Mar¨ªa Josefa Huarte, mecenas del arte que adoraba a Balenciaga
Leg¨® su soberbia colecci¨®n al Museo de la Universidad de Navarra
Quienes conocieron de cerca a Mar¨ªa Josefa Huarte Beaumont (Pamplona 1927-2015) destacan dos cosas esenciales en su personalidad: su elegancia y su determinaci¨®n. Hija del constructor F¨¦lix Huarte, aseguran que desde muy jovencita tuvo un ojo muy especial para detectar la belleza, y gran prueba de ello es la soberbia colecci¨®n de arte abstracto que leg¨® al reci¨¦n inaugurado Museo de la Universidad de Navarra dise?ado por Rafael Moneo, uno de sus grandes amigos de toda la vida. La colecci¨®n, medio centenar de obras, es un compendio de sus gustos est¨¦ticos y un perfecto resumen de pasi¨®n por el arte: Picasso, Palazuelo, Oteiza, T¨¤pies, Kandinsky o Rothko, por citar algunos nombres.
La implicaci¨®n directa en el mundo de la cultura la hab¨ªa vivido Mar¨ªa Josefa Huarte en su propia casa. Los Huarte fueron los financiadores y promotores de los famosos Encuentros de Pamplona de 1972, un happening que hizo que Espa?a viviera la ilusi¨®n de formar parte de lo m¨¢s rompedor del arte contempor¨¢neo. El patriarca, F¨¦lix Huarte, tambi¨¦n particip¨® en experimentos cinematogr¨¢ficos vanguardistas (X Films) y construcciones arquitect¨®nicas arriesgadas como el edificio Torres Blancas, una torre gris de 71 metros de altura realizada por Francisco Javier S¨¢enz de Oiza.
Alta, delgada y morena, su relaci¨®n con el ¨¢mbito art¨ªstico fue directa y personal. Tom¨¢s Llorens, historiador de Arte, cuenta que Mar¨ªa Josefa era una mujer fascinada por la abstracci¨®n, un movimiento en el que ella ve¨ªa una espiritualidad posiblemente equiparable a sus profundos sentimientos religiosos. Compraba todo aquello que la conmov¨ªa sin reparar en gastos. Lo hac¨ªa en ferias y galer¨ªas y ten¨ªa una fuerte relaci¨®n personal con los artistas. Oteiza, Chillida y Palazuelo eran habituales de las casas de Madrid y Pamplona, en las que viv¨ªa a temporadas rodeada de todas sus obras. Comenz¨® a comprar arte con 40 a?os. Lo primero que adquiri¨® fueron varias obras de Oteiza y una de Chillida. Despu¨¦s, pidi¨® a Oteiza decorar una pared del comedor de su casa de Madrid e instalar una chimenea tan peculiar que una amiga le sugiri¨® que comprase un tapiz para taparla.
Casada con el empresario Javier Vidal, el matrimonio no tuvo hijos. Los numerosos viajes que la pareja compart¨ªa eran una magn¨ªfica oportunidad para contemplar exposiciones por todo el mundo y, de vez en cuando, volver a Espa?a con una nueva adquisici¨®n. En un viaje a Par¨ªs durante el verano de 1973 adquiri¨® una de sus obras m¨¢s famosas: L¡¯Esperit catal¨¤, de Antoni T¨¤pies. En una de sus escasas entrevistas contaba as¨ª el flechazo que sinti¨® ante la obra del artista catal¨¢n: ¡°Cuando apareci¨® el cuadro me puse en pie como un mu?eco con resorte y pens¨¦: ¡®Este me lo compro aunque tenga que vender mi casa¡±.
No siempre se animaba a sacar el talonario. Durante un viaje a Basilea cay¨® deslumbrada ante seis telas de Rothko. En un primer arranque decidi¨® llevarse nada menos que tres. Al final volvi¨® a Madrid de vac¨ªo. Para disipar su disgusto, su hermano Juan le regal¨® Sin t¨ªtulo (1969), la obra favorita de Mar¨ªa Josefa Huarte.
En 2010 hizo p¨²blica su decisi¨®n de donar su colecci¨®n a Navarra. Despu¨¦s de barajar otras opciones, la Universidad de Pamplona fue el lugar elegido. Sigui¨® muy de cerca la evoluci¨®n de los trabajos capitaneados por Rafael Moneo. El arquitecto ha asegurado que ella no impuso nunca nada y que fue una observadora complaciente. En cambio s¨ª ha reconocido que la elegancia de la mecenas, siempre impecablemente vestida de Balenciaga, le inspiraron las l¨ªneas m¨¢s nobles del edificio.
Babelia
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