Despecho, celos, venganza... y libros
Escritores, fil¨®sofos y especialistas abordan las causas y los efectos del tema del combate amoroso en la literatura. Varias obras coinciden en la mesa de novedades
Nadie escapa a su tentaci¨®n. La venganza por despecho amoroso anida en alg¨²n rinc¨®n del coraz¨®n enmascarada de alivio al dolor. Tres libros recientes dan fe: Gracias por este momento (Maeva), de Val¨¦rie Trierweiler, es el testimonio-castigo de la expareja del presidente franc¨¦s, Francois Hollande; Palais de Justice (Galaxia Gutenberg), de Jos¨¦ ?ngel Valente, desvela pasajes privados de la vida del poeta; y As¨ª empieza lo malo (Alfaguara), de Javier Mar¨ªas, ejemplo de motivo esencial en una ficci¨®n.
La venganza en la literatura procede de dos estirpes: la primera como elemento inspirador y art¨ªstico, para iluminar zonas oscuras de la condici¨®n humana, y la otra, espuria, para saldar cuentas.Seg¨²n escritores, fil¨®sofos y especialistas, recurrir a la literatura como arma de despecho no suele dejar como resultado un buen libro, s¨ª es, en cambio, un territorio f¨¦rtil para, a partir de ah¨ª, crear buenas obras. Es la prueba de que la venganza no es un plato que se sirve fr¨ªo sino hirviendo.
La literatura, afirma Rosa Montero, ¡°aspira a encontrar el sentido del mundo, el sentido de la vida, el sentido del dolor; no puedes reducir esa b¨²squeda inmensa y esencial a la sucia, rid¨ªcula y, a menudo, mentecata peque?ez de una venganza amorosa¡±.
Nadie escapa a su tentaci¨®n. Ese rastro de llanto encolerizado de despecho est¨¢ en la literatura, desde los cl¨¢sicos griegos y romanos, la Biblia y Las mil y una noches, hasta El ¨²ltimo encuentro, de S¨¢ndor M¨¢rai, y El t¨²nel, de Ernesto S¨¢bato; pasando por Otelo, de Shakespeare; o Cumbres borrascosas, de Emily Br?nte.
De la estirpe m¨¢s espuria procede uno de los libros m¨¢s sonados en Francia esta temporada: Gracias por este momento, reci¨¦n editado en Espa?a. Ah¨ª, Trierweiler intenta cumplir su promesa a Hollande: ¡°Te destruir¨¦¡±, luego de que este le confesara su infidelidad. Ya en 2008 Francia hab¨ªa vivido un episodio parecido cuando Jean-Paul Enthoven public¨® Lo mejor que tuvimos: ¨¦l ten¨ªa un hijo llamado Raphael cuando se hizo amante de Carla Bruni. M¨¢s tarde ella lo abandono para irse con Raphael, con quien tuvo un hijo antes de convertirse en la esposa de Nicolas Sarkozy.
Uno de los casos m¨¢s parecidos al libro de Trierweiler, guardadas todas las distancias literarias, lo firm¨® Oscar Wilde en De profundis. Cuando el autor ingl¨¦s estuvo en la c¨¢rcel se sint¨® traicionado por su amante, Lord Alfred Douglas, y en 1897 le escribi¨® una carta. Un breve texto que nace del amor pero donde le recuerda el infortunio que le trajo y le reprocha ciertos comportamientos.
Despechos muy literarios
Medea y Fedra, de Eur¨ªpides.
Las mil y una noches, An¨®nimo
Otelo, de William Shakespeare
Memorias de Leticia Valle, de Rosa Chacel.
Las amistades peligrosas, Choderlos de Laclos.
Cumbres borrascosas, de Emily Br?nte.
El t¨²nel, de Ernesto S¨¢bato.
El ¨²ltimo encuentro, de S¨¢ndor M¨¢rai
Arr¨¢ncame la vida, de ?ngeles Mastretta.
De profundis, de Oscar Wilde.
El gobierno de las emociones, de Victoria Camps.
Por qu¨¦ duele el amor, de Eva Illouz.
La batalla de las cerezas. Mi historia de amor con Hannah Arendt, de G¨¹nther Anders.
La paradoja del amor, de Pascal Brukner.
Amo, luego existo. Los fil¨®sofos y el amor, de Manuel Cruz.
Las experiencias del deseo. Eros y misos, de Jes¨²s Ferrero.
