El canto de las trincheras espa?olas
Un sello alem¨¢n edita la mayor antolog¨ªa de temas de la Guerra Civil del bando republicano
Dos kilos de historia. Espa?a en el coraz¨®n / Spain in my heart / Spanien in herzen es una caja que contiene un riqu¨ªsimo libro tama?o elep¨¦, siete CD y un DVD con el documental Madrid before Hanita, que revela un dato poco conocido: la participaci¨®n en nuestra Guerra Civil de unos 300 voluntarios jud¨ªos que partieron desde Palestina, junto a un pu?ado de comunistas ¨¢rabes y armenios, para unirse a las Brigadas Internacionales.
He escrito ¡°nuestra Guerra Civil¡± y conviene corregir eso: el conflicto de 1936-1939 es hoy patrimonio de la memoria sentimental de toda la izquierda planetaria. Se trata como material sensible: Bear Family, la editorial alemana de Espa?a en el coraz¨®n, no ha dado cabida a las canciones del bando nacional. Urge mencionar que, en otro colosal proyecto de la misma compa?¨ªa, Next stop is Vietnam: the war on record 1961-2008, s¨ª se incluyeron canciones en contra y a favor de la intervenci¨®n estadounidense en el Sudeste de Asia.
Con las leyes antinazis en la mano, puede que en Alemania no sea posible publicar el Cara al sol. Seg¨²n Detlev Hoegen, director de Bear Family, ni se plante¨®: ¡°Nunca fue una opci¨®n para nosotros el poner en circulaci¨®n canciones del movimiento fascista espa?ol. No quer¨ªamos publicitar las canciones de los contrarios a la democracia. Nos enfocamos en las canciones de los defensores de la lucha leg¨ªtima por la libertad¡±.
Aun con esa limitaci¨®n, la cosecha de Bear Family es extraordinaria: se han juntado 127 grabaciones, incluyendo un corte con audio de Tierra de Espa?a, el documental de Joris Ivens. Musicalmente, abundan los coros. Se repiten piezas como el Himno de Riego, Valle del Jarama, Els segadors, El quinto regimiento, Los cuatro generales o Si me quieres escribir (que, por cierto, se cantaba en ambos bandos). Y se cuela una versi¨®n de Gallo rojo, gallo negro, aqu¨ª titulada Los dos gallos. A pesar de sus hechuras, nunca se cant¨® en las trincheras: fue compuesta por Chicho S¨¢nchez Ferlosio a principios de los sesenta.
Se han rescatado numerosas pizarras hechas durante el conflicto, a veces con resultados escalofriantes. Como protagonista omnipresente est¨¢ Ernst Busch, el tenor y actor alem¨¢n. Busch incluso grab¨® en Mosc¨² las canciones que hab¨ªa aprendido en Espa?a; comienzan con rotundos recitados del actor Vasily Kachalov antes de que Busch cante. Tambi¨¦n estuvo detr¨¢s de una de las ediciones m¨¢s raras de la discograf¨ªa guerracivilista: Lieder der zeit-Spanien 1936-39, un ¨¢lbum con tres pizarras registradas entre Barcelona y Par¨ªs; encarg¨® cien ejemplares a la compa?¨ªa Polydor, que quedaron inmovilizados hasta que el cantante, prisionero de los nazis, fue liberado en 1945.
La guerra inspir¨® a compositores como los espa?oles Rodolfo Halfter y Carlos Palacio, el mexicano Silvestre Revueltas o el alem¨¢n Hans Eisler. Posteriormente, la hoguera del recuerdo fue alimentada por folk singers que cultivaban el repertorio tradicional, del incansable Pete Seeger a Max Parker, que cay¨® prisionero de los franquistas y que en 1981 recre¨® el cancionero aprendido en las celdas de San Pedro de Carde?a.
La aportaci¨®n de sus equivalentes espa?oles resulta deslucida. Aparecen Francisco Curto y el d¨²o Juan y Jos¨¦, que trabajaban con medios limitados; resultan superiores las grabaciones del chileno Rolando Alarc¨®n y el mexicano ?scar Ch¨¢vez. La selecci¨®n pudo ser bastante m¨¢s audaz: algunas interpretaciones de Paco Ib¨¢?ez o Joan Manuel Serrat habr¨ªan elevado el nivel general. Lo m¨¢s moderno (2010) son las grabaciones lorquianas de Josephine Foster, la vocalista estadounidense afincada en Espa?a.
El libro de Espa?a en el coraz¨®n s¨ª es un fest¨ªn visual. Aparte de docenas de carteles, aqu¨ª se reproduce el fastuoso programa de la versi¨®n cinematogr¨¢fica de Por qui¨¦n doblan las campanas. Se recuperan las Estampas de la Revoluci¨®n Espa?ola, colecci¨®n de 31 acuarelas de Jos¨¦ Luis Rey Vila, publicada por las Oficinas de Propaganda de CNT y FAI. Tambi¨¦n se suman fragmentos de reportajes y memorias de participantes, desde Hemingway a Arthur Koestler, pasando por las cr¨®nicas de Ili¨¢ Ehrenburg, tan efervescentes como dudosas.
Resulta evidente que Espa?a en el coraz¨®n tiene un destinatario internacional. El lector espa?ol r¨¢pidamente descubre que los textos complementarios no se caracterizan por el rigor hist¨®rico: hay despistes en las transcripciones, fallan algunas traducciones y se cuelan afirmaciones desconcertantes.
En el libro se insiste en que el Ministro de la Guerra durante la Revoluci¨®n de Asturias fue Francisco Franco (y no). Se habla del Fuerte de San Crist¨®bal, infausta prisi¨®n navarra, como escenario de una victoria republicana. Al menos una vez, se describe UGT como organizaci¨®n anarcosindicalista. El muy legendario Gustavo Dur¨¢n, el compositor que en 1936 se recicl¨® en militar y lleg¨® a coronel, es identificado como ¡°un abogado franc¨¦s y m¨²sico aficionado¡±.
Para el buscador atento, tambi¨¦n aparecen sorpresas m¨¢s agradables. Son conocidas las canciones firmadas a medias por el compositor ucraniano Lan Adomian y el poeta Miguel Hern¨¢ndez pero menos las aportaciones del cantante Ewan MacColl o de Lewis Allan, el letrista de Strange fruit. No faltan Paul Robeson y Woody Guthrie.
Mejor reconocerlo: la Guerra Civil forma parte del acervo global. Para el resto del mundo, m¨¢s all¨¢ de la tragedia que ocurri¨® realmente en Espa?a, su importancia reside en la abundancia y la calidad de los visitantes, fueran famosos simpatizantes o an¨®nimos militantes que se apuntaron a las Brigadas Internacionales (los interbrigadistas, como aqu¨ª se les denomina). Queramos o no, la Guerra Civil tambi¨¦n es Marca Espa?a.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.