¡°El problema de la m¨²sica barroca en Espa?a no son los coros, son los curas¡±
Sir John Eliot Gardiner abre el Festival Internacional de Santander
Tras m¨¢s de 50 a?os dando conciertos all¨¢ por donde va, Sir John Eliot Gardiner (Dorset, Inglaterra; 1943), un referente de la m¨²sica sacra, ha llegado a la conclusi¨®n de que en Espa?a el problema no es la falta de int¨¦rpretes talentosos. "Son los curas", afirma ir¨®nico el director de orquesta. "En Le¨®n, en 2004, fuimos a la catedral a dar un concierto. No nos dejaban tocar en el altar o sus alrededores. Ese mismo d¨ªa vi un bautizo y una boda con ni?os escalando por todos lados".
Gardiner desembarca en Santander para inaugurar el 63? Festival Internacional con un triple concierto en el que a¨²na a tres maestros nacidos en 1685: los alemanes Bach y Haendel (que nunca se conocieron pese a vivir a 50 kil¨®metros), y el italiano Scarlatti. El tr¨ªo no solo tiene en com¨²n el a?o en que vinieron al mundo. "La espiritualidad recorre sus obras desde distintas concepciones", explica el director. "Son piezas tempranas y coloridas de una gran dificultad".
Haendel interpreta el Antiguo Testamento en su Dixit dominus (Dice el se?or), donde un dios furibundo castiga a sus enemigos. "Desaf¨ªa a los m¨²sicos con una pieza de virtuosidad atl¨¦tica", se?ala el ingl¨¦s. Bach, que como su contempor¨¢neo germano compuso la cantata Christ lag in Todesbanden (Cristo yaciente en manos de la muerte) a los 22 a?os, hurga en el dramatismo interno. "Habla de la introspecci¨®n del luteranismo, de la resurrecci¨®n, de la lucha ancestral del bien y el mal", explica Gardiner, que compara al tercero en discordia, Scarlatti, con El Greco. "No se sabe d¨®nde compuso el Stabat mater (Estaba la madre), pienso que tiene clara influencia del arte barroco espa?ol. Noto el oscuro trasfondo del catolicismo hisp¨¢nico".
Aunque el brit¨¢nico advierte de que ciertas obras, como las de su compositor fetiche Monteverdi, pierden esencia si no son representadas en una iglesia, las tres que trae al Palacio de Festivales de Santander cuadran bien en una sala de conciertos al uso. "Dejan espacio a la imaginaci¨®n del p¨²blico", afirma. "El gran valor de la m¨²sica es que puede atraer a la gente m¨¢s que las palabras. Eso es algo que los sacerdotes no entienden". Las sinfon¨ªas barrocas, el oscuro objeto de deseo de Gardiner, ya volaron hace tiempo de las iglesias. "Ahora llegan a mucha gente seas cristiano o no. Tocan las emociones. No importa que seas jud¨ªo, musulm¨¢n o ateo".
Babelia
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