Tras los ¨²ltimos sefard¨ªes
Varias iniciativas privadas muse¨ªsticas en Granada revitalizan la memoria de los judeoespa?oles Recuerdan su cultura, su historia, sus personajes y sus costumbres
¡°Por su aspecto, la gente suele llamarla la estatua del moro, pero en realidad fue un gran m¨¦dico, poeta y traductor jud¨ªo, nacido en Granada¡±. Junto a Yehud¨¢ Ben Sa¨²l Ibn Tib¨®n, que alza su figura en un pedestal a la entrada del barrio del Realejo (Granada), est¨¢ Beatriz Chevalier (Par¨ªs, 1970), que explica a un grupo de turistas ingleses la historia y las costumbres de los jud¨ªos que habitaron Granada a lo largo de los siglos.
Esta estatua es uno de los puntos clave de la ruta guiada que ofrece el Centro de la Memoria Sefard¨ª, del que Chevalier es la responsable. Sus visitantes recorren el antiguo barrio jud¨ªo de la ciudad, bautizada por los musulmanes como Garnata al yahud, que significa ¡®la Granada de los jud¨ªos¡¯, de la que no quedan restos arquitect¨®nicos.
A esta iniciativa privada, que trata de revitalizar la cultura, la historia, los personajes, la vida y las costumbres de los judeoespa?oles en Granada, ciudad donde en 1492 los Reyes Cat¨®licos firmaron el edicto de expulsi¨®n de los jud¨ªos de la pen¨ªnsula Ib¨¦rica, se ha unido otra m¨¢s desde enero de 2014. ¡°La Granada mora y cristiana nadie la discute, y, sin embargo, pocos conocen la Granada jud¨ªa¡±, asegura Andrea Pezzini, gerente del Palacio de los Olvidados, otro museo tem¨¢tico ubicado en el barrio del Albaic¨ªn. Es, adem¨¢s, un espacio promovido por la familia Crespo L¨®pez, tambi¨¦n due?a de la Sinagoga del Agua, ubicada en ?beda (Ja¨¦n), otro punto hist¨®rico de la Espa?a jud¨ªa.
En 1492 los Reyes Cat¨®licos firmaron el edicto de expulsi¨®n de los jud¨ªos de la peninsula
Dos de las piezas centrales del Centro de la Memoria Sefard¨ª, abierto desde marzo de 2013 en la casa de su promotora, tambi¨¦n en el Realejo, son un menor¨¢, que hab¨ªa estado escondido 50 a?os en el garaje de un matrimonio de jud¨ªos espa?oles afincados en Alemania, y un pergamino con el Cantar de Salo m¨®n (Shir Hashirim, en hebreo), cedido por la comunidad Lubavitch de Francia. ¡°Los visitantes se dar¨¢n cuenta de que, para nosotros, lo verdaderamente importante no es el valor de estas piezas, que recopilamos poco a poco, sino la historia que encierran¡±, explica Chevalier.
La colecci¨®n de esta historiadora, afincada en Granada desde hace 24 a?os, incluye una copa de vino para la celebraci¨®n del shabat, adem¨¢s de un shofar, el cuerno que anuncia el A?o Nuevo jud¨ªo (Rosh Hashan¨¢, en hebreo). Est¨¢ compuesta, en gran parte, por piezas donadas por su familia materna. Su abuela, originaria de Baza (Granada), y su madre, jud¨ªa conversa y exiliada en Francia desde los a?os sesenta, son los pilares de la fe que profesa esta francesa. ¡°Mi abuela casi no hablaba espa?ol. De peque?a, cuando ven¨ªamos a Granada de vacaciones, recuerdo escucharlas hablar ladino a mi madre y a ella. Son las que me lo ense?aron¡±, apuntilla emocionada Chevalier sobre uno de los dialectos que los judeo es pa?oles hablaban en la Pen¨ªnsula antes de su expulsi¨®n.
Durante la ruta, Chevalier recuerda la visita de Sally Perel, v¨ªctima del Holocausto, que present¨® en el centro sus memorias T¨²?tienes que vivir. ¡°Aunque algunos piensen lo contrario, en este centro no se habla de pol¨ªtica, se habla de historia¡±, sentencia la responsable despu¨¦s de dar por finalizada la visita guiada. Ya es viernes por la tarde, a punto de la puesta de sol. Chevalier enciende dos velas, coloca el vaso de vino y dos panes trenzados, que posa en una mesa en la sala principal del centro. Es hora de comenzar el shabat,m¨¢s de 500 a?os despu¨¦s de que el ¨²ltimo jud¨ªo lo celebrara en el mismo lugar.
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