1936: euf¨®rica intolerancia
La eficacia est¨¦tica y ¨¦tica de la nueva y bella novela de Fulgencio Arg¨¹ello no se entiende sin su ir¨®nica referencia a lo que las palabras pueden hacer y deshacer
Hace ahora 12 a?os que Fulgencio Arg¨¹elles (Asturias, 1955) publicaba El palacio azul de los ingenieros belgas (Acantilado). Salvo el problema que supon¨ªa para los lectores la nula informaci¨®n que se le daba sobre desde d¨®nde se narraba lo que le¨ªamos, esa novela era un espl¨¦ndido ejercicio de conformaci¨®n entre expresi¨®n, forma y tema. De alguna manera ven¨ªa a confirmar lo que ya se anunciaba en Letan¨ªas de lluvia (Alfaguara, 1993), su primera obra sobre la imaginaria aldea asturiana Pe?afonte. Aunque el autor declarara sus d¨¦bitos a algunas novelas de Camilo Jos¨¦ Cela, Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez y Juan Rulfo, nunca daba la sensaci¨®n de que esas lecturas fueran modelos ineludibles en su obra. Fuera como fuese, Fulgencio Arg¨¹elles se las arregl¨® muy bien para que lo que pudieron ser influencias mal disimuladas, quedaran selladas bajo su personal¨ªsima manera de narrar y transfigurar la realidad rec¨®ndita de una aldea asturiana perdida entre valles.
Ahora se publica su nueva novela, No encuentro mi cara en el espejo. Retorna Arg¨¹elles a su lugar imaginario de Pe?afonte. Y lo hace con personajes que ya vimos en sus dos novelas anteriores. Pe?afonte es ahora un humilde para¨ªso acechado por la euforia de la intolerancia. Estamos en los d¨ªas previos al levantamiento rebelde contra la Segunda Rep¨²blica Espa?ola. A diferencia de El palacio azul de los ingenieros belgas, en ¨¦sta la voz que narra es omnisciente. En medio de personajes secundarios, no f¨¢ciles de olvidar, brillan con su aureola de singularidad y de esa rareza que da la inteligencia, la sensibilidad y la rebeld¨ªa de la heterodoxia en medio de la resignaci¨®n y la ausencia de horizontes, protagonistas potentes con sus no menos protagonismos inolvidables. As¨ª tenemos un armario con espejo, certera met¨¢fora de un lujo espiritual tan necesario como el pan. Tenemos una mujer con su hijo y su mejor amiga, formando un tri¨¢ngulo de singular y ambigua sensualidad, como si un halo de tragedia griega se cerniera sobre sus esp¨ªritus libres y desconcertados. Tenemos, como no puede faltar en ning¨²n relato con fondo de guerra civil espa?ola, un biso?o cura con la lecci¨®n bien aprendida pero muy dispuesto a transgredirla si la raz¨®n se lo pidiese, y un maestro liberal no menos dispuesto a matizar su proverbial ate¨ªsmo.
No encuentro mi cara en el espejo es un canto a la amistad, a las palabras y a la tolerancia. La eficacia est¨¦tica y ¨¦tica de esta bella novela no se entiende sin su ir¨®nica referencia a lo que las palabras pueden hacer y deshacer. El l¨¦xico que se usa para deslumbrar y el que se usa para ocultar. La fina iron¨ªa que Fulgencio Arg¨¹elles despliega en toda la novela es la tenue luz que amortigua la tristeza irreparable que se nos narra.
No encuentro mi cara en el espejo. Fulgencio Arg¨¹elles. Acantilado. Barcelona, 2014. 308 p¨¢ginas. 18 euros.
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