Rendidos a la falsa pureza

Al cineasta m¨¢s insospechado le puede entrar la fiebre del cine puro: el impulso de despojarse de lo accesorio y encontrar la elocuencia a trav¨¦s de, pongamos, la desnuda relaci¨®n entre figura y paisaje. J. C. Chandor satisfizo ese impulso de forma proverbialmente honesta en Cuando todo est¨¢ perdido (2013), una de esas pel¨ªculas tan irreprochables como antip¨¢ticas, dirigidas a un espectador capaz de extraer placer al comprobar c¨®mo el cineasta y su estrella, Robert Redford, lograban no meter la pata ni en una sola secuencia de su metraje. Algunos a?os antes, Robert Zemeckis hab¨ªa tanteado ese territorio ci?¨¦ndose un cors¨¦ mucho m¨¢s laxo en N¨¢ufrago (2000), pel¨ªcula que tan s¨®lo jugaba a simular esas reglas (austeras) del juego para seguir ejercitando el barroquismo marca de la casa. 127 horas (2010), de Danny Boyle, y ahora esta Alma salvaje, de Jean-Marc Vall¨¦, llevan el contraste entre intenciones, estrategias y resultados al terreno del chiste parad¨®jico.

Basada en el libro autobiogr¨¢fico de Cheryl Strayed, Alma salvaje es la cr¨®nica del camino de redenci¨®n, tras una deriva autodestructiva de sexo y drogas, emprendido por la protagonista a trav¨¦s de las 1.100 millas del Sendero de la Cresta del Pac¨ªfico. Witherspoon se entrega y uno puede entender incluso la secreta coherencia entre Dallas Buyers Club y este trabajo, pero Alma salvaje es el tipo de pel¨ªcula donde cualquier detalle activa expl¨ªcitos y pirot¨¦cnicos flashbacks, que convierten el pasado del personaje en carnaza para el sensacionalismo de videoclip.