¡°El periodista no est¨¢ para resolver crisis, est¨¢ llamado a contarlas¡±
Adi¨®s al escritor, dramaturgo, guionista e ingeniero Vicente Le?ero, l¨²cido testigo de la historia reciente de M¨¦xico
Vicente Le?ero naci¨® en Guadalajara en 1933 y muri¨® en la Ciudad de M¨¦xico este mi¨¦rcoles. Escribi¨® obras de teatro, guiones de cine, novelas y ensayos. Hasta dibuj¨® bocetos de Ingenier¨ªa, la carrera que estudi¨® en la Universidad Nacional Aut¨®noma de M¨¦xico. Pero era, antes que nada, un periodista, egresado de la Escuela Carlos Septi¨¦n Garc¨ªa de la Ciudad de M¨¦xico. Le?ero dec¨ªa que la iron¨ªa era la mejor arma que pod¨ªa tener un tipo que se dedica a contar historias. Y una de sus ideas, en medio de los debates existenciales que han sumido al periodismo en general, es un golpe en la cara, un pu?o sobre la mesa. El periodismo no est¨¢ para resolver crisis: est¨¢ llamado a contarlas.
El escritor que muri¨® este mi¨¦rcoles era mucho m¨¢s que un hombre que contaba historias. Es un testigo de la historia reciente de M¨¦xico. Escribi¨®, por ejemplo, una estupenda cr¨®nica sobre el autor Juan Jos¨¦ Arreola alrededor de una partida de ajedrez, con la que dibuja a uno de los m¨¢s grandes escritores mexicanos. El resultado, publicado en el suplemento dominical del Exc¨¦lsior que dirigi¨® Julio Scherer antes de que un golpe asestado por el Gobierno de Luis Echeverr¨ªa los sacara, literalmente, a la calle en 1976. La imagen de los periodistas humillados, obligados a dejar su puesto por un r¨¦gimen que no era muy afecto a las cr¨ªticas, est¨¢ grabada con fuego en la memoria de generaciones de periodistas mexicanos. Mejor dicho: est¨¢ impresa. ¡°Ellos [los que los echaron] se dar¨ªan cuenta despu¨¦s de que hab¨ªan cometido un grave error¡±, reflexionaba Adid Jim¨¦nez, fotogr¨¢fo, reportero, mexicano y de 32 a?os. Nunca conoci¨® a Le?ero en persona. Solo a trav¨¦s de su tinta.
Como dramaturgo, la gran obra fue Los alba?iles, donde desde una trama policiaca desnuda como quien arranca de un tir¨®n un vestido las corruptelas del sistema judicial mexicano. Fue escrita en 1963 (y adaptada al teatro siete a?os m¨¢s tarde), pero el contenido est¨¢ vigente al d¨ªa de hoy. En M¨¦xico, las cifras de impunidad rebasan con facilidad en 90%.
Un escritor sin iron¨ªa se vuelve solemne, pedante; uno se r¨ªe de s¨ª mismo tambi¨¦n
La obra obtuvo uno de los premios entonces m¨¢s prestigiosos de las letras espa?olas, el de la Biblioteca Breve de Seix Barral, en su quinta convocatoria. Antes de ¨¦l lo hab¨ªan recibido Luis Goytisolo, Juan Garc¨ªa Hortelano, Jos¨¦ Manuel Caballero Bonald y Mario Vargas Llosa. Escribi¨® una decena de novelas, una veintena de guiones cinematogr¨¢ficos (entre ellos ¨¦xitos como El callej¨®n de los milagros o El crimen del padre Amaro), vivi¨® en Madrid en los cincuenta, becado por el Centro de Cultura Hisp¨¢nica, y tambi¨¦n fue becado por la Fundaci¨®n Guggenheim entre 1967 y 1968.
Era un cr¨ªtico feroz y pose¨ªa una inteligencia de francotirador. Hay quien dice que todo lo que se aprende sirve en la vida y quiz¨¢ por ello en su obra hay una minuciosidad que no busca una creaci¨®n, sino un por qu¨¦. Un porqu¨¦ razonado, fundado, tangible. Dec¨ªa, por ejemplo, en 1987 que a los inspectores mexicanos no les interesaba descubrir los porqu¨¦s de un culpable, sino solamente se?alarlo. Dec¨ªa tambi¨¦n que un autor no deb¨ªa, necesariamente, buscar un final feliz. Reconoc¨ªa que los escritores (y los periodistas) a veces buscan un final feliz, una reivindicaci¨®n; pero en una peque?a charla recogida en este peri¨®dico en 1987 recordaba que en la vida, la que vivimos todos, la mayor¨ªa de las veces triunfa el mal.
Pero Le?ero sab¨ªa que no hab¨ªa que tomarse demasiado en serio. En una de sus ¨²ltimas entrevistas, apenas el a?o pasado, solt¨®: ¡°Un escritor sin iron¨ªa se vuelve solemne, pedante; uno se r¨ªe de s¨ª mismo tambi¨¦n¡±.
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