Pirandelliano Lanzarote
Es Lanzarote del Lago el que por fin eleva el conjunto con su tragic¨®mica inconsciencia de figura de museo y de pura leyenda
Hace ocho a?os la aparici¨®n de Noche en el museo demostr¨® que el cine familiar, el de aventuras y un sano gamberrismo de baja intensidad para cr¨ªos imaginativos pod¨ªan ir de la mano mediante la recuperaci¨®n, al mismo tiempo, de un discurso cultural en favor de la Historia como conocimiento y como divertimento, y de un retrato del juego de ni?os como absurda y fascinante mezcla de ¨¦pocas.
En la pel¨ªcula igual cab¨ªa una reflexi¨®n (superficial, por supuesto) acerca de la relaci¨®n entre padres e hijos que una salvaguarda del relato de gigantes y miniaturas al estilo Gulliver (o por qu¨¦ no, de El incre¨ªble hombre menguante); una aventura familiar de carreras animales al estilo Jumanji, que una comedia de gui?os hist¨®ricos. Su secuela, de 2009, pisaba el acelerador a¨²n m¨¢s y, con la misma premisa, presentaba nuevos personajes de gran atractivo, sobre todo para la platea femenina, que anhelaba un modelo de mujer de armas tomar con el que poder identificarse.
Direcci¨®n: Shawn Levy.
Int¨¦rpretes: Ben Stiller, Owen Wilson, Robin Williams, Ricky Gervais, Steve Coogan.
G¨¦nero: aventura. EE UU, 2014.
Duraci¨®n: 97 minutos.
Nueva York y Londres
Con Noche en el museo 3: el secreto del fara¨®n, de Shawn Levy, director del evento por tercera vez, viajamos desde el Museo de Historia Natural de Nueva York al Museo Brit¨¢nico de Londres, quiz¨¢ como primera se?al de un agotamiento que se confirma m¨¢s tarde en el desarrollo de la pel¨ªcula. Esta nueva entrega arranca con unos primeros minutos de una desconcertante lentitud, como si la efervescencia hubiera perdido sentido y la desidia se hubiese adue?ado no s¨®lo del relato sino tambi¨¦n de int¨¦rpretes y dobladores espa?oles, con una modulaci¨®n de baja intensidad que hace anhelar los subidones de las dos primeras partes.
Ya en la capital brit¨¢nica, la presencia de Rebel Wilson, c¨®mica de tomo y lomo, enciende un tanto la mecha, pero es la aparici¨®n de un pirandelliano Lanzarote del Lago el que por fin eleva el conjunto con su tragic¨®mica inconsciencia de figura de museo y de pura leyenda. Un d¨¦bil armaz¨®n en el que permanece esa magia tan habitual en los juegos de los cr¨ªos por la cual un vaquero, un romano y un dinosaurio pueden encontrar juntos un destino aventurero solo por la fuerza de la maravillosamente il¨®gica imaginaci¨®n infantil.
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