¨²sicos del estudio de que no estuvieran tan pendientes del papel que ten¨ªan delante¡±, recordaba Evans evocando la grabaci¨®n del disco. Medio siglo m¨¢s tarde estamos en lo mismo, o peor.
Que Nicholas Payton no es Miles Davis lo averiguar¨ªamos con una Saeta, extra¨ªda del mismo disco, que mejor olvidar. Y todo as¨ª. De nuevo, resulta dif¨ªcil encontrar una raz¨®n para volver sobre algo as¨ª, m¨¢s que nada porque hay cosas que est¨¢n bien como est¨¢n. A cambio, se nos frece una mala copia sin swing, ni sabor alguno; mortecina, absurda. ¡°Para esto, me pongo el disco¡±, comentaba un espectador a la salida. Y tanto.
Wadada Leo Smith sorprende con m¨²sica de una belleza arrebatadora. La leyenda del trompetista, compositor y fil¨®sofo? no ha hecho sino incrementarse
Menos mal que luego vino John Scofield a poner las cosas en su sitio, y un poco de alegr¨ªa en nuestro sensible coraz¨®n de aficionados. Sin coartadas ni otras razones para hacer lo que hace que la m¨²sica en s¨ª misma. Por cierto que el guitarrista tambi¨¦n ha visitado San Sebasti¨¢n en diversas ocasiones, junto a Miles Davis y McCoy Tyner, y dirigiendo sus propios grupos. El aficionado donostiarra le adora tanto como el guitarrista adora la ciudad en la que afirma sentirse a gusto como en ning¨²n otro lugar del mundo.
Decir que ayer tuvimos al Scofield m¨¢s directo y contundente, el de ?berjam, su proyecto en clave funk que dio lugar al disco hom¨®nimo editado en 2002, cuya segunda versi¨®n vino a presentar con el mismo Avi Bortnick, a la guitarra y los samples, y una misma l¨ªnea argumental. M¨²sica sin pretensiones, directa y f¨¢cilmente asimilable, ideal para una noche de verano en la que, por suerte, no llovi¨®.
De un ¨¦xito previsible a otro que puede que no tanto. Y es que, en un festival como el de San Sebasti¨¢n, salta la liebre cuando menos uno se la espera. Por ejemplo, en las sesiones de media noche del teatro Victoria Eugenia. Hace nada, el nombre de Wadada Leo Smith era un completo misterio para el aficionado. De un tiempo a esta parte, sin embargo, la leyenda del trompetista, compositor y fil¨®sofo no ha hecho sino incrementarse. Algo a lo que ha contribuido su anterior visita al festival, en 2010. Tres a?os m¨¢s tarde, el muy singular creador adscrito a las vanguardias del g¨¦nero volvi¨® al mismo escenario para presentar Ten freedom summers, composici¨®n multimedia en forma de suite inspirada en el movimiento por los derechos civiles, por la que el trompetista obtuvo el premio al mejor compositor en la encuesta de los cr¨ªticos de la revista Down beat. M¨²sica ¨¦pica, evocadora de otras tantas piezas similares ¡ªWe insist!. Freedom now suite, de Max Roach, es, acaso el precedente m¨¢s claro¡ª, de una belleza arrebatadora.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.