Mente pl¨¢stica para el siglo XXI
La neurolog¨ªa contempor¨¢nea describe un cerebro mutable, que reconfigura sus neuronas
La neurolog¨ªa del ¨²ltimo siglo document¨® con barroco detalle la forma en que el cerebro se divide en decenas o cientos de regiones especializadas en funciones muy concretas. Si estir¨¢ramos el c¨®rtex cerebral, la arrugada capa externa del cerebro que encarna la mente humana, obtendr¨ªamos algo parecido a una servilleta de restaurante caro, y en ella podr¨ªamos dibujar un mapa mundi pol¨ªtico donde un pa¨ªs se ocupar¨ªa de percibir los acordes musicales, otro de ver las formas del paisaje y otros de entender las frases o medir los tiempos, de sopesar las decisiones y de saber salt¨¢rselas, de comprender el pasado y de imaginar el futuro. El censo de las lesiones cerebrales localizadas, por accidente o enfermedad, pinta un cuadro chocante donde el subjuntivo se revela como un trozo de cerebro y un hombre puede confundir a su mujer con un sombrero, como en el inquietante ensayo de Oliver Sacks. El siglo XX acab¨® viendo la mente como un mosaico de procesadores especializados, cada uno con una arquitectura de circuitos peculiar de dise?o gen¨¦tico, forjado por la selecci¨®n natural y por tanto ¨²nico e irrepetible como todo producto de la historia.
Uno de los grandes cambios de perspectiva que ha experimentado la neurolog¨ªa en tiempos recientes es el de la plasticidad neuronal, que revela unas neuronas, y unos circuitos, capaces en ciertas condiciones de reconfigurarse en respuesta a las peculiaridades del mundo de ah¨ª fuera, al aprendizaje de nuevas tareas, al da?o y la patolog¨ªa. Esto no supone negar los m¨®dulos especializados, pero propone que unos m¨®dulos se pueden transformar en otros reconfigurando sus circuitos. Los ejemplos de plasticidad cerebral no eran desconocidos antes de los a?os ochenta, pero se consideraban meras excepciones. Hoy se considera una propiedad fundamental del cerebro.
La amputaci¨®n de un dedo causa que la zona del c¨®rtex (la servilleta cerebral) que recib¨ªa sus se?ales t¨¢ctiles y se ocupaba de moverlo se adapte a otros dedos vecinos, y la p¨¦rdida de una pierna puede producir orgasmos en la pierna fantasma que ocupa en la mente del paciente el lugar de la de carne. Hay ciegos que pueden reutilizar la parte visual de su c¨®rtex para leer braille.
La plasticidad es fundamental incluso en el desarrollo del cerebro fetal e infantil, pese a que ¨¦ste se rija por un programa gen¨¦tico. Las neuronas empiezan disparando conexiones (sinapsis, en la jerga) hacia todas partes, y es la llegada de las primeras informaciones visuales o auditivas del mundo externo quien se encarga de decidir qu¨¦ sinapsis son m¨¢s ¨²tiles y cu¨¢les se descartan como meros estorbos. La capacidad de hacer esa criba en respuesta al entorno est¨¢ en los genes, pero el entorno es quien dispone la forma del circuito. Gen¨¦tica y entorno no son lo contrario, sino dos caras del mismo proceso.
El siglo XXI es el del cerebro pl¨¢stico, maleable y adaptable a las cambiantes circunstancias del mundo. Pero los genes no han perdido el trabajo, sino todo lo contrario: porque son justo ellos quienes tienen que explicar toda esa magia.
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