El ars¨¦nico, ?solo o con soga?
El suicidio, guarnido con humor negro, en un contexto de repliegue moral y de servidumbre crediticia. Happy End, refundici¨®n colectiva de una obra de Borja Ortiz de Gondra, es un retrato velado, sat¨ªrico, solanesco y berlanguiano de la Espa?a de la burbuja inmobiliaria inducida, de los salarios desinflados y de la deuda estratosf¨¦rica. El t¨ªtulo, que ironiza sobre la costumbre, tan castiza, de barnizar los negocios caseros con una p¨¢tina de respetabilidad anglosajona (no hay inmobiliaria espa?ola nueva que no lleve impresa la coletilla Real Estate ni preparador que no se refiera a s¨ª mismo como coach), es el nombre de una asociaci¨®n cuyo fin es proporcionar asistencia t¨¦cnica a quienes deciden anticipar el final de sus d¨ªas.
Happy end
A partir de un texto de Borja Ortiz de Gondra. Luz: Xabier Lozano. M¨²sica: I?aki Salvador. Escenograf¨ªa y vestuario: Ikerne Gim¨¦nez. Direcci¨®n: I?aki Rikarte. Vaiv¨¦n Producciones. Zarautz (Guip¨²zcoa), Casa de Cultura: 28 de diciembre. Gernika (Vizcaya), Lizeo Antzokia: 16 de enero. Torrej¨®n de Ardoz (Madrid), Teatro Jos¨¦ Mar¨ªa Rodero: 24 de enero. Teatro Barakaldo (Vizcaya): 31 de enero.
Gabriela, su alma mater, es la nieta bonita de las simp¨¢ticas octogenarias asesinas de Ars¨¦nico y encaje antiguo, y Ainhoa, su ¨¢ngel apocal¨ªptico, una versi¨®n femenil del cenizo Don P¨¦simo, inspirado personaje de Escobar, aunque la relaci¨®n jer¨¢rquica entre ambas recuerda a la que mantiene el sanguinario Sweeney Todd con la truculenta se?ora Lovett. Mart¨ªn, tercera pata del banco, es el infeliz que contrapuntea la letal melod¨ªa de tan divertido y siniestro d¨²o. A trav¨¦s de su peripecia macabra, Happy End satiriza a las personas que lo ponen todo perdido de optimismo y a quienes lo ven todo color lignito, a los que visten de eufemismos la desabrida realidad sociolaboral y a los que hablan de brotes privativos de la econom¨ªa financiera como si fueran a reverdecer la econom¨ªa dom¨¦stica por contagio.
El humor absurdo de la funci¨®n, de raigambre norte?a, es primo hermano del que gastan los grupos teatrales vascos (desde Legale¨®n-T hasta el trevi?¨¦s Zanguango), pero tambi¨¦n del humor del primer Mihura (que tuvo su ¨¦poca donostiarra) y del de los Azcona y Marco Ferreri de El cochecito. I?aki Rikarte, su director, ha pautado y puntuado certeramente los gags y ha impreso el gen de la verosimilitud en el cromosoma del disparate. Interpretada por Ana Pimenta (Ainhoa) y Garbi?e Insausti (Gabriela) con una contenci¨®n que se va demostrando poco a poco muy beneficiosa y por Xabi Donosti en un estilo m¨¢s expresivo (lo cual crea un contraste afortunado), Happy End tiene efectos vasodilatadores, miorrelajantes y euforizantes, aunque no lo diga en el prospecto. El final d¨²plex (a la manera de La ¨®pera del mendigo y de La ¨®pera de perra gorda) es una guinda amarga, seguida de otra en alm¨ªbar.
Hay que celebrar que en el lapso de unos meses se hayan estrenado tres espect¨¢culos en torno al suicidio (a cual mejor), de g¨¦neros diversos: la s¨¢tira (Happy End), la comedia rom¨¢ntica y de costumbres (norway.today) y el teatro testimonio (No me voy a suicidar, saltar¨¦ sobre mi tumba), porque abren debate sin miedo sobre la primera causa de muerte violenta en Espa?a (en 2012 sumamos diez suicidios diarios, sin que eso tenga el eco merecido, por miedo a un efecto de emulaci¨®n m¨¢s que dudoso).
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