China comunica
El pasado jueves, el Gobierno uruguayo decret¨® jornada de duelo (¡°con honores de Estado¡±) y banderas a media asta para China Zorrilla, aut¨¦ntica gloria nacional, que acababa de morir a los 92 a?os. Fue una gran mujer de teatro, con un repertorio ampl¨ªsimo (Brecht, Pirandello, Chejov, Coward, Strindberg, Simon); dirigi¨® (¨®pera incluida); produjo, tradujo; actu¨® tambi¨¦n en m¨¢s de cincuenta pel¨ªculas, y se retir¨® al cumplir los noventa, con un recital en el Cervantes bonaerense. En 1984 la descubr¨ª en la pantalla: me deslumbr¨® como la enfermera sabia e ir¨®nica en Darse cuenta, de Alejandro Doria, junto a Beto Brandoni, otro monstruo sagrado. Tard¨¦ 15 a?os en verla en directo. Vino a Barcelona en julio de 2001 para participar en el Grec, en el Convent de Sant Agust¨ª, con un mon¨®logo inolvidable de dos horas y media en el que repasaba su vida esc¨¦nica. Era una actriz imbatible, muy divertida y muy honda, de verdad instant¨¢nea, que me hac¨ªa pensar en un cruce entre Penelope Wilton y Jacqueline Maillan con el perfume elegante de nuestra Julia Guti¨¦rrez Caba.
Hablamos a la salida y, para mi sorpresa, me pidi¨® el tel¨¦fono. Llam¨® desde Buenos Aires a los pocos d¨ªas y la conversaci¨®n continu¨® durante varias semanas. ¡°Se va usted a arruinar, China¡±, le dec¨ªa. ¡°Ya le llamo yo, no gaste plata¡±, me contestaba. En aquellas charlas, siempre a media tarde, me cont¨® muchas cosas. Ya hab¨ªa estado en nuestro pa¨ªs, en Madrid, en 1962, con el TCM (Teatro de la Ciudad de Montevideo), que hab¨ªa fundado un a?o antes, con Antonio Larreta y Enrique Guarnero. ¡°Hicimos un Lorca, La zapatera prodigiosa, y un Lope, Porfiar hasta morir, en el Espa?ol. ?Y en pleno agosto!, agosto de los suyos¡±, dec¨ªa. En 1973, la dictadura de Bordaberry le prohibi¨® actuar, y se exili¨® a Buenos Aires, ¡°a los cincuenta a?os, con la carrera hecha¡±. Volvi¨® a Montevideo con la democracia, en 1985. Quer¨ªa hacer en Espa?a una funci¨®n que hab¨ªa representado cientos de veces, Eva y Victoria, de M¨®nica Ottino, sobre la espinosa relaci¨®n entre Eva Per¨®n y Victoria Ocampo (ella interpretaba a Victoria). En 2005 rod¨® aqu¨ª Elsa y Fred, la pel¨ªcula de Marcos Carnevale. Manolo Alexandre estaba exultante: ¡°?Mi primer protagonista, y con este pedazo de actriz! Nos basta con mirarnos unos segundos y ya estamos en situaci¨®n¡±.
En aquellas charlas, siempre a media tarde, me cont¨® muchas cosas
Tuvo maestras excepcionales. Hab¨ªa estudiado en la RADA, en el Londres de los primeros cuarenta (de ah¨ª su tono british) con la gran Katina Paxinou, ¡°la Pilar de Por qui¨¦n doblan las campanas¡±. Y con Margarita Xirgu, por supuesto, que la dirigi¨® varias veces en la Comedia Nacional. Contaba una hermosa historia de la Xirgu: ¡°Viajamos a Salto, al norte de Uruguay, para un homenaje a Lorca. Alberto Closas, Walter Vidarte, Margarita y yo. El recital era a las tres de la tarde, al aire libre. Pueblo desierto, sol abrasador. Interpretamos la escena final de Bodas de sangre (Girasol de tu madre / espejo de la tierra / que te pongan al pecho / cruz de amargas adelfas) y nos dimos cuenta de que algo pasaba. Margarita siempre lanzaba dos ayes, solo dos, secos, como dos golpes. Pero aquella tarde fueron los ayes m¨¢s desgarrados que yo nunca le escuch¨¦. Lloraba, gritaba. Me di cuenta de que aquella tarde de julio no era la madre de Bodas de sangre. Era Margarita enterrando a Lorca: a su hijo¡±. Buen viaje, China.
Babelia
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