¡°No se puede frivolizar con la violencia. Ha de repeler¡±
El director de ¡®El Ni?o¡¯ filma la agresividad para huir de un recuerdo de la infancia
?De d¨®nde viene su querencia por filmar la violencia? Forma parte del ser humano y evidentemente de m¨ª. No se puede rodar de una manera que no signifique un impacto para el espectador, y Celda 211 fue un ejemplo. No se trata de buscar morbo ni efectos gratuitos: tiene que repeler. No puedes frivolizar con la violencia.
As¨ª lo percibe el espectador. Una mujer, de unos 70 a?os, me par¨® en la calle. ¡°Qu¨¦ pel¨ªcula m¨¢s bonita¡±. Aclar¨®: ¡°Es dura y violenta, pero no es gratuita; es una violencia necesaria para la historia y est¨¢ tratada de forma justa¡±.
Y as¨ª sucede en El ni?o. Pasamos ocho meses en el sur, investigando; surge de la realidad que nos contaron polic¨ªas, guardia civil, gente de vigilancia, delincuentes. Ah¨ª nos dimos cuenta de que estos j¨®venes se meten en el tr¨¢fico de drogas como un juego, por desafiar a la autoridad, por el dinero r¨¢pido. Hasta que la realidad los golpea.
?Y los polic¨ªas? Est¨¢n metidos en una atm¨®sfera turbia, tensa; conocen el peligro; tienen la paranoia de ver detr¨¢s de cada persona a un narcotraficante. Lo que quer¨ªamos mostrar era que el mundo de la polic¨ªa es angustioso, que est¨¢n en esa c¨¢rcel existencial que sobrellevan. Y que los chavales parten de una luz, hasta que la pel¨ªcula los lleva al punto en que gira ese juego en su contra.
El miedo que sent¨ª viendo las pel¨ªculas de terror lo us¨¦ de manera creativa, y nunca m¨¢s tuve miedo
Hay una pulsi¨®n violenta: en el polic¨ªa, en el delincuente. Y en nosotros. Ante una atrocidad repugnante, si uno hace el angustioso ejercicio mental de tratar de meterse en esa situaci¨®n, ya no te digo que puedas compartirla ni justificarla, pero s¨ª que pueda haber una brizna de comprensi¨®n o entendimiento... No quiero que me malinterpretes: yo veo las ¨²ltimas decapitaciones de periodistas y lo que me produce es repulsi¨®n. Pero como escritor, o director de cine, si le propongo a un actor el papel del que acaba de decapitar a una persona, ese actor tendr¨ªa que hacer un viaje espantoso y horrible al fondo de la noche para tratar de encontrar c¨®mo en el fondo; en alg¨²n lado, hay algo.
Es como si la maldad no tuviera l¨ªmite. S¨ª, son las cosas que m¨¢s me escalofr¨ªan. Siempre he sido un ni?o muy sensible y la violencia me marc¨® profundamente. Asist¨ª a un acto de violencia, a un estallido gratuito en plena calle. Eso me dej¨® paralizado. Ten¨ªa siete u ocho a?os; notaba que no ten¨ªa fuerza en el cuerpo; muchas veces me he planteado que hago cine como catarsis de una impresi¨®n como aquella.
?Le sigue marcando esa visi¨®n? Uno supone que lo ha superado, pero creo que ha sido el motor de muchas cosas. De ni?o las pel¨ªculas de terror me entusiasmaban, pero me generaban tambi¨¦n pesadillas que me produc¨ªan fiebre... Ten¨ªa que superar el miedo, y era miedo a la sangre, a la violencia, a toda esta agresi¨®n del mundo de fuera.
?Y c¨®mo se siente ante la violencia ahora? Cuando tomas conciencia de que el mal no tiene l¨ªmites te sientes absolutamente aterrado, indefenso; es cuando accedes a lo que significa el mundo de verdad y tienes que hacerte fuerte. Ese miedo que sent¨ª viendo pel¨ªculas de terror (llegu¨¦ a 38 de fiebre por haber visto Dr¨¢cula, de Christopher Lee) lo us¨¦ de manera creativa, y nunca m¨¢s tuve miedo.
?Ve violencia social? Y no me gusta nada. Est¨¢ en las tertulias de radio y televisi¨®n. Es un espect¨¢culo irresponsable. De cr¨ªo o¨ªamos La clave de fondo: gente inteligente hablando; el di¨¢logo te impregnaba; ahora los cr¨ªos tienen alrededor un circo de gente que grita e insulta, y eso tambi¨¦n te impregna. Para mal.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.