El escondite del desamor es una caja de huevos

Retroceder en el tiempo. No pararlo, no. Ir hacia atr¨¢s. Qu¨¦ anhelo propio del ser humano desear volver a ese momento exacto en el que, en la memoria, todo era mejor. Bajo la l¨®gica, obvia y acerada, sabemos que no se puede cambiar lo que ya ha ocurrido; aun as¨ª, creamos un bucle agotador e innecesario que nos lleva al pasado, donde preferir¨ªamos vivir. Qu¨¦ anhelo in¨²til compartido por millones de humanos con el coraz¨®n descosido y reflejado en Lover, una delicada pieza de teatro de objetos que Andr¨¦s Beladiez (Guadalajara, 1966) y Marta Marco (Guadalajara, 1977) han llevado hasta el Teatro Lara.

Un peque?o mu?eco, guiado por las manos de Marco, se posa sobre las manecillas de un reloj ocre. Intenta, una y otra vez, empujando con sus brazos y piernas de cuerda, retrasar la hora. Volver a aquel lugar en el que no sonaba E se domani. Nunca lo consigue. Al lugar donde has sido feliz no debieras tratar de volver, cantaba Sabina. Nadie le hace caso. Tampoco Marco: ¡°Es mi escena favorita, empujar el tiempo hacia atr¨¢s es una forma de plasmar su deseo de quedarse en aquel recuerdo. Todos lo hemos hecho¡±.

La forma en la que la actriz mueve, desliza y contorsiona al enamorado de trapo refleja el cari?o que la actriz tiene a la obra, que naci¨® del reencuentro con Andr¨¦s Beladiez. ¡°Nos conocimos hace dos d¨¦cadas¡±, recuerda el director. ¡°?l se convirti¨® en el director de la primera compa?¨ªa de la que form¨¦ parte. ?l me permiti¨® enamorarme del teatro, tiene una forma de trabajar muy especial¡±, apunta Marco. La adaptaci¨®n de un cuento de Gianni Rodari fue su primer proyecto juntos. Pim. Pam. Pum. era el nombre de la obra. Despu¨¦s de aquel momento, 1995, dejaron de verse, aunque siguieron manteniendo el contacto, hasta 2008. ¡°Desde entonces hemos vivido casi puerta con puerta. Es mi gran compa?ero y mi gran amigo¡±, se r¨ªe Marco.

Lover ocurre sobre una mesa de apenas 4 metros cuadrados repleta de diminutas ovejas, un tapete de mesa, un viejo tel¨¦fono, una concha de mar¡­ objetos que cuentan una historia. La de todos. La de una despedida. ¡°Los dos ten¨ªamos ganas de contar un ciclo amoroso. El flash en el que te enamoras, la felicidad de estarlo, cuando te rompen el coraz¨®n¡­ Pero solo consegu¨ªamos dar en el bingo con la parte del desamor y decidimos aceptar que la historia nos estaba eligiendo a nosotros y no al rev¨¦s¡±, explica Marco.

M¨¢s all¨¢ de la tristeza evidente, la pieza bucea en las peque?as y cambiantes sensaciones tras una ruptura con tanta naturalidad que incluso provoca la risa franca de quien se reconoce en ellas: marcar y colgar, esperar, ese momento de ¨¦xtasis por un aparente olvido definitivo, una borrachera ¨¦pica. Cada momento engarzado a los cambios de luz, de m¨²sica, de ritmo. Todo encaja y por momentos, olvidas las manos de Marta Marco y solo puedes ver al diminuto polichinela. Andr¨¦s Beladiez cree saber por qu¨¦: ¡°Todo est¨¢ hecho con la m¨¢s absoluta sinceridad