La pol¨ªtica todav¨ªa importa
El poit¨®logo David Runciman publica `Pol¨ªtica`(Turner), su primer libro traducido al espa?ol. ¡°La pol¨ªtica no puede reducirse a un conjunto de instituciones", sostiene.
Cuando los casos de corrupci¨®n proliferan, los pol¨ªticos est¨¢n en sus niveles m¨¢s bajos de popularidad y el Estado de Bienestar se desmorona, ?por qu¨¦ habr¨ªa que seguir confiando en la pol¨ªtica para superar la situaci¨®n? ?No ha sido precisamente ella la que nos ha llevado a todo esto? ¡°Los lugares en los que la pol¨ªtica resulta m¨¢s necesaria son aquellos en los que no suele dar frutos¡±, nos dice David Runciman (Born, 1967) en su primer libro traducido al espa?ol, Pol¨ªtica (Turner), un ensayo tan did¨¢ctico como actual, cuyo punto de partida es la comparaci¨®n entre los dispares pa¨ªses de Siria y Dinamarca.
Runciman es un polit¨®logo ingl¨¦s, profesor de la Universidad de Cambridge, que cuando ten¨ªa 16 a?os coincidi¨® con David Cameron en el Colegio Eton, a quien, dice, ya entonces se le o¨ªa pregonar que quer¨ªa ser Primer Ministro del Reino Unido. Es articulista del diario The Guardian y de la revista London Review of Books y, con frecuencia, coincide con varios de los planteamientos de analistas como Tony Judt o Timothy Garton Ash. Pero ¨¦l es menos solemne y m¨¢s desenfadado. Pol¨ªtica, por ejemplo, es un libro que, sin perder el rigor, resulta sencillo y comprensible para cualquier ciudadano. Y, adem¨¢s, tiene ilustraciones.
El tambi¨¦n autor de Political hypocrisy nos habla en menos de 200 p¨¢ginas sobre las relaciones de la pol¨ªtica con las instituciones que de ella emanan, el monopolio estatal de la violencia, la justicia, los mercados y las nuevas tecnolog¨ªas. Le bastan tres cap¨ªtulos para explicar las posibilidades y los l¨ªmites de los instrumentos pol¨ªticos que definen el rumbo de un pa¨ªs y los obst¨¢culos que ha de sortear, como la desigualdad y el poder econ¨®mico.
¡°Con tiempo, y tambi¨¦n con suerte, puede que logremos salir adelante sin que nos pase nada terrible. Se imponen dos preguntas: ?tendremos suerte? Y ?nos queda tiempo?¡±
Para ¨¦l, la Siria conflictiva y la Dinamarca estable son lo que son, en ambos casos, gracias a la pol¨ªtica. ¡°En las primeras l¨ªneas de Ana Kar¨¦nina, Toslt¨®i dice que todas las familias felices se parecen, mientras que todas las desgraciadas lo son a su manera. En pol¨ªtica sucede justo lo contrario: los estados infelices son todos bastante parecidos. Los estados felices, por su parte, han aprendido a ser felices cada uno a su manera¡±, dice despu¨¦s de repasar las principales teor¨ªas pol¨ªticas sobre el poder de cl¨¢sicos como Hobbes, Maquiavelo o Webber y ahondar en que, no necesariamente, lo que ha funcionado en un pa¨ªs puede funcionar en otro.
¡°La pol¨ªtica no puede reducirse a un conjunto de instituciones; la pol¨ªtica precede a las instituciones y tambi¨¦n surge de ellas¡±, afirma. Pero enseguida reconoce: ¡°las instituciones pol¨ªticas dependen de elecciones humanas y los seres humanos jam¨¢s perder¨¢n la capacidad de meter la pata.¡± Y, sin embargo, en este mundo injusto, ¡°no puede haber justicia sin pol¨ªtica, pero es verdad que la pol¨ªtica todav¨ªa no satisface las exigencias de la justicia a gran escala. La particularidad de la pol¨ªtica radica en la relaci¨®n duradera que se establece entre consenso y coacci¨®n¡±, sostiene.
Este profesor se plantea si convine crear ¡°un estado mundial¡± supranacional (al estilo de la Uni¨®n Europea) que revolucione el orden internacional, pero concluye que un modelo as¨ª jam¨¢s podr¨ªa suplir a las pol¨ªticas locales. Hace unos d¨ªas, le dijo a la agencia EFE que es cauteloso con lo que pasa en pa¨ªses como Espa?a. ¡°Por ahora, la pol¨ªtica convencional sigue teniendo el poder. En un concurso entre la democracia de las calles y la democracia convencional es m¨¢s probable que gane esta ¨²ltima en el largo plazo, a no ser que se descontrole la violencia, algo que no es probable en Europa. Lo que s¨ª es probable es lo que estamos viendo en Espa?a: que el descontento general se canalice en la irrupci¨®n de nuevos partidos pol¨ªticos que tratan de luchar contra los viejos en su mismo terreno. (¡) Lo que atravesamos es un proceso de transici¨®n, comparable al de mediados de los 70, cuando el viejo sistema se hab¨ªa quedado sin ideas y esper¨¢bamos otras nuevas. Podemos es solo el inicio de ese proceso, no el fin.¡±
De lo que s¨ª est¨¢ seguro, dice en el libro, es que ¡°hasta la fecha, la revoluci¨®n m¨¢s importante del siglo XXI no ha sido pol¨ªtica. Es la revoluci¨®n de las tecnolog¨ªas de la informaci¨®n.¡± As¨ª lo demuestran las revueltas ¨¢rabes, pero ?pueden esas herramientas tecnol¨®gicas provocar una nueva ¡°revoluci¨®n¡± del sistema? ¡°M¨¢s que interesados en hacer pol¨ªtica, los art¨ªfices de las nuevas tecnolog¨ªas prefieren pagar para que sean terceros los que se encarguen del asunto: formar¨¢n lobbies, donar¨¢n fondos y har¨¢n campa?a a favor de sus intereses. Algunos hasta de enfangar¨¢n con anticuados instrumentos de influencia pol¨ªtica: Jeff Bezos, el fundador de Amazon, adquiri¨® hace poco el venerable pero arruinado Washington Post¡±, arguye. Al final, ante la convulsa situaci¨®n actual a nivel internacional, deja una reflexi¨®n a los lectores: ¡°con tiempo, y tambi¨¦n con suerte, puede que logremos salir adelante sin que nos pase nada terrible. Se imponen dos preguntas: ?tendremos suerte? Y ?nos queda tiempo?¡±
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