La ciudad enterrada

?En su ambicioso libro La Ciutat del Born. Economia i vida quotidiana a Barcelona (segles XIV a XVIII), el historiador Albert Garc¨ªa Espuche cotej¨® los hallazgos arqueol¨®gicos que salieron a la luz durante la construcci¨®n de la Biblioteca Provincial de Barcelona con la abundante documentaci¨®n notarial de la ¨¦poca. Su objetivo era el de restituir una memoria colectiva borrada, de forma abrupta, tras el asedio de las tropas borb¨®nicas en 1714. Partiendo de la voluntad de ese exhaustivo trabajo de reconstruir la cotidianidad y la intimidad de ese mundo desaparecido, Claudio Zulian propone en ¡°Born¡± algo parecido a una radical epopeya hist¨®rica de c¨¢mara.

Las trayectorias hacia el desenga?o de un calderero acosado por las deudas, su hermana viuda ¨Cque encontrar¨¢ en la prostituci¨®n un camino de supervivencia y, quiz¨¢, de autoafirmaci¨®n- y un comerciante obsesionado con controlar el monopolio del tabaco, figuras representativas de tres estratos sociales distintos, parten en tres este relato ambientado en los primeros a?os del siglo XVIII. Es decir, el punto y final del periodo hist¨®rico analizado obsesivamente por Garc¨ªa Espuche. Born saca oportuno partido de sus elipsis narrativas y se enfrenta, con un rigor alejado de toda crispaci¨®n, a las servidumbres de ese hiperrealismo digital que casi siempre delata su condici¨®n de espejismo. Zulian es bressoniano en su estrategia de reconstrucci¨®n hist¨®rica, pero decide olvidarse de ese modelo en su direcci¨®n de actores: esta es una pel¨ªcula de interiores y planos cerrados, de bombardeos y asaltos en fuera de campo, que se remata de manera muy astuta y eficaz con un largo plano fijo que concentra todas las desilusiones que confluyeron en la promesa incumplida de esta potencial etapa de cambio e ingreso en la modernidad.

Born intenta establecer lazos entre el pasado y el presente y propicia un estimulante di¨¢logo entre Zulian y Garc¨ªa Espuche a partir de su compartido compromiso con la memoria y la realidad de la ciudad de Barcelona. Merece una particular menci¨®n el personaje de veterana prostituta pragm¨¢tica y libre que compone, plet¨®rica de carnal vitalidad, Merc¨¨ Ar¨¤nega en un conjunto que no en todo momento logra que el espectador olvide el justificado pie forzado de su opci¨®n estil¨ªstica.