Ronda, un para¨ªso, pero menos
La plaza de Ronda es administrativamente de tercera categor¨ªa, pero sentimentalmente de primera
Ronda es una gozada; y su plaza, el para¨ªso. Volver cada a?o a esta ciudad con motivo de la corrida goyesca es un privilegio. Estar sentado en una silla de enea, en un espacio min¨²sculo, enlatado entre piedras centenarias, y contemplar la arquitectura vetusta y maravillosa de este enclave taurin¨ªsimo, es una experiencia inenarrable.
Se siente la sensaci¨®n de tocar la historia, de estar cerca de ese personaje legendario que fue Pedro Romero, y de extasiarse, aunque sea en sue?os, ante faenas de valor supremo que surgieron de la inspiraci¨®n del maestro Antonio Ord¨®?ez, y de tantos otros toreros que desde este ruedo han lanzado al mundo pinceladas imborrables de arte.
La corrida goyesca ha sido santo y se?a de la tauromaquia; alcanz¨® la gloria de la mano de Ord¨®?ez; la publicitaron sus admiradores y amigos, y se convirti¨® en referente social y cultural al hilo de famosos de ¨ªndole diversa, pol¨ªticos, intelectuales y for¨¢neos de tez blanca enrojecida por un sol de los caros.
Pero lleg¨® la crisis. Se acabaron muchas comidas de convite, escasearon las invitaciones de primeras filas de sombra, muchos rostros populares han preferido quedarse en casa, los pol¨ªticos han optado -y hacen bien- por no mostrarse en p¨²blico, y parece como si la corrida languideciese.
Zalduendo / Morante, El Juli, Perera
Toros de Zalduendo, correctamente presentados, inv¨¢lidos, descastados y nobles.
Morante de la Puebla: media estocada y un descabello (silencio); estocada (dos orejas).
El Juli: bajonazo (oreja); estocada y un descabello (oreja).
Miguel ?ngel Perera: pinchazo _aviso_ y estocada (oreja); pinchazo _aviso_ y descabello (vuelta).
Plaza de Ronda. 6 de septiembre. LVIII Corrida Goyesca. Lleno.
Los tendidos se siguen llenando, pero la plaza no vibra como anta?o. Se mantiene el escenario magn¨ªfico y espectacular, pero ha cambiado la obra.
La plaza de Ronda es administrativamente de tercera categor¨ªa, pero sentimentalmente de primera. Y esta es la clave de la regeneraci¨®n que est¨¢ pidiendo a gritos. O la corrida vuelve a erigirse en referente de la fiesta o se desmoronar¨¢ inevitablemente.
?Y d¨®nde est¨¢ la clave? En el toro, naturalmente.
Ayer, una vez m¨¢s, salieron seis toros correctamente presentados para un coso de tercera, pero inv¨¢lidos hasta extremos mortecinos, -no existi¨® el tercio de varas-, sosos, descastados, nobil¨ªsimos como corderitos la mayor¨ªa de ellos, e impropios para un triunfo de verdad, de esos que quedan en la memoria para siempre.
Cartel de lujo donde los haya, tres triunfadores que todav¨ªa suscitan inter¨¦s; los tres cortaron orejas, pero casi todo son¨® a hueco. Incluso las pinceladas geniales de Morante con capote y muleta supieron no m¨¢s que a toreo de sal¨®n para satisfacer a paladares muy generosos. Ni un pase admiti¨® su muy descastado primero, y ante el cuarto, al que no se le vio una sola gota de sangre tras el piquero, tan amuermado como bondadoso, se luci¨® por chicuelinas preciosistas, olorosos naturales y detalles torer¨ªsimos a un moribundo.
Con dos toros que desarrollaron brusquedad se encontr¨® El Juli, que demostr¨® su habitual poder¨ªo, sus formas tan t¨¦cnicas como fr¨ªas y su capacidad indiscutible para superar cualquier adversidad de su oponente. Fue m¨¢s poderoso que ortodoxo, y dej¨® la impronta de su innata capacidad y sus maneras habitualmente tan suficientes como ventajistas.
El tercero, Perera, se dio dos arrimones; el primero, ante un animal birrioso; el otro, ante un toro de poca clase. Demostr¨®, no obstante, que vive un momento dulce.
En fin, que falt¨® toro, y sin toro no hay triunfo de verdad, sea cual sea la tradici¨®n de la goyesca. Lo dicho, Ronda es un para¨ªso, pero menos.
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