Oh, oh, oh, oh, what a feeling!
Pablo Derqui y Nathalie Poza deslumbran en 'Desde Berl¨ªn' una espl¨¦ndida recreaci¨®n de 'Berl¨ªn', de Lou Reed, dirigida por Andr¨¦s Lima
El Romea barcelon¨¦s ha abierto temporada bajo el signo del riesgo: Desde Berl¨ªn es un espect¨¢culo duro, intenso y valiente. Borja Sitj¨¤, nuevo director art¨ªstico, quer¨ªa rendir homenaje a su amigo Lou Reed y encarg¨® la funci¨®n a Andr¨¦s Lima, que firma aqu¨ª su mejor trabajo de los ¨²ltimos a?os, el m¨¢s hondo, medido y cuajado: la atm¨®sfera, los movimientos, la decantaci¨®n de la m¨²sica, las impresionantes interpretaciones de Pablo Derqui y Nathalie Poza. Desde Berl¨ªn es un espect¨¢culo arriesgado por tema, por tono, y porque pocas cosas hay tan dif¨ªciles como trasladar el esp¨ªritu de un disco al teatro. Rolling Stone dijo en su momento que era ¡°uno de los discos m¨¢s deprimentes de la historia¡±. Bueno, ya pod¨ªan imaginarse que hac¨ªa fr¨ªo en Alaska. Lo que se les olvid¨® decir es que era tambi¨¦n uno de los m¨¢s grandes y, para mi gusto, el mejor de Lou Reed, y una novela r¨ªo de oscuras espumas en 10 cap¨ªtulos como 10 ventanas. Gran funci¨®n, pues, para un gran disco.
A diferencia de tantos jukebox musicals inanes en torno a un artista o una selecci¨®n de ¨¦xitos, aqu¨ª tenemos un musical ¡°esencial¡±, una recreaci¨®n o, mejor, una devoluci¨®n, como dec¨ªan los situacionistas: el universo emocional de Berlin (1973), con todos sus ecos y sensaciones, con su violencia, su poes¨ªa, su humor negro, su desesperaci¨®n y su lucidez.
Lima pidi¨® a Juan Villoro, Juan Cavestany y Pau Mir¨® que escribieran escenas inspiradas en las canciones, y luego arm¨® una dramaturgia que funciona po¨¦ticamente, por puentes y resonancias, para narrar un viaje desde el breve para¨ªso (Berl¨ªn) hasta el infierno que qued¨® atr¨¢s (Sad song), de la luz de las velas y el Dubonnet con hielo al fr¨ªo que entra por un cristal roto de un pu?etazo, el fr¨ªo del vac¨ªo y la cuchilla.
Un viaje o un caleidoscopio que despliega ante nosotros la historia de Jim y Caroline o de todos los Jims y Carolines posibles, cambiando a cada giro. ¡°Hay una cara que solo puedo tener contigo¡±, dice ella. ¡°Ojal¨¢ hubiera una muerte natural para el amor¡±, contesta ¨¦l desde otro tiempo, el tiempo del recuerdo. Est¨¢n en un t¨²nel y a veces hay literales estallidos de luz (luz blanca, calor blanco, por supuesto); a veces todo sucede, junto y cambiante, en el mismo pasaje, como cuando Caroline, borrach¨ªsima, proclama su amor, su alegr¨ªa, su desamparo, su miedo, y en las pantallas en bisel la vemos vagando perdida, en blanco y negro (excelentes filmaciones de Miguel ?ngel Rai¨®), mientras suena Lady Day.
No ha de ser f¨¢cil para los actores pasar de un estado emocional a otro sin una trama narrativa y abordando cada escena en su momento ¨¢lgido, de intensidad en intensidad. A ratos recuerdan a Oliveira y la Maga; a ratos los textos hacen pensar, por su aura alucinada y claustrof¨®bica, en las parejas malditas de las ¨²ltimas obras de Tennessee Williams, como Out cry o I can¡¯t imagine tomorrow. Hay escenas a caballo entre el realismo y la magia, como el encuentro er¨®tico de alto voltaje, casi una danza a los sones, de ¡®Perfect day¡¯ en la versi¨®n de Anthony, o que viran inesperadamente de lo cotidiano (¡°En alg¨²n momento tendremos que comer¡±) a la fantasmagor¨ªa: el supermercado desaparecido, el amante que se desdobla y cree follar por procuraci¨®n. Andr¨¦s Lima utiliza otros materiales de Reed que vienen al pelo (Perfect day, Heroin, Vanishing act) y m¨²sica adicional, en la misma longitud de onda, compuesta por Jaume Manresa, exteclista del grupo Ant¨°nia Font.
Y en el centro y en lo alto y en todas partes, porque no puedes dejar de mirarles, relumbran Pablo Derqui y Nathalie Poza, llenando el escenario minuto a minuto, con una qu¨ªmica rara y soberbia, hecha de abrazos y repulsas. La Caroline de Nathalie Poza est¨¢, como dice la canci¨®n, entre Mar¨ªa Estuardo y una ni?a mir¨¢ndose las puntas de los pies. Tiene algo de la pureza de Sharon Tate y de la deriva son¨¢mbula de Edie Sedgwick, y la mezcla de dulzura y tiniebla de la primera Marianne Faithfull. Y canta (?y c¨®mo canta!) y, sombra tras un velo, toca el piano, del mismo modo que Pablo Derqui ha aprendido a tocar la guitarra para rasguear Oh, Jim y The kids. El Jim de Derqui es un dulce cr¨ªo loco, un macarra violento, un yonqui paranoico, un personaje de opereta brechtiana (los cabareteros pasos de baile de How do you think it feels), y vuelve a ser Zucco cuando recita Heroin, sobre la guitarra de Joan Miquel Oliv¨¦, y las l¨ªneas, es sorprendente, suenan como si las hubiera escrito Kolt¨¨s: ¡°Me gustar¨ªa haber navegado por el mar de noche, en un enorme barco de vapor, lejos de la gran ciudad, donde un hombre no puede ser libre de todos los males, de este lugar y de m¨ª mismo y de quienes me rodean¡¡±.
He dicho ¡°recita¡± y habr¨ªa que buscar otra palabra porque lo que hacen Poza y Derqui va mucho m¨¢s all¨¢: encarnan, transmutan, te hacen creer que es lo que realmente sienten los personajes en cada situaci¨®n. Luego llega, como una cita fatal, The kids (¡°Se est¨¢n llevando a sus hijos¡¡±), y fue como volver a escucharla en su aut¨¦ntica primera vez, porque en el disco editado en Espa?a la censura se puli¨® la canci¨®n, lo recuerdo muy bien, y tambi¨¦n recuerdo que cuando al fin la escuch¨¦, uno o dos a?os m¨¢s tarde, en una edici¨®n importada, cre¨ªa que las voces de los ni?os (¡°Mamiiiii!!!¡±) ven¨ªan de mi cabeza. No s¨¦ a qui¨¦n se le ha ocurrido insertar Vanishing act, pero es una idea soberbia, porque es de The Raven, pero podr¨ªa haber estado en Berlin, un bonus track rescatado: Nathalie Poza canta de nuevo tras la pantalla (¡°Ser¨ªa agradable no estar aqu¨ª¡¡±) y Caroline comienza a esfumarse, a perderse en la niebla, y Jim la contempla, mirando por ¨²ltima vez su rostro a la luz de una vela. Y llega, desde el otro lado, la terrible The bed y la escena m¨¢s estremecedora del espect¨¢culo, el fantasma de Caroline al borde de la cama, haci¨¦ndonos ver el lugar donde ella reposaba la cabeza, el lugar donde fueron concebidos sus hijos, el lugar donde se cort¨® las venas aquella noche extra?a y fat¨ªdica, y es dif¨ªcil no romperse escuchando c¨®mo Poza canta eso, antes de hundirse para siempre como si la cama la tragara, y ah¨ª queda su sombra sola, y Jim solo, ¡°desierta cama, y turbio espejo, y coraz¨®n vac¨ªo¡±, como en aquel verso de Machado, cortando amarras, diciendo adi¨®s (eso te crees t¨²) a todo eso, mientras retumba, funeral, Sad song. Lou Reed se sentir¨ªa muy honrado. Y muy reconocido. Vamos a respirar un poco.
Desde Berl¨ªn. Tributo a Lou Reed. Textos de Juan Villoro, Juan Cavestany y Pau Mir¨®. Dramaturgia y direcci¨®n: Andr¨¦s Lima. Int¨¦rpretes: Nathalie Poza y Pablo Derqui. Teatro Romea. Barcelona. Hasta el 19 de octubre.
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