Las dos caras de Arto Lindsay
El ¡°Rey del ruido¡± repasa su carrera desde su casa de R¨ªo de Janeiro tras publicar un recopilatorio
Todo en Arto Lindsay es juego de contrastes y contradicci¨®n l¨²cida. Nacido en 1953 en Richmond, la capital del estado de Virginia, pas¨® su infancia y adolescencia en Brasil (su padre, un misionero presbiteriano, fue destinado all¨ª), pero despunt¨® en la escena musical neoyorquina de finales de los setenta. Definido en esa ¨¦poca por la revista The Wire como ¡°la persona m¨¢s peligrosa de Nueva York¡± por su m¨²sica visceral y elevada, tremendamente f¨ªsica y sin embargo intelectual, ahora habla por Skype desde un piso en la zona del Jard¨ªn Bot¨¢nico de R¨ªo de Janeiro, donde vive, y, a sus 61 a?os, parece un hombre m¨¢s que afable (parapetado tras unas gafas redondas de carey parecidas a las de Gregory Peck en Matar a un ruise?or, no s¨®lo no tiene pinta de poder dar muerte a uno de esos p¨¢jaros sino que su complexi¨®n menuda recuerda m¨¢s bien a ese tipo de ave migratoria).
La publicaci¨®n de Encyclopedia of Arto (Nothern Spy Records), doble recopilatorio que contiene sus mejores canciones entre 1996 y 2004 y grabaciones in¨¦ditas realizadas a partir de 2012, sirve ahora para reivindicar su aportaci¨®n al arte de pulsar las cuerdas. Incluido por la cabecera Spin entre los cien guitarristas m¨¢s influyentes de la historia de la m¨²sica, sigue manteniendo que ¨¦l no sabe tocar ese instrumento (¡°Es cierto: me colgu¨¦ una por primera vez un mes antes de mi primer concierto y no s¨¦ tocar una melod¨ªa; no sabr¨ªa coger una guitarra ahora mismo e interpretarte la canci¨®n m¨¢s sencilla de los Beatles¡±, dice pausadamente, entornando los ojos delante de la webcam en una habitaci¨®n con el techo descascarillado).
La yuxtaposici¨®n es uno de mis m¨¦todos, aunque a veces es peligroso
Tambi¨¦n fue entronizado por el prestigioso cr¨ªtico musical Lester Bangs como ¡°El Rey del ruido¡±, aunque medita y mastica sin prisa cada una de sus respuestas, que se mecen en una cadencia suave¡ hasta que estalla: mientras se desarrolla la entrevista, Luis Su¨¢rez, de Uruguay, ha mordido el hombro de un jugador italiano en un partido del Mundial y Arto Lindsay grita m¨¢s (¡°?No puedo creerlo! ?No lo echan? ?Oh, dios, estoy en shock!¡±) que en el primer y ruidoso grupo (ladridos, alaridos, toses con mara?a s¨®nica de fondo) que form¨® cuando lleg¨® a Nueva York. Llamado DNA, con miembros dispares y conocidos como ¡°los arquitectos del ruido¡±, el nombre de la banda remite a otro di¨¢logo extra?o: las dos h¨¦lices congruentes con un mismo eje, una figura asociada a la estructura del ADN mucho m¨¢s extra?a, bella y resistente que dos vectores paralelos.
Todos estos contrastes podr¨ªan estar representados en la portada de un disco tan importante para ¨¦l (y para su amigo y colaborador David Byrne) como Estudando o Samba (1976), de Tom Z¨¦: el nombre de ese estilo (¡°una m¨²sica radicalmente ingeniosa¡±, con la que aprendi¨® a cantar) colocado sobre un alambre de espino. Una conversaci¨®n entre rudeza y melod¨ªa, rebotando entre lo industrial y lo folcl¨®rico, presente en Encyclopedia of Arto ¡°Quer¨ªa fijar todo ese periodo en dos discos y que el primero, con versiones de estudio m¨¢s delicadas, pudiera conversar con el segundo, que incluye tomas muy diferentes. Estoy interesado en los extremos¡±, razona, ¡°Mejor a¨²n: en las relaciones elegantes entre los extremos. Jugar con m¨²sicas aparentemente ant¨®nimas y buscar los puntos de encuentro. La yuxtaposici¨®n es uno de mis m¨¦todos, aunque a veces es peligrosa: aqu¨ª hay hasta discos de versiones de bossa nova de canciones de los Rolling Stones. Ninguna idea es intr¨ªnsecamente buena¡±.
Su m¨²sica es el reflejo de sus dos ¡®hogares¡¯ musicales: Brasil y Nueva York
La m¨²sica de Arto Lindsay ¡ªque pas¨® con ¨¦xito por Madrid y Barcelona a principios de julio¡ª es tan promiscua, sincr¨¦tica, omn¨ªvora e inclusiva como los dos lugares m¨¢s importantes para ¨¦l: el Brasil de los sesenta, cuando emergi¨® el caleidosc¨®pico fen¨®meno de la Tropicalia que se opon¨ªa a la dictadura militar (folclore de las regiones norte?as m¨¢s el Sgt. Pepper¡¯s de los cuatro de Liverpool, por poner un ejemplo) y el Nueva York de los a?os del postpunk, cuando Brian Eno incluy¨® a su primer grupo en el legendario recopilatorio No New York, de 1978. Brasil, el lugar fuera de Jap¨®n donde m¨¢s japoneses viven (tambi¨¦n m¨¢s poblaci¨®n de color, salvo en el ?frica Negra) y la Gran Manzana, una arcadia construida con el talento de los que llegan de otros lugares (seg¨²n The New Yorker, Lindsay es el perfecto neoyorquino, precisamente porque no naci¨® all¨ª): ¡°Son excolonias construidas por esclavos. La gente se centra m¨¢s en las diferencias econ¨®micas, en por qu¨¦ unos se volvieron ricos y poderosos y otros no, pero yo prefiero explorar las intersecciones¡±.
Lindsay se fogue¨® en la m¨²sica con otros alumnos americanos en el pueblo en el que creci¨®, cerca de Recife, y aunque acabar¨ªa colaborando tanto con Ryuichi Sakamoto como con Animal Collective, cumpli¨® un sue?o cuando su ¨ªdolo de juventud, Caetano Veloso, lo llam¨® para que le produjera un disco: ¡°Era un h¨¦roe para m¨ª y que ¨¦l validara mi m¨²sica fue importante. Yo lo anim¨¦ a desarrollar sus propias ideas¡±, explica. ¡°Mi caso es diferente: no tengo que negociar con ser un icono y con la cuesti¨®n de la identidad nacional. Mi funci¨®n como artista tiene m¨¢s que ver con el movimiento: entre estados de ¨¢nimo, formas de ser y zonas geogr¨¢ficas¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.