Dejen dormir a Rulfo
Un ensayo desarma la leyenda de que al escritor le ayudaron a componer ¡®Pedro P¨¢ramo¡¯
¡°De s¨¢bado a lunes sali¨® Pedro P¨¢ramo por fin porque de otra manera no iba a salir nunca. Lo que yo me atribuyo, y es la historia verdadera, es que logr¨¦ hacerle decidir a Juan que Pedro P¨¢ramo se publicara como era, fragmentariamente. Y sobre una mesa enorme entre los dos nos pusimos a acomodar los montones de cuartillas¡±, dijo el escritor Juan Jos¨¦ Arreola en una entrevista en 1986, tres semanas despu¨¦s de la muerte de Rulfo.
La Fundaci¨®n Juan Rulfo, sostenida por la viuda y los hijos del escritor, acaba de publicar un ensayo cr¨ªtico que desmiente la vieja leyenda de que a Rulfo le ayudaron a darle forma a ¡®Pedro P¨¢ramo¡¯, seg¨²n Jorge Luis Borges ¡°una de las mejores novelas de las literaturas de lengua hisp¨¢nica, y aun de la literatura¡±, seg¨²n Garc¨ªa M¨¢rquez ¡°la m¨¢s bella de las novelas que se han escrito jam¨¢s en lengua castellana¡±.
En Pedro P¨¢ramo en 1954 (coeditado por la fundaci¨®n, la editorial RM y la Universidad Nacional Aut¨®noma de M¨¦xico) se detallan los argumentos contra ese rumor que asom¨® a principios de los 70 y que a¨²n resuena de vez en cuando. Ya en 1977, Jos¨¦ Emilio Pacheco escribi¨®: ¡°Unas cincuenta veces este redactor ha escuchado, en labios de interlocutores que pretenden hacerle la gran revelaci¨®n, la teor¨ªa delirante de que en 1955 Rulfo entreg¨® al Fondo de Cultura Econ¨®mica un manuscrito informe y cercano a las mil cuartillas. (¡) Otras cincuenta veces la respuesta ha sido desmentir la versi¨®n y restituirle a Rulfo la autor¨ªa absoluta de su gran obra¡±.
El arquitecto V¨ªctor Jim¨¦nez, director de la fundaci¨®n y autor del grueso del ensayo, explica en su dom¨¦stica sede ¨Cel departamento de M¨¦xico DF donde vivi¨® y falleci¨® Rulfo¨C que Arreola, compa?ero de quinta literaria y paisano del genio, ambos de Jalisco, fue quien m¨¢s alent¨® la leyenda, poni¨¦ndose adem¨¢s en el centro. ¡°Pudo ser una forma de intentar darse la importancia que ¨¦l no hab¨ªa alcanzado, en su opini¨®n injustamente¡±. Otros dos nombres que orbitaron en torno al rumor fueron el editor Al¨ª Chumacero y el fil¨®logo Antonio Alatorre, aunque ellos mismos se deslindaron de la historia. Arreola, al que Jim¨¦nez describe como un hombre que daba conferencias ¡°con sombrero de copa y bast¨®n¡±, insisti¨® durante a?os en su contribuci¨®n a que Pedro P¨¢ramo pasase de ser una suerte de ¡°mazo de naipes¡± a una obra maestra con coherencia interna, aunque hacia el final de su vida, en una comida en el a?o 1993 en la que estaban Carlos Fuentes y Salvador Elizondo, le preguntaron y respondi¨®: ¡°¡®No. Yo no tuve nada que ver en eso. Nada absolutamente. Nada que ver¡¯. No levant¨® nunca, mientras hablaba, los ojos de la mesa¡±, escribe en su ensayo Jim¨¦nez, que presenci¨® la escena. Tanto Arreola como los dos sat¨¦lites de la leyenda han fallecido.
Desde el punto de vista acad¨¦mico, existen dos argumentos principales para probar la ¡°plena conciencia narrativa y el cr¨¦dito indivisible¡± ¨Ccomo estipula en el libro el investigador Jorge Zepeda¨C de la autor¨ªa de Pedro P¨¢ramo. Uno ser¨ªa la prueba f¨ªsica: Arreola dijo que su ayuda decisiva ocurri¨® el fin de semana anterior a que se entregase la novela a la editorial, cuando hay registro de que la copia al carb¨®n del original, sin apenas diferencias con la versi¨®n final, fue depositada un mes antes en el Centro Mexicano de Escritores, que becaba a Rulfo. Con el original y la copia al carb¨®n, adem¨¢s, se ve que se trata de un texto corrido y no de cuartillas desordenadas, lo que se complementa con lo que ser¨ªa la prueba de la secuencia l¨®gica: que a lo largo de 1954 el escritor publica en tres revistas distintas partes del libro y lo hace siguiendo el mismo orden en el que esas partes aparecen finalmente en la obra.
Jim¨¦nez considera que el bulo sobre la falta de plena autor¨ªa de Pedro P¨¢ramo se retroaliment¨® con la idea superficial de que ¨¦l era ¡°una especie de talento natural sin una formaci¨®n fuerte¡±. El director de la fundaci¨®n, que conoci¨® a Rulfo desde 1965, contrapone el hecho de que al morir su biblioteca contaba con unos 15.000 vol¨²menes. En el ensayo se citan otras menciones a su erudici¨®n que lo califican como un autor interesado en particularidades como ¡°la diversidad dialectal en la literatura italiana frente al toscano considerado cl¨¢sico¡± o capaz de hablar de autores brasile?os contempor¨¢neos ¨CGuimaraes Rosa, Clarice Lispector, N¨¦lida Pi?¨®n¨C ¡°como quien habla de un hermano¡±.
Rulfo fue un hombre y un autor solitario. Parco en car¨¢cter y en obra, escribi¨® tres obras en los a?os cincuenta ¨CEl llano en llamas, Pedro P¨¢ramo y El gallo de oro, que no public¨® hasta 1980¨C y el resto de su vida se qued¨® resonando la pregunta de por qu¨¦ un talento como ¨¦l no segu¨ªa escribiendo. El misterio fue el acicate de las leyendas. En la ¨¦poca en que Jim¨¦nez lo conoci¨®, Rulfo era director de publicaciones del Instituto Nacional Indigenista de M¨¦xico. Recuerda que le¨ªa mucho, que caminaba y que le gustaba comer tacos en un restaurante cercano a su casa.
¨C?Pero por qu¨¦ no public¨® nada m¨¢s?
¨CSu esposa cuenta que cuando se pon¨ªa a escribir, paraba y le dec¨ªa: ¡°Es que me vuelve a salir lo mismo¡±, y lo dejaba. Para Rulfo, no hab¨ªa reto si se trataba de repetir.
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