La gran memoria de la barbarie
La fotograf¨ªa fue el gran ojo de la Segunda Guerra Mundial. Hasta entonces ning¨²n conflicto b¨¦lico hab¨ªa sido retratado con tales profusi¨®n, detalle y fuerza reveladora, a excepci¨®n de la Guerra Civil espa?ola, que no deja de ser en muchos aspectos (incluyendo un buen pu?ado de los mismos fot¨®grafos) un pre¨¢mbulo de aquella.
Ahora que se cumple el centenario de la I Guerra Mundial resulta muy iluminador comparar las fotos que tenemos de ese conflicto con las de la Segunda. ?Cu¨¢ntas fotograf¨ªas relevantes, verdaderamente inolvidables, recordamos de la Gran Guerra? ?La del lancero alem¨¢n y su caballo equipados ambos con m¨¢scara de gas?, ?alguna de mandos de las potencias centrales con sus cascos puntiagudos? Muy pocas. Recordamos m¨¢s la guerra del 14 por los cuadros, los carteles y las pel¨ªculas que se han hecho despu¨¦s. En cambio, la Segunda nos ha dejado, gracias a la fotograf¨ªa, algunas de las m¨¢s imborrables e ic¨®nicas im¨¢genes de esa eterna actividad humana que es la guerra jam¨¢s contempladas.
El registro es sensacional: la foto de Capa del desembarco en Normand¨ªa el D¨ªa D, la de los marines izando la bandera estadounidense en el monte Suribachi de Iwo Jima, la de Evgeny Haldey de los soldados sovi¨¦ticos colocando su ense?a de la hoz y el martillo sobre el destrozado Reichstag en Berl¨ªn, o las de los hongos at¨®micos. La foto del comandante de batall¨®n sovi¨¦tico pistola en mano animando a sus tropas a seguirlo bajo el fuego, de Max Alpert, es una de las que mejor han mostrado nunca una acci¨®n b¨¦lica, al igual que la de Dmitry Baltermants de soldados de la URSS en noviembre de 1941 atacando a la carrera, ¨¦picas sombras de largos capotes y afiladas bayonetas precipit¨¢ndose a la batalla. Las de los acorazados estadounidenses bombardeados en Pearl Harbour o las ciudades alemanas arrasadas por la aviaci¨®n permanecen en la retina.
Ese c¨¦nit de la crueldad humana que es el Holocausto, indisolublemente ligado a la contienda, qued¨® capturado para siempre con la c¨¦lebre foto del ni?o jud¨ªo con las manos en alto ante los sonrientes miembros de la SD durante la destrucci¨®n del gueto de Varsovia. O la tan terrible del soldado alem¨¢n apuntando su pistola a la cabeza del hombre jud¨ªo instantes antes de recibir el disparo arrodillado ante una fosa llena ya de cad¨¢veres en Vinnytsia, Ucrania. Tambi¨¦n ha quedado retratado el castigo: con las fotos del proceso de N¨²remberg.
Y la felicidad del fin de la guerra: la foto de Alfred Eisenstaedt para Life del beso del marinero a la chica el d¨ªa de la victoria de los Aliados en Times Square. La guerra proporcion¨® asimismo multitud de espl¨¦ndidos retratos, de gente an¨®nima y tambi¨¦n de los grandes protagonistas: MacArthur regresando a las Filipinas, Churchill haciendo la se?al de victoria con los dedos, Montgomery en la torreta de su tanque, Eisenhower rodeado de paracaidistas la v¨ªspera del D¨ªa D, Rommel con sus oficiales, Hitler bajo la torre Eiffel o en su ¨²ltima foto dos d¨ªas antes de matarse¡ El desarrollo tecnol¨®gico y la popularizaci¨®n de las c¨¢maras, la dedicaci¨®n de los corresponsales y el auge de la propaganda son algunas de las razones que explican la inabarcable cosecha fotogr¨¢fica de la II Guerra Mundial.
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