Nuestros ¡®Charlie Hebdo¡¯
En Espa?a los humoristas de 'El Papus' mostraron una actitud radical los a?os que siguieron a la muerte del dictador Franco
Conviene hacer memoria: en Espa?a tambi¨¦n se intent¨® acabar con los humoristas deslenguados mediante la violencia. Herederos precisamente del esp¨ªritu b¨ºte et mechant de Hara-Kiri y Charlie Hebdo, dibujantes como los de El Papus mostraban una extraordinaria agresividad en los tiempos inciertos que siguieron a la muerte del dictador.
Exteriormente, aquella ¡°revista sat¨ªrica y neurast¨¦nica¡± luc¨ªa como un producto del destape, pero el interior conten¨ªa vi?etas salvajes, potenciadas por un lenguaje callejero. En todo caso, demasiado crudas para la extrema derecha, que en septiembre de 1977 enviaba una bomba conteniendo entre dos y cuatro kilos de T4. La explosi¨®n revent¨® el interior del edificio que acog¨ªa al semanario y destroz¨® al conserje (un a?o despu¨¦s, morir¨ªa otra persona en la estafeta de EL PA?S).
En realidad, lo m¨¢s parecido al asalto a Charlie Hebdo fue la matanza de los abogados de Atocha, a principios de 1977. Puede sonar horrible pero hoy sospechamos que hubo muertos de primera y de segunda categor¨ªa. Un documental de 2010, El Papus, anatom¨ªa de un atentado ¡ªdisponible en RTVE A La Carta¡ª evidencia que la polic¨ªa no hizo mucho por desentra?ar el caso. No se quiso averiguar qui¨¦n arm¨® la bomba, aunque s¨ª se conden¨® levemente a unos pardillos por delitos comparativamente menores. El Tribunal Supremo negar¨ªa una indemnizaci¨®n a la revista, a pesar de que las pistas llevaban hacia las llamadas ¡°alcantarillas del Estado¡±.
Acongojados, los dibujantes descubrieron que dispon¨ªan de un medio tan poderoso que pod¨ªa ser entendido incluso por los m¨¢s cern¨ªcalos. Alguien afirma en El Papus, anatom¨ªa de un atentado que los asesinos lograron su prop¨®sito de liquidar la revista; en verdad, El Papus continu¨® hasta 1986.
Pero s¨ª creci¨® el miedo: como comenta Carlos Gim¨¦nez, ¡°no es cierto que la pluma sea m¨¢s poderosa que la pistola¡±. Aparte de las amenazas de muerte, pesaba el desgaste de los infinitos juicios, los secuestros casi aleatorios, los cierres temporales. La Justicia respald¨® con entusiasmo las funciones represoras de la Administraci¨®n.
Vistas desde fuera, s¨ª parec¨ªa que tanto El Papus como su hermano menor, El Jueves, interiorizaron cierta prudencia desde que se hizo evidente que la Transici¨®n iba dando bandazos. Tal vez estoy siendo injusto pero tengo en la memoria que los n¨²meros de ambas revistas que siguieron al 23-F reflejaban esencialmente alivio ante el fracaso de los golpistas.
La respuesta m¨¢s beligerante contra el 23-F vino de un rinc¨®n inesperado. El V¨ªbora, supuestamente ¨®rgano del pasotismo, reaccion¨® con insospechada energ¨ªa y, pocas semanas despu¨¦s, se materializaba un contundente Especial El Golpe, con portada de Max. Creo recordar que no hubo una obra colectiva similar en la m¨²sica, el cine, la literatura o las artes pl¨¢sticas. T¨ªpicamente, nunca se reconoci¨® la valent¨ªa del gesto del editor Josep Maria Berenguer y su equipo.
Ese n¨²mero extra adem¨¢s derrochaba imaginaci¨®n y heterodoxia. Aunque El V¨ªbora apostaba por la denominada ¡°l¨ªnea chunga¡± frente a la ¡°l¨ªnea clara¡± de Herg¨¦, Mart¨ª us¨® a Tint¨ªn y sus amigos para narrar el tejerazo. Gilbert Shelton, maestro tejano del underground, firm¨® un ejercicio de ciencia ficci¨®n a partir de las tendencias centr¨ªfugas ya evidentes en la Espa?a de 1981.
Fue una jugada de funambulismo que funcion¨®. El V¨ªbora pod¨ªa haber fingido, como hicieron los grupos de pop y rock del momento, que nada hab¨ªa ocurrido. Incluso, estaba la c¨®moda opci¨®n de tratar el asunto con la actitud nihilista (punk, se dec¨ªa entonces) del descre¨ªdo, del desencantado. De hecho, algo de eso se manifiesta en algunas p¨¢ginas, pero primaba el apoyo a la Constituci¨®n, frente a las otras alternativas visibles.
Historias lejanas, dir¨¢n algunos. No tanto: cosa grande es ver a nuestro presidente del Gobierno desfilando en Par¨ªs a favor de la sacrosanta libertad de expresi¨®n, mientras su partido celebra la imputaci¨®n de Facu D¨ªaz, un c¨®mico de sal gruesa que no desentonar¨ªa en Charlie Hebdo. Cuidado con la doble moral.
Babelia
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