Matar al presidente
Quitarse de en medio al presidente de un pa¨ªs es sue?o frecuente en el cine, sobre todo en el de Estados Unidos. No hace falta escarbar mucho para encontrarse con fantas¨ªas de ese tipo. Frank Sinatra ya lo hab¨ªa intentado en Suddenly (1954), pel¨ªcula que l¨®gicamente no se estren¨® en la Espa?a de Franco quiz¨¢s para no dar ideas al personal, pero que ahora puede verse en DVD o en la nueva versi¨®n de 2013 con Ray Liotta en lugar de Sinatra (Objetivo: presidente). En el cine se ha intentado igualmente en El asesinato de Richard Nixon (2004), en Muerte de un presidente (2006) contra George W. Bush, y contra otros presidentes sin definir, en En la l¨ªnea de fuego (1993) o En el punto de mira (2008) entre muchas otras. Y aunque estas pel¨ªculas generalmente han intentado demostrar la inteligencia de la polic¨ªa de su pa¨ªs para evitar los atentados, no s¨®lo se han hecho teniendo como referencia a presidentes de Estados Unidos; ah¨ª est¨¢n, por ejemplo, Chacal (1973), en la que se atentaba contra el franc¨¦s De Gaulle, Cicatriz contra el chileno Pinochet, o El atentado, contra el marroqu¨ª Ben Barka. Ficciones o cr¨®nicas, este tipo de pel¨ªculas no ha cesado. De ah¨ª que no haya sorprendido una comedia sobre un supuesto atentado mortal contra el gobernante norcoreano Kim Jong-un, aunque s¨ª haya sido inquietante el revuelo que se ha montado y del que no se pueden calcular las posiblemente graves consecuencias.
Quentin Tarantino se invent¨® a toro pasado una estramb¨®tica muerte de Hitler en Malditos bastardos. Y Max Aub escribi¨® en 1960 a¨²n con Franco vivo, el cuento La verdadera historia de la muerte de Francisco Franco, una divertida ucron¨ªa que Pedro Olea quiso llevar al cine pero que finalmente adapt¨® el mexicano Arturo Ripstein bajo el extravagante t¨ªtulo de La virgen de la lujuria, en 2002. (Merece la pena escuchar la lectura del texto por su propio autor). Pero fue Pedro Costa quien partiendo del mismo relato investig¨® lo que s¨ª hab¨ªa ocurrido en la realidad en Los que quisieron matar a Franco (2006). As¨ª mismo lo hizo el brit¨¢nico Dollan Cannell en el interesant¨ªsimo documental 638 formas de matar a Fidel Castro (2006), que ahora merecer¨ªa volverse a ver para entender aspectos oscuros en la historia de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos. Da escalofr¨ªos y al mismo tiempo hace reflexionar sobre la calidad de las gentes que nos gobiernan. Y reir por no llorar.
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