Nada m¨¢s infructuoso que la venganza, advierte el narrador y poeta Dar¨ªo Jaramillo. Lo que ense?a la literatura cl¨¢sica, asegura, ¡°es que el vengador siempre est¨¢ equivocado en los hechos que dan origen al acto vengativo. A lo mejor porque el amor loco distorsiona la percepci¨®n y hace ver cosas que no ocurrieron¡±. Adem¨¢s de infructuosa, Jaramillo contradice la opini¨®n de que la venganza es placentera, porque, ¡°encima el vengador puede terminar derrotado por la culpa¡±.
Nadie escapa a su tentaci¨®n. Otra cosa es que el desarrollo de la civilizaci¨®n contenga a los individuos. ?Y desde d¨®nde viene o d¨®nde nace esa pulsi¨®n? Desde la misma infancia la persona ya est¨¢ familiarizada con la dial¨¦ctica de la venganza y sus estrategias, en general, cuenta Jes¨²s Ferrero, en Las experiencias del deseo. Eros y misos (Premio Anagrama de Ensayo 2009). Cuando en una obra literaria se detecta al vengador, dice Ferrero, ¡°pronto nos identificamos con ¨¦l, como si sospech¨¢ramos que el deleite que nos depara su venganza va a ser superior a cualquier otro placer literario. Por m¨¢s que la moral ponga reparos a semejante proceder, casi siempre estamos en disposici¨®n de enamorarnos del vengador y de disfrutar de su venganza, como viene a decir Fernando Savater en La infancia recuperada¡±.
Es el env¨¦s del gran sentimiento anhelado y buscado: el amor. ¡°Si aceptamos que la relaci¨®n amorosa es la gran apuesta intersubjetiva del ser humano se entender¨¢ que el fracaso de aquella pueda ser vivida por sus protagonistas como la mayor de las derrotas¡±, reflexiona el fil¨®sofo Manuel Cruz, autor de Amo, luego existo. Los fil¨®sofos y el amor (Premio Espasa de Ensayo 2010). La raz¨®n estar¨ªa en que en el amor m¨¢s intenso la gente se pone en manos del otro: ¡°Alcanzamos el grado m¨¢ximo de la vulnerabilidad: Por eso nada nos da?a tanto como su desprecio o su rechazo¡±.
La venganza queda as¨ª en la ¨®rbita err¨¢tica del despecho como un elemento f¨¦rtil para el escritor. La poeta Clara Jan¨¦s asegura que a ella todo le interesa pero para convertirlo en arte, en literatura. Todos los sentimientos le sirven de aprendizaje y de ejercicio, si logra crear ¡°intensidad, belleza, profundidad y buena escritura¡±. Ahora bien, detesta todo culebr¨®n. Desde adolescente le interesan seres como Medea y Fedra.
Arquetipos del mundo antiguo donde la mujer casada, recuerda el especialista Carlos Garc¨ªa Gual, viv¨ªa sometida al marido, y en caso de traici¨®n o abandono deb¨ªa resignarse, recobrando su dote en alg¨²n caso. Pero el mito y la tragedia ilustraron a dos damas muy vengativas: Medea y Clitemnestra.
Venganza o despecho que, tal vez, afirma Cruz, sean estrategias de supervivencia por parte de quien se ve abandonado. ¡°Porque, en efecto, no tiene sentido culpar o responsabilizar a quien ha dejado de querernos: ?qu¨¦ otra cosa podr¨ªa hacer, si le queda un resto de amor, que decirnos la verdad? Pero asumir esto nos llevar¨ªa o a aceptar que la relaci¨®n amorosa no responde a la l¨®gica del intercambio (el llamado ¡®absurdo¡¯ del amor) o a asumir nosotros mismos la carga del fracaso, y casi con toda seguridad eso incrementara hasta lo insoportable el dolor (porque no podr¨ªamos evitar pensar: ?c¨®mo pudimos dejar escapar a alguien en quien nos iba la vida?)¡±.
Nadie escapa a su tentaci¨®n. Ni a creer que la venganza es un plato que se sirve fr¨ªo, pero que Ferrero desmiente: ¡°M¨¢s parece un plato que se come hirviendo, que acelera las emociones y los latidos del coraz¨®n y crea continuos chisporroteos en la mente¡±.
?Qui¨¦n escapa a su zumbido?
Aunque, a veces, sean latidos convertidos en versos, como los de Dar¨ªo Jaramillo, en su poema Venganza: ¡°Ahora t¨², vuelta poema, / encasillada en versos que te nombran, / la hermosa, la innombrable, luminosa, / ahora t¨², vuelta poema, / tu cuerpo, resplandor, / escarcha, desecho de palabra, / poema apenas tu cuerpo / prisionero en el poema, / vuelto versos que se leen en la sala, / tu cuerpo que es pasado / y es este poema / esta pobre venganza¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.