Las c¨¢maras ruedan en Altamira
Durante d¨¦cadas se ha prohibido grabar en las cuevas, pero ahora acogen al equipo del director L¨®pez Linares, que trabaja en estrictas condiciones para respetar las pinturas
Altamira vuelve a ser noticia. 135 a?os despu¨¦s del descubrimiento de sus famosos bisontes por Marcelino Sanz de Sautuola y su hija Mar¨ªa, y en medio de un caldeado debate (cient¨ªfico y tambi¨¦n pol¨ªtico) sobre la conveniencia o no de reabrir al p¨²blico ¡ªde forma regulada¡ª este santuario del arte rupestre, dos c¨¢maras de cine han entrado a la cueva como parte de un ambicioso documental que pretende recrear la historia fabulosa de su descubrimiento e indagar en su esencia ¨²ltima: el misterio de la creaci¨®n art¨ªstica desde el origen del hombre.
Cerrada al p¨²blico desde 2002, no se autorizaba a filmar en el interior de la cueva original hace d¨¦cadas. De ah¨ª que El maestro de Altamira, dirigido por Jos¨¦ Lu¨ªs L¨®pez Linares (Un instante en la vida ajena, Goya 2005), sea todo un acontecimiento, aunque llegar hasta aqu¨ª no haya sido f¨¢cil. Pese a contar con el permiso del Ministerio de Educaci¨®n, Cultura y Deportes, el cineasta ha tenido que esperar casi un a?o debido a las investigaciones cient¨ªficas que desde 2012 se vienen realizando para elaborar el nuevo Plan de Conservaci¨®n Preventiva y determinar el r¨¦gimen de acceso.
EL PAIS acompa?¨® esta semana a L¨®pez Linares durante los primeros d¨ªas de rodaje. Se realizaron entre severas medidas de seguridad y con estricto control de una serie de par¨¢metros, como temperatura, CO2, humedad y presi¨®n atmosf¨¦rica, que fueron monitoreados en tiempo real mientras el equipo trabajaba en el interior de la caverna.
El tiempo m¨¢ximo de rodaje diario es de 360 minutos entre todo el equipo
Para entender de qu¨¦ rigor estamos hablando, baste describir las condiciones de la filmaci¨®n. El rodaje (previsto del 6 el 16 de octubre) se autoriz¨® s¨®lo para seis d¨ªas intercalados (lunes, martes y jueves de dos semanas consecutivas). El resto (mi¨¦rcoles, viernes, s¨¢bado y domingo) Altamira deb¨ªa descansar ¡°para recuperarse¡±. Tambi¨¦n se estipul¨® un tiempo limitado para estar en el interior de la cueva c¨¢ntabra, que tiene 270 metros de longitud. El tiempo m¨¢ximo diario era de 360 minutos, pero s¨®lo se pod¨ªa estar 120 minutos dentro de Pol¨ªcromos, la sala en cuyo techo se encuentran pintados los bisontes, el espacio m¨¢s protegido de Altamira.
120 minutos no es mucho, pero no est¨¢ mal, podr¨ªa pensar uno. Error: los 120 minutos eran para ¡°todo¡± el equipo; es decir, cuando entran dos personas, las dos horas son 60 minutos, si entran tres, 40 minutos¡ Y a ello hay que sumar el tiempo que consuman las dos gu¨ªas-vigilantes encargadas de acompa?ar a los cineastas en todo momento, cron¨®metro en mano.
El 6, 7 y 9 de octubre entraron cada d¨ªa tres miembros del equipo (vestidos con monos antis¨¦pticos desechables, mascarilla, gorro y zapatos especiales desinfectados). En una caseta encima de la caverna, a trav¨¦s de un ordenador dos t¨¦cnicos supervisaron in situ cada 15 minutos c¨®mo cambiaban las condiciones en el interior debido a la presencia de los cineastas, que iban pertrechados con dos c¨¢maras digitales de alta resoluci¨®n (4K/RAW) y un equipo especial de luces fr¨ªas de alta reproducci¨®n crom¨¢tica, cuya tecnolog¨ªa pr¨¢cticamente no altera la temperatura.
¡°El primer d¨ªa la cueva estaba a 14,2 grados cuando entraron; al salir la temperatura era de 14,6, pero recuper¨® su valor habitual en un par de horas¡±, indic¨® Luis Santiago Quind¨®s, doctor en F¨ªsica y uno de los responsables del Proyecto de Accesibilidad, conectado tambi¨¦n a la cueva desde sus oficinas en la Universidad de Cantabria, en Santander. El mismo control se practica desde febrero con el experimento de las entradas reguladas de p¨²blico (5 personas a la semana elegidas por sorteo, m¨¢s dos gu¨ªas acompa?antes; la visita dura 37 minutos, s¨®lo ocho de ellos en Pol¨ªcromos).
