T¨² me devuelves la vida

Un tema delicado, enfocado desde un ¨¢ngulo amable. En Olivia y Eugenio, Herbert Morote, autor peruano afincado en Madrid, nos habla del s¨ªndrome de Down, de la situaci¨®n de dependencia de los ni?os que lo padecen y de la abnegaci¨®n de sus padres. Olivia, su protagonista, directora de una galer¨ªa de arte pr¨®spera, al verse en una encrucijada cuyas coordenadas es mejor no revelar, pasa revista a la relaci¨®n feliz que mantiene con su hijo Eugenio y a las decisiones que ha ido tomando desde que lo alumbr¨®, durante un soliloquio en el que el autor vierte sus ideas y su experiencia como progenitor de un ni?o con dicho s¨ªndrome.

La funci¨®n interesa porque pone en zona de luz a un grupo social orillado (a muchos discapacitados intelectuales los encerraban de por vida sus familias en un cuarto hasta fechas recientes, y a¨²n siguen apareciendo casos), por el conocimiento de causa con el que Morote habla, por la interpretaci¨®n de Concha Velasco, que encuentra aqu¨ª, por fin, un papel a su medida, y por lo acertado de la idea de que a Eugenio lo encarne un joven con s¨ªndrome de Down (Hugo Aritmendiz y Rodrigo Raimondi, que se van alternando) lo cual le imprime una autenticidad fronteriza con el teatro documento.

Lo que se dilucida en Olivia y Eugenio es si ante una situaci¨®n extrema sobrevenida, en la que parece que no queda m¨¢s remedio que tirar la toalla, cabe la lucha con posibilidades de ¨¦xito. La Velasco est¨¢ transparente, c¨¢lida y resoluta en el papel de mujer madura autosuficiente, volcada en su trabajo y en su hijo, pero falta de amor y capaz de llevar a t¨¦rmino la decisi¨®n m¨¢s dolorosa que tomarse pueda. Rodrigo Raimondi, el joven int¨¦rprete de Eugenio que me depar¨® el azar, sorprende por el juego que da, lo bien que ejecuta sus pasos de danza y la precisi¨®n y expresividad con que coloca sus r¨¦plicas, aunque, gracias a la incre¨ªble Barbara Voghera, protagonista de tantos espect¨¢culos de la compa?¨ªa italiana Lenz Rifrazioni, sab¨ªamos ya de la elocuencia, la calidad y la exactitud con la que una persona down puede llegar a interpretar papeles protagonistas en versiones actualizadas de obras del repertorio universal.

La direcci¨®n de Jos¨¦ Carlos Plaza es verista en los mon¨®logos de Concha Velasco y est¨¢ muy atenta al movimiento en el caso de Raimondi. La luz y la escenograf¨ªa sint¨¦tica con perfilado realista, ambas de Francisco Leal, as¨ª como el elegante vestuario de Lorenzo Caprile, le dan empaque formal al espect¨¢culo. A trav¨¦s de la mirada de Morote, autor tard¨ªo (dirigi¨® y presidi¨® multinacionales de la industria m¨¦dica y farmac¨¦utica hasta 1990), Eugenio vive una cuasi arc¨¢dica edad de la inocencia y es fuente inagotable de felicidad para su madre, que dispone de holgura econ¨®mica para tenerle en palmitas: en familias acuciadas por la escasez o con la pareja en paro, la situaci¨®n quiz¨¢ no sea tan risue?a. El inesperado desenlace, se precipita sin que un punto de inflexi¨®n previo lo justifique plenamente.