Un museo para el poeta
M¨¦xico inaugura el ¨²ltimo gran acto del centenario de Octavio Paz Una exposici¨®n donde su poes¨ªa dialoga con las obras de Picasso, Kandinsky o Hooper.
Se entrar¨ªa por una austera casona del siglo XIX. Dentro se proyectar¨ªan obras de Delacroix y textos de Baudelaire. Detr¨¢s de la casa, un edificio moderno con siete salas de paredes met¨¢licas colocadas en c¨ªrculo alrededor de un patio cubierto con un cristal en forma de estrella. Debajo, dos estatuas de Chillida. As¨ª imagin¨® uno de los m¨¢s celebres arquitectos mexicanos como ser¨ªa un museo que albergara todas las obras de arte sobre las que Octavio Paz puso su mirada y su letra. Aquel proyecto de Teodoro Gonz¨¢lez de Le¨®n?qued¨® en un boceto de los a?os noventa. Pero hoy, en el centenario del nacimiento del poeta, el palacio de Bellas Artes de la Ciudad de M¨¦xico ha recuperado en parte aquella enso?aci¨®n de ensamblar poes¨ªa y arte pl¨¢stico con una muestra de 228 obras sobre las que el premio nobel de literatura mexicano tuvo algo que decir.
Paz, poeta, ensayista, traductor, cr¨ªtico de arte y pol¨ªtica, fue un prototipo de la figura del intelectual del siglo XX. "Su inter¨¦s por el arte fue tan vasto y abarcador que sus reflexiones sobre la pl¨¢stica ofrecen por s¨ª solas uno de los panoramas m¨¢s completos para disfrutar el desarrollo de las principales expresiones art¨ªsticas de todos los tiempos¡±, record¨® Rafael Tovar, presidente del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes durante la presentaci¨®n de Esto en Aquello. Octavio Paz y el arte. T¨ªtulo sacado, precisamente, de uno de sus textos, donde resuelve la ecuaci¨®n entre ambas disciplinas encontrando una esencia compartida: la met¨¢fora. El pintor traduce la palabra en im¨¢genes pl¨¢sticas y el poeta es el que convierte en palabras las l¨ªneas y los colores. As¨ª, las composiciones monocromas de Rothko evocan para Paz ¡°el mar, el cielo, el desierto, met¨¢foras del infinito¡±.
Pinturas, esculturas, fotograf¨ªas e instalaciones provenientes de diferentes museos como la Tate Modern de Londres, el Reina Sof¨ªa de Madrid o el San Francisco Museum of Modern Art y colecciones privadas de M¨¦xico, Estados Unidos, Canad¨¢, Europa y Asia, dan forma a uno de los actos m¨¢s ambiciosos del programa de actividades que conmemora el centenario del poeta.
Contiene desde piezas precolombinas hasta arte oriental, pero el mayor peso de la colecci¨®n es para las vanguardias del siglo XX, de las que el propio Paz fue heredero y protagonista. Picasso, Duchamp, Mir¨®, Pollock, Ernst o Kandinsky se pasean por las 11 salas en las que se distribuye la exposici¨®n. La intenci¨®n de la muestra es provocar un di¨¢logo entre los textos del poeta, las obras y el espectador. Para eso, cada obra va acompa?ada de su fragmento correspondiente en?Los privilegios de la vista, el cuarto y monumental tomo (1160 p¨¢ginas) de la obra completa de Octavio Paz, donde se re¨²nen sus brillantes escritos sobre las artes visuales de M¨¦xico y del mundo.
El mayor peso de la colecci¨®n es para las vanguardias del siglo XX
El recorrido no guarda un orden cronol¨®gico, pretende ser una exposici¨®n "estructurada de forma diacr¨®nica y sincr¨®nica para mover fronteras geogr¨¢ficas y tambi¨¦n el tiempo", seg¨²n el curador H¨¦ctor Tajonar. La selecci¨®n est¨¢ m¨¢s bien ordenada por bloques de afinidad est¨¦tica, correspondiendo con los afectos o desencuentros que tuvo Paz con algunas corrientes o autores. Por ejemplo, con su compatriota el muralista Diego Rivera, del que consideraba que su nacionalismo era ¡°una mera decoraci¨®n y superficie pintoresca¡±.
