La triple redenci¨®n

A pesar de que David Gordon Green abri¨® oficialmente su carrera como director con George Washington (2000), que le acredit¨® como fuerza relevante en un nuevo relevo generacional del cine indie norteamericano, su obra no accedi¨® a los circuitos comerciales de nuestro pa¨ªs hasta mucho m¨¢s tarde. Tan tarde, de hecho, que el debutante ya se hab¨ªa transformado en otra cosa, incluso contradictoria, con la firme identidad que suger¨ªan la vocaci¨®n realista y el melanc¨®lico lirismo de sus primeros trabajos: un director de comedias de la escuder¨ªa Apatow. No obstante, en la a¨²n no estrenada Prince Avalanche (2013), Green emprend¨ªa un camino de vuelta a las ra¨ªces, en busca de su rev¨¢lida como autor y, tambi¨¦n, de cierta redenci¨®n a ojos de los gestores del prestigio cultural. Joe y la reci¨¦n presentada en Venecia Manglehorn confirman que este nuevo cap¨ªtulo en su trayectoria no ser¨¢ fugaz.

En Joe, adaptaci¨®n de una novela de Larry Brown, se acumulan las ansias de redenci¨®n: la del cineasta y la de su actor principal ¡ªese Nicolas Cage demonizado por su tendencia al registro flamboyant¡ª se reflejan y confluyen en la del personaje del t¨ªtulo, un tipo con pasado turbulento al que la polic¨ªa no acaba de dejar en paz y que, en el curso del relato, se convertir¨¢ en padre sustitutorio de Gary (Tye Sheridan), hijo de un alcoh¨®lico terminal, maltratador y pendenciero. Green mezcla a sus actores con presencias no profesionales y los funde a todos en un paisaje condenado: un bosque que los personajes tienen que envenenar para su tala posterior. Todo en Joe transpira violencia: desde los ladridos de los perros hasta esos interiores dom¨¦sticos reconvertidos en provisionales salas de despiece animal.

Una apertura muy poderosa y una exc¨¦ntrica y crispada escena de felaci¨®n brillan en un conjunto que revive un realismo americano de alma ¨¢spera.