La mec¨¢nica de la locura
'Rosa enferma', el libro p¨®stumo de Leopoldo M. Panero, puede leerse como el testamento ol¨®grafo del poeta
?La publicaci¨®n de Rosa enferma a pocos meses de la muerte de Leopoldo Mar¨ªa Panero (1948-2014) invita a valorar literariamente un libro que tender¨¢ a leerse como un certificado de ¨²ltimas voluntades, y a considerar el lugar de su autor en la poes¨ªa de nuestro tiempo. El libro no decepcionar¨¢ a quienes han reducido su figura a icono de lo demoniaco y la contracultura, aunque no desencuaderna la sensibilidad del lector; y no principalmente porque la reiteraci¨®n aten¨²e el efecto de blasfemias, besos negros, incesto, coprofagia, profanaci¨®n de cad¨¢veres y toda la caterva de perversiones imaginables (no hay esc¨¢ndalo que cien a?os dure), sino porque en los ¨²ltimos t¨ªtulos la execraci¨®n y el furor p¨¢nico han cedido paso a una mec¨¢nica del desconsuelo que se pronuncia mediante el gimoteo ritual de palabras que solo se dicen a s¨ª mismas.
Miembro de una familia de poetas que ha alcanzado los altares de la mitolog¨ªa, a Leopoldo Mar¨ªa Panero ya no se le reclamaban obras geniales, sino una vida ejemplar. Convertido en ap¨®stol de una desolaci¨®n con su culto y sus cultores, su liturgia y sus ex¨¦getas, para muchos fue el cuervo que arranc¨® los ojos de quienes lo criaron: su padre, el poeta Leopoldo Panero, cuyas palpitaciones existenciales forman acorde, bajo lenitivo biensonante y endecas¨ªlabo, con las disonancias del cholo C¨¦sar Vallejo; y su madre Felicidad Blanc, una dama de belleza delicuescente que se imagin¨® enamorada y musa de Cernuda, y que parec¨ªa haber vivido para habitar como un espectro su libro de memorias Espejo de sombras (1977).
Este maudit que lanzaba sus esputos contra el optimismo leibniziano, sublime sin interrupci¨®n seg¨²n ordena Baudelaire, conoci¨® los psiqui¨¢tricos y los arrabales de la hero¨ªna, y estuvo encarcelado en los galpones de la dictadura por aplicaci¨®n de la ley de vagos y maleantes. Paradojas de la vida, no recibi¨® por ello el desprecio de los lectores ni la condena de la sociedad biempensante, encandilada por la calamidad. Por el contrario, su personaje fue objeto de biograf¨ªas sublimadoras y centraliz¨®, entre otras, la pel¨ªcula documental de Jaime Ch¨¢varri El desencanto (1976), en que la familia Panero proced¨ªa a una freudiana necropsia del padre, muerto en 1962; y su obra fue reunida en sucesivas entregas de poes¨ªas completas, estudiada en ensayos acad¨¦micos, propuesta como lectura en cursos de posgrado, acogida en colecciones de cl¨¢sicos y elogiada por sus contempor¨¢neos m¨¢s cultos (Gimferrer) y m¨¢s clarividentes (Az¨²a). As¨ª, Panero el loco obtuvo con sus intemperancias y desaires la corona de laurel que en vano persiguieron, como T¨¢ntalo, otros autores bien dotados y mejor dispuestos.
Estos poemas crepusculares testimonian una tribulaci¨®n ajada por el uso, mediante citas intertextuales?
El poeta que hab¨ªa deslumbrado con fulguraciones de Rimbaud o de Trakl en La muerte en Carnaby Street (1970), y que en Teor¨ªa (1973) se abismaba en un camino de autodestrucci¨®n de la mano de Nerval o de Poe, bajo los rel¨¢mpagos on¨ªricos de Blake y la atracci¨®n funeral de B?cklin (La isla de los muertos), fue evidenciando una compulsi¨®n creativa que ya no conceb¨ªa el poema como una construcci¨®n planificada, sino como una salva de fogonazos negros al comp¨¢s de los espasmos de un neur¨®tico obsesivo. Tras El ¨²ltimo hombre (1984) y Poemas del manicomio de Mondrag¨®n (1987), su escritura se va astillando en versos sin argamasa y estructuras proclives a la disgregaci¨®n, apenas hilvanadas por la cantinela batiente de emblemas del acabamiento que expresan el desguace de un mundo reducido a cenizas: "Cuando estoy rezando solo a Mallarm¨¦?/?y orinando en los bordes de la tumba?/?de nadie".
Los poemas crepusculares de Rosa enferma testimonian una tribulaci¨®n ajada por el uso, mediante citas intertextuales que saltan de otros libros a este y presentan una similar forma de locuci¨®n: "El hombre es una pasi¨®n vil, Spinoza lo dijo", "escribo estos versos para que vuelvan los dioses?/?Ricardo Reis lo dijo plagiando a Pessoa mientras ladraba un perro", "Yo escupir¨¦ sobre vuestras tumbas?/?Boris Vian lo dijo"¡ Estas recurrencias aparecen como calcificaciones en el alma del poeta, quien trata de responder con ellas a las invocaciones de los habitantes del mundo exterior contra el torre¨®n donde se ha enclaustrado con su locura, como H?lderlin, para ya no salir nunca: "Y los p¨¢jaros gritan: Scardanelli, Scardanelli".
Los vers¨ªculos del volumen siguen mostrando la potencia de unas im¨¢genes desarboladas. Sucede as¨ª en su reivindicaci¨®n del vac¨ªo por madre interpuesta ("Y all¨ª supe por boca de mi madre mallamada Felicidad?/?que el hombre volver¨¢ a reinar sobre la nada") o al definir la poes¨ªa como "un sepulcro para llorar tan solo?/?zumo de rosas demacradas¡" En esta necr¨®polis brilla una desesperaci¨®n tan enquistada, tan sostenida en el tiempo, que ha perdido toda capacidad de decirse a trav¨¦s de la exasperaci¨®n o el desgarr¨®n expresivo. Al cabo, solo queda la poes¨ªa como el ¨¢rbol del ahorcado del que pende un gui?apo que musita: "Ya los p¨¢jaros comen de mi boca?/?como si estuviera por fin solo?/?colgado del ¨²ltimo verso".
Rosa enferma. Leopoldo Mar¨ªa Panero. Pr¨®logo de Antonio Mar¨ªn Albalate. Huerga & Fierro. Madrid, 2014. 96 p¨¢ginas. 23 euros
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