Uno puede, no obstante, rastrear trav¨¦s de la muestra la pista biogr¨¢fica del poeta. Con 23 a?os Paz asisti¨® en Espa?a al II Congreso Mundial de Escritores Antifascistas, basti¨®n de estalinismo europeo. Eran los a?os treinta, su ¨¦poca de militancia, cuando Arag¨®n, Eluard, Neruda, los poetas de izquierda que ¨¦l admiraba convert¨ªan sus obras en armas de combate. Pero Paz fue poco a poco desentendi¨¦ndose de una est¨¦tica y de una ¨¦tica fundada en el dogma de la revoluci¨®n sovi¨¦tica. En esta tensi¨®n entre pol¨ªtica y literatura, que marcar¨ªa de por vida al autor, Paz se vuelca en una expresi¨®n m¨¢s emocional tanto de la pol¨ªtica y como del arte. M¨¢s cerca, por ejemplo, de Picasso, a quien consideraba el mayor ejemplo de pintor de su tiempo. ¡°La excentricidad de Picasso es arquet¨ªpica. Un arquetipo contradictorio, el que se funden las im¨¢genes del pintor, el torero y el cirquero¡±, dice la cita que acompa?a a Las meninas del pintor malague?o.
En su primera ¨¦poca en Francia, al servicio del cuerpo diplom¨¢tico mexicano en Paris, se queda prendado de la subversi¨®n surrealista y su intento de ¡°unir en una sola las dos consignas de Marx y Rimbaud: cambiar al mundo/ cambiar al hombre¡±. Paz encontr¨® en aquellos arque¨®logos del sue?o la justificaci¨®n perfecta para su defensa explosiva de la libertad interior, la subjetividad y la omnipotencia del deseo. A prop¨®sito de uno de los cad¨¢veres exquisitos de su amigo Andr¨¦ Breton, recogidos en la muestra, recuerda cual era la misi¨®n: ¡°ni vida art¨ªstica ni arte vital: regresar al origen de la palabra, al momento en que hablar es sin¨®nimo de crear¡±.
Paz encontr¨® adem¨¢s muchas conexiones entre esa experiencia ir¨®nica de la cultura y el acervo popular de su pa¨ªs. En las creaciones del ilustrador y caricaturista mexicano Jos¨¦ Guadalupe Posada, famoso por sus escenas costumbristas de la ¨¦poca de la Revoluci¨®n en la que sus protagonistas son esqueletos, ve el antecedente de ese juego de hacer extra?o lo familiar: ¡°Ese humor, negro, verde o violeta, est¨¢ impregnado de simpat¨ªa ante las debilidades y locuras de los hombres¡±.
El erotismo, que ocupa un papel central en el discurso de Paz, tambi¨¦n tiene su espacio en la muestra
El bloque titulado Los dos conquistas: la de las armas y la de las almas, muestra la visi¨®n compleja y contradictoria de Paz sobre aquel suceso hist¨®rico. Tal y como explic¨® en su c¨¦lebre ensayo El Laberinto de Soledad, la identidad mexicana est¨¢ tr¨¢gicamente condicionada por una suerte de sangriento pecado original. No solo fue una derrota armada sino una victoria de la cultura occidental sobre la mesoamericana. En su interpretaci¨®n de varias iconograf¨ªas religiosas mexicanas del sigo XVIII, concluye que el resultado es una contaminaci¨®n mutua: ¡°hubo conversi¨®n al cristianismo y conversi¨®n del cristianismo¡±. As¨ª, en La Virgen de Guadalupe, el s¨ªmbolo religioso m¨¢s seguido del pa¨ªs, ¡°se funden los atributos de las antiguas diosas con las v¨ªrgenes cristianas. Es natural que los indios la llamen todav¨ªa con uno de los ep¨ªtetos de la diosa de la tierra: Tonantzin nuestra madre¡±. Pero el atributo de esta nueva diosa no es ya velar por la fertilidad de la tierra sino ser el refugio de los desamparados. ¡°La Virgen es consuelo de los pobres, el escudo de los d¨¦biles, el amparo de los oprimidos. En suma la madre de todos los hu¨¦rfanos¡±.
El erotismo, que ocupa un papel central en el discurso de Paz, tambi¨¦n tiene su espacio en la exposici¨®n. ¡°El erotismo es sexualidad transfigurada: met¨¢fora. El agente que mueve lo mismo al acto er¨®tico que al po¨¦tico es la imaginaci¨®n. Es la potencia que transfigura al sexo en ceremonia y rito, al lenguaje en ritmo y met¨¢fora¡±. Es en oriente donde encuentra las m¨¢s diversas expresiones art¨ªsticas surgidas de la potencia de Eros. En los a?os sesenta fue nombrado embajador de M¨¦xico en la India. All¨ª conocer¨ªa a Marie Jos¨¦ Tramini, su tercera y ¨²ltima compa?era.?
Babelia
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