Puede parecer una exageraci¨®n. Pero as¨ª es. El experimento deb¨ªa durar seis meses pero se ha prorrogar¨¢ otros seis m¨¢s, para completar un a?o, aunque los primeros resultados son reveladores y ya se han hecho p¨²blicos. ¡°Los principales peligros para las pinturas se deben a la naturaleza, y eso continuar¨¢. No podemos hacer casi nada. Las visitas tienen un impacto casi imperceptible¡±, dijo recientemente Ga?l de Guichen, responsable del equipo cient¨ªfico que estudia la conservaci¨®n de Altamira, patrimonio de la Humanidad de la Unesco desde 1985. De Guichen, como el director de la cueva de Altamira, Jos¨¦ Antonio Lasheras, cree que una obra de arte ¡°no est¨¢ para guardarse en una caja fuerte¡±.
Durante la filmaci¨®n se controlan el CO2, la temperatura y la humedad
¡°La conservaci¨®n es el medio, pero el fin es el uso, desde luego, un uso sustentable¡±, opina Lasheras, que lleva 25 a?os gestionando el patrimonio de Altamira. Est¨¢ claro que solo es accesible lo que conservamos, dice. Pero la preservaci¨®n no debe ser ¡°un fin en s¨ª mismo¡±, sino ¡°el medio para acceder al patrimonio y conocerlo mejor, y tambi¨¦n, por supuesto, para disfrutarlo, cultural y emocionalmente¡±.
En El maestro de Altamira Lasheras guiar¨¢ a L¨®pez Linares por los recovecos de la cueva y le presentar¨¢ algunas de sus maravillas, que tienen que ver mucho con ese misterio del arte que est¨¢ en el coraz¨®n del documental. ¡°Altamira sobrecoge a cualquiera... Y ello se debe en gran medida a que es una obra maestra y un icono, adem¨¢s de una s¨ªntesis excelente de la pintura de las cavernas¡±. Recuerda Lasheras que uno de los placeres de haber pasado tanto tiempo en Altamira ha sido acompa?ar a grandes pintores por la cueva. ¡°Un d¨ªa estaban Lucio Mu?oz y Enrique Gran ensimismados mirando las pinturas, y Gran dijo en voz muy baja: ¡°Lucio, est¨¢ todo aqu¨ª ?eh?¡±. Sin hablar, Lucio Mu?oz lo mir¨®... y asinti¨®¡±.
Al arquitecto y pintor Juan Navarro Baldeweg, autor del Museo de Altamira, que alberga la neocueva donde se reproduce con asombrosa fidelidad la sala de los bisontes (ha recibido ya 3.500.000 visitas desde su inauguraci¨®n en 2001), lo que m¨¢s le ha conmovido siempre reside en esta condici¨®n de verdadero arte. ¡°Eran grandes pintores, era una aut¨¦ntica cultura de pintores¡±, asegura. ¡°La forma en que aprovechaban el relieve, c¨®mo captaban el movimiento de los animales y eran capaces de animar y convertir en arte algo que ve¨ªan en la realidad, era algo muy sofisticado¡±.
Despu¨¦s de los primeros tres d¨ªas de rodaje, pasadas las tensiones iniciales de filmar en condiciones tan dif¨ªciles y obtenidas ya im¨¢genes ¡°impresionantes¡±, L¨®pez Linares es consciente de su reto: ¡°ser fiel a lo que representan las cuevas de Altamira, donde te das cuenta de que el arte es el mismo ahora y hace 15.000 a?os¡±.
Una sobremesa muy productiva
El proyecto de El maestro de Altamira comenz¨® hace algunos a?os en la sobremesa de una comida entre el cineasta Jose Luis L¨®pez Linares, el productor ?lvaro Longoria (Morena Films) y el pintor, escultor y arquitecto Joaqu¨ªn Vaquero Turcios (fallecido en 2010). Sus palabras emocionadas sobre el valor de Altamira fueron la chispa que prendi¨® el proyecto. El documental cuenta la apasionante historia del descubrimiento de Altamira por Mar¨ªa Sanz de Sautuola y su padre Marcelino, y los prejuicios e incomprensiones que tuvo que enfrentar este para que su deducci¨®n del origen paleol¨ªtico del autor de las pinturas fuera aceptada. La historia, enhebrada por los ojos de Mar¨ªa, cuenta tambi¨¦n qui¨¦nes eran y c¨®mo viv¨ªan los humanos que habitaron Cantabria hace 15.000 a?os e indaga en el misterio de la creaci¨®n art¨ªstica.
Morena Films acaba de iniciar, adem¨¢s, el rodaje de Altamira, dirigida por Hugh Hudson (Carros de fuego) y protagonizada por Antonio Banderas. El guion es del propio Linares con Olivia Hetreed (La joven de la perla). La ficci¨®n y el documental son complementarios y nacidos de la misma sobremesa, y tienen como antecedente La cueva de los sue?os olvidados, del cineasta alem¨¢n Werner Herzog (que transcurre en la caverna francesa de Chauvet)..
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