El legado de Vallcorba
Colegas y amigos rinden homenaje al creador de Quaderns Crema, Sirmio y Acantilado
El escritor chileno Jorge Edwards subi¨® a paso lento al estrado, trag¨® saliva y desde el atril record¨® la ¨²nica vez en que vio y convers¨® con el editor Jaume Vallcorba, fallecido el pasado 23 de agosto. ¡°Fue en Barcelona y me encontr¨¦ con un editor literario exquisito que, ya entonces, supe que era lo que yo llamo una especie en extinci¨®n que no se extingue. Parece una contradicci¨®n, pero no. Porque, como saben, alguien como ¨¦l ha dejado legados y herederos que continuar¨¢n con su labor¡±, dijo en el homenaje que anoche le rindieron colegas, disc¨ªpulos y amigos, en la Casa del Lector de Madrid, al creador de las editoriales Quaderns Crema, Sirmio y Acantilado.
Uno a uno, los invitados fueron subiendo al escenario para destacar las cualidades o alguna an¨¦cdota que retratara ¡°a un editor excepcional cuyos valores constituyen un referente para editores comprometidos con la cultura¡±, como dec¨ªa la estampa, con una foto de Vallcorba hecha por su viuda y sucesora al frente de la editorial Acantilado, Sandra Ollo, que los asistentes encontraban al llegar en las sillas del auditorio.
Las subvenciones hacen da?o, porque permiten la publicaci¨®n de autores que no lo merecen Vallcorba
El poeta y ensayista Luis Alberto de Cuenca dijo sentirse orgulloso por haber mantenido, a lo largo de cuatro d¨¦cadas, una entra?able amistad con ¡°un editor cuyo cat¨¢logo es la reproducci¨®n cartogr¨¢fica de su esp¨ªritu¡±. Fue precisamente ese cat¨¢logo, dijo despu¨¦s el escritor Juan Cruz, el que ¡°permiti¨® a muchos lectores ver el mundo a trav¨¦s de los ojos de los grandes escritores europeos, como Kafka o Montaigne¡±.
El propio Vallcorba se hizo presente en su homenaje madrile?o a trav¨¦s de un video con la edici¨®n de dos entrevistas televisivas, donde dej¨® clara su filosof¨ªa profesional. ¡°Existen dos tipos de editor: el que publica lo que la gente quiere y el que publica lo que el lector todav¨ªa no sabe que quiere. Yo he intentado no dejarme llevar por las modas. Porque la base de un editor no es pensar en grandes ventas, sino en ventas modestas que permitan que la editorial siga funcionando. Nada m¨¢s¡±. Unas semanas antes de morir escribi¨® un texto para ser le¨ªdo en una conferencia en la Universidad Pompeu Fabra. Fue un testimonio que constituy¨® una declaraci¨®n de amor a los libros que, hasta el final de sus d¨ªas, siguieron estimul¨¢ndolo. ¡°Editar ha sido para m¨ª proponer a unos amigos que no conoc¨ªa una lectura que pensaba que les pod¨ªa gustar, estimular, enriquecer¡±, dijo a los alumnos en Barcelona.
Existen dos editores: el que publica lo que la gente quiere y el que publica lo que el lector todav¨ªa no sabe que quiere Vallcorba
Vallcorba fue, al mismo tiempo, un intelectual y un artesano que consideraba que ¡°los libros encuadernaban los pliegues sueltos del universo¡±. Por eso, en sus tres editoriales, en catal¨¢n y en espa?ol, form¨® un acervo ecl¨¦ctico de libros antiguos y modernos, con la intenci¨®n de que conversaran entre ellos. Siempre se ufan¨® de su independencia. ¡°Las subvenciones hacen da?o, porque permiten la publicaci¨®n de autores que no lo merecen¡±, dec¨ªa. Pasaba las horas en su despacho leyendo originales, con una pluma en la mano y un puro habano en otra. Pero su vida no fue s¨®lo un c¨²mulo de formalidad. Ver¨®nica Garc¨ªa, distribuidora de libros, record¨® ante el p¨²blico que, cuando Acantilado cumpli¨® cinco a?os de existencia, Vallcorba ¡°contrat¨® a una orquesta de rumanos, a los que s¨®lo les faltaba la cabra, para celebrar el aniversario. Ah¨ª estaba ese d¨ªa, en su faceta gamberra, el gran editor, con su infaltable puro, abrazado a sus rumanos¡±.
La editora Ofelia Grande cont¨® que la primera vez lo vio, en el Palacio de la Magdalena de Santander (Cantabria), estaba recitando en voz alta la Divina Comedia. ¡°?Pero qui¨¦n ser¨¢ este hombre?¡±, se pregunt¨® aquella vez y, a partir de entonces, se propuso conocerlo y aprender de ¨¦l. Al final del acto, el brindis fue con copas llenas de cava. ¡°Como a Vallcorba le hubiera gustado¡±.
Babelia
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