Frans Br¨¹ggen, embajador de la m¨²sica antigua
El virtuoso flautista holand¨¦s fund¨® en 1981 la Orquesta del Siglo XVIII
Los cl¨¢sicos populares, esa expresi¨®n de doble filo que sirve para describir a los compositores m¨¢s asequibles, pero tambi¨¦n m¨¢s repetidos, tuvieron un embajador de lujo en Holanda: Frans Br¨¹ggen, flautista y director, que acaba de fallecer a los 79 a?os. Precoz en su carrera, ya que le nombraron profesor a los 21 a?os en el Real Conservartorio de La Haya, fue de los primeros en atraer a los j¨®venes a las salas de conciertos. Vestido de manera informal e interpretando con virtuosismo a Mozart con su flauta de pico (tambi¨¦n tocaba la flauta traversa y el piccolo), le aplaud¨ªa un p¨²blico entregado. Bien parecido, su estilo, con las piernas cruzadas e inclinado hasta formar un ¨¢ngulo imposible sobre una silla, hizo furor entre sus colegas. Una vez elevada la flauta, que cay¨® pr¨¢cticamente en desuso a finales del barroco, a pieza solista de categor¨ªa mundial, el m¨²sico se lanz¨® a la orquesta. Y c¨®mo.
Su amor por los instrumentos originales y por el barroco le anim¨® a fundar en 1981 la Orquesta del Siglo XVIII. El conjunto prepara este agosto su gira 121?, que abrir¨¢ con la ¨®pera Cos¨ª fan tutte, de Mozart, en Varsovia (Polonia). Formada hoy por 55 miembros de m¨¢s de 20 pa¨ªses, todos especialistas en la m¨²sica de los siglos XVIII y XIX, viajar¨¢ a Espa?a en 2015 para interpretar El Mes¨ªas, de Haendel. Nada m¨¢s anunciarse la p¨¦rdida del maestro, el conjunto colg¨® en su p¨¢gina de Web una foto que era un aut¨¦ntico homenaje a la tenacidad mostrada durante sus ¨²ltimos a?os, de gran deterioro f¨ªsico. Lleg¨® a dirigir en silla de ruedas.
¡°Es imposible reconstruir con exactitud la m¨²sica del siglo XVIII. Nos falta el medio, nos falta el o¨ªdo de los contempor¨¢neos, esa tradici¨®n; todo se ha perdido. Nosotros oponemos una visi¨®n diferente a la corrupci¨®n de la m¨²sica oficial¡±, declar¨® Br¨¹ggen a Jos¨¦ Luis P¨¦rez de Arteaga en una entrevista que public¨® EL PA?S en 1984. Cinco a?os antes, en 1979, el virtuoso ya hab¨ªa actuado en el Teatro Real de Madrid, dentro del festival de Oto?o. Aquella era su tercera visita a Espa?a para tocar a Mozart, Bach y Beethoven, pero tambi¨¦n a Corelli, Ariosti o Lully. Tambi¨¦n visit¨® San Sebasti¨¢n, Bilbao... Tambi¨¦n dirigi¨® La Pasi¨®n seg¨²n San Juan, con la Real Filharmon¨ªa de Galicia.
Cumplido su deseo de devolver el aut¨¦ntico sonido de la m¨²sica antigua, el holand¨¦s abri¨® el abanico y explor¨® con esp¨ªritu vanguardista temas que llegaron a abarcar cinco siglos. Desde Trebor, el compositor de canciones polif¨®nicas del siglo XIV, al propio Bach. Para ello, nada mejor que los amigos, y as¨ª surgi¨® en 1972 el tr¨ªo Sour Cream, que completaron dos de sus mejores alumnos, Kees Boeke y Walter van Hauwe. En concierto, la sorpresa estaba servida: hab¨ªa flautas, claro, pero tambi¨¦n contrabajos, sintetizadores y hasta tubos de aspirador dom¨¦stico. Fuera de las salas de concierto, su querencia por el Mediterr¨¢neo y los coches deportivos no desentonaban con su imagen de erudito ¡ªjunto con el austriaco Nikolaus Harnoncourt y el tambi¨¦n holand¨¦s Ton Koopman¡ª de la m¨²sica antigua.
Adem¨¢s de impartir clases en la Universidad de Harvard y en la de California (Berkeley), Br¨¹ggen dirigi¨® asimismo la orquesta del Concertgebouw, de ?msterdam y la brit¨¢nica Orquesta del Siglo de las Luces. ¡°Como flautista, era un virtuoso. Como director, tal vez no tuviera la mejor t¨¦cnica, pero pose¨ªa carisma y la gente le segu¨ªa. Por eso los cr¨ªticos le comparaban con un mago¡±, declar¨® su alumno Merlijn Kerkhof, uno de sus alumnos, al rotativo NRC Handelsblad. Un legado especial, porque la flauta de pico dej¨® de ser un instrumento casi infantil gracias a su maestr¨ªa.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.