El arte de vestir bien
Dec¨ªa Balenciaga: ¡°Un buen modista tiene que ser arquitecto para la forma, pintor para el color, m¨²sico para la armon¨ªa y fil¨®sofo para la medida¡±. En pocos d¨ªas he tenido la suerte de leer dos libros sobre la moda, el estilo, la elegancia y todo eso de lo que sabe todo el mundo y nadie es capaz de definir. Uno de los libros es nada menos que de Adolf Loos (Por qu¨¦ un hombre deber¨ªa ir bien vestido. Metroverlag, en ingl¨¦s) y el otro es nada menos que de Lorenzo Caprile, sin cuyo vestido rojo de presentaci¨®n en la realeza, la reina Letizia no ser¨ªa ni la mitad de lo que es.
Naturalmente, el texto de Loos publicado a comienzos del siglo XX no se parece al de Caprile un siglo despu¨¦s, pero la mezcla sirve para desmentir el postulado de ambos. Caprile proclama que la moda no es arte, mientras Loos hace de la moda un universo donde cabe, como para Balenciaga, todas las artes del mundo.
Los consejos del gran Loos y los de Caprile se juntan, sin embargo, para exaltar la importancia de ir bien vestido. Cada cual no es nada claro sin esa distinci¨®n, o peor: es aquello en lo que no sabe distinguirse. Hoy, como predice Loos (1870-1933), los mendigos tender¨ªan ya a vestirse igual que los se?ores, y los hijos de los se?ores, puede a?adirse tras el estilo grunge, tomar¨ªan la inspiraci¨®n de los mendigos.
Pero, efectivamente, tanto para Loos como para Caprile, no todos pueden ni deben vestirse igual en los tejidos y en las formas. La moda vintage, por ejemplo. Eso le queda bien a una jovencita delgada pero arruina la imagen de una se?ora mayor. El juego con el patronaje es capital y, por ejemplo, es importante c¨®mo los cuerpos femeninos aguantan o no el bies. S¨®lo las muy proporcionadas ser¨¢n capaces de hacer frente al bies. Balenciaga ense?¨® que cuantos menos cortes y costuras, mejor que mejor, pero hay clientas que, en manos de un mal modista, tratan de resolver con pinzas una anatom¨ªa sin proporci¨®n.
Nada de pinzas, nada de superposiciones ni de pliegues. La m¨¢xima de Loos. ¡°El ornamento es crimen¡± (t¨ªtulo de su escrito principal). Vale cien a?os despu¨¦s. No se trata de reproducir por completo la pureza del international style, pero s¨ª de no conjuntar forzosamente la proporci¨®n del cuerpo con la funci¨®n de la ropa.
Ser delgada puede ser igual a ser rellenita si se mantiene la proporci¨®n. El secreto est¨¢ en la masa; y en su atractiva distribuci¨®n. Porque si los grandes estampados se encuentran desaconsejados para las menos estilizadas, tanto Grace Kelly como Sof¨ªa Loren le sacaron partido a los expresos motivos florales y geom¨¦tricos de Emilio Pucci (1914-1992). Incluso Marilyn Monroe con unos kilos de m¨¢s fue incinerada con un vestido del mismo autor.
Y no todo, desde luego, es relativo. La ley de la belleza, las normas del estilo y la elegancia act¨²an severamente bajo una apariencia natural. El libro de Adolf Loos es un catecismo para introducir en el gusto por vestir bien, el libro de Caprile (Estilo. Planeta, 2015) es, hoy por hoy, la biblia de la moda en espa?ol. Ser¨ªa una l¨¢stima que hombres y mujeres no aprovecharan su contenido. Caprile no s¨®lo conoce la historia del vestido hasta el punto de hacer los vestuarios para las obras cl¨¢sicas de los teatros nacionales espa?oles, sino que si alguien que desee lucir en una boda, una condecoraci¨®n o un gran funeral, Lorenzo Caprile es la luminaria est¨¦tica de la oportunidad.
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