¡®Hipsters¡¯ entre pinares
Cerca de 4000 personas se acercaron el pasado fin de semana al 8? Festival Demanda Folk
No solo de festivales indie vive en verano el joven hipster patrio aficionado a la m¨²sica. El fin de semana pasado, mucha de esa muchachada que suele verse en el Sonorama, el Primavera Sound o el FIB (Benicassim), tambi¨¦n se dejaron ver en la campa de la localidad burgalesa de Tolba?os de Arriba, en medio de la inmensidad de la naturaleza de la sierra de la Demanda.
Se celebraba desde el viernes por la noche hasta la hora del verm¨² del domingo, la octava edici¨®n del Demanda Folk, un festival que conjuga por igual el disfrute de las m¨²sicas folk y de inspiraci¨®n tradicional de ra¨ªz ib¨¦rica, con el gusto por la artesan¨ªa popular, la gastronom¨ªa, los juegos de siempre y, sobre todo, con el absoluto respeto al entorno natural. Costaba encontrar colillas en el suelo, y eso que en el momento m¨¢s ¨¢lgido (el s¨¢bado por la tarde, pel¨ªn antes de anochecer con la actuaci¨®n de la veterana formaci¨®n aragonesa La Ronda de Bolta?a), la organizaci¨®n del Demanda Folk cifraba en casi cuatro mil personas los all¨ª congregados, muchos de ellos fumando.
Y es que daba reparo tirar un papel o el resto de un cigarro gastado al suelo ante la profusi¨®n de carteles y advertencias por megafon¨ªa para respetar ese espl¨¦ndido paraje natural rodeado de pinares. Tres d¨ªas de contacto con la naturaleza para volverla a dejar el domingo por la tarde como estaba el viernes por la ma?ana. ¡°Colillas 0¡±, se llamaba uno de los objetivos a cumplir durante esos tres d¨ªas. Y se cumpli¨®, y gracias al empe?o de la organizaci¨®n en entregar un cenicero port¨¢til individual a quien se declarara fumador en la entrada.
Cumplido ese objetivo, el festival discurri¨® por los cauces del buen rollo y el entendimiento generacional. Cierto que habr¨ªa muchos hipster de los que podr¨ªan verse en los festivales rese?ados al principio, pero tambi¨¦n mucha gente mayor llegados desde diversos pueblos de la comarca, matrimonios con hijos, hippies, perroflautas y chicos del mont¨®n. Un paisaje humano muy variado y familiar entre un paisaje orogr¨¢fico dominado por las monta?as y las masas boscosas.
La idea del Demanda Folk es dinamizar una zona que ha mermado considerablemente su poblaci¨®n en las ¨²ltimas d¨¦cadas. Y el festival implica a toda la comarca, no solo la localidad de Tolba?os de Arriba, donde se celebra el grueso del encuentro. Pueblos hermosos en un entorno de ensue?o que en invierno no acogen a m¨¢s de 20 o 30 habitantes cada uno. En la misma plaza del pueblo, arranc¨® el festival el viernes por la noche con los gallegos Al¨¦n de Ancos, hermanando la sonoridad de su tierra con la irlandesa.
Pero lo gordo vendr¨ªa al d¨ªa siguiente, s¨¢bado, a sus afueras. En mitad del bosque a cuatro kil¨®metros de Tolba?os de Arriba est¨¢ la campa grande del festival y la acampada. Por la ma?ana muestras artesanales, catas gastron¨®micas, vestimenta ¨ªbera, y la pingada del mayo, un acontecimiento que se hab¨ªa perdido y que el Demanda Folk ha recuperado de la tradici¨®n del pueblo. Se trata de clavar (pingar) a la entrada del festival un pino de m¨¢s de veinte metros (mayo) cortado d¨ªas antes y arrastrado hasta all¨ª por un hermoso caballo. Una tarea lenta y minuciosa que requiere de la habilidad y la paciencia de una veintena de j¨®venes que lo van pingando ayudados por unos palos largos en cu?a.
Y por la tarde en su escenario para recibir en primer lugar a La Tolba, un grupo formado por los m¨¢s veteranos del lugar para matar las largas tardes del a?o recuperando viejas tonadas populares del cancionero castellano e ib¨¦rico. Luego los zamoranos Ringorrango, un incre¨ªble grupo de gente muy joven ¨Cde imagen extra¨ªda de la m¨¢s chic revista de moda- que rescata las sartenes, los panderos y sus voces chillonas para hacer lo que ellos mismos denominan folklore hist¨¦rico, o bien, una vuelta de tuerca a los ajechaos, charros, seguidillas, corridos, habas verdes y otros ritmos peculiares de Salamanca, Zamora, Le¨®n o norte de Extremadura. Una propuesta feliz y llena de futuro para estos tiempos en los que parece que el folk est¨¢ en alza.
La Ronda de Bolta?a habl¨® de Arag¨®n y sus problemas, del agua del Ebro y de su despoblaci¨®n, como la propia comarca de la Demanda. Y un recuerdo a Labordeta con su Canto a la libertad, que la sierra entera enton¨® a un solo grito.
Los baleares Boc, y su m¨²sica instrumental de gui?o celta, y los barceloneses Sigelpa (acr¨®nimo en catal¨¢n de los siete pecados capitales), con su punk folk, echaron el cierre a la madrugada del domingo despu¨¦s de varias tormentas pasajeras que no lograron deslucir el festival, aunque s¨ª menguar un poco la asistencia, cifrada en ediciones anteriores en m¨¢s de cinco mil personas.
A la hora del verm¨² del domingo, el festival se traslad¨® a la plaza del pueblo de la cercana localidad de Huerta de Arriba, donde los riojanos Cantoblanco desgranaron un repertorio cl¨¢sico de folclore ib¨¦rico sin mayores pretensiones.
La tarde del domingo los acampados recogieron tiendas y no dejaron rastro de su paso por la sierra, tampoco hab¨ªa colillas en la campa de los conciertos. La Demanda volv¨ªa a deslumbrar en su plenitud. Se hab¨ªa bailado ¨Ccomo animaba el propio eslogan del festival, Que la sierra baile- bebido, fumado y divertido, pero nadie lo dir¨ªa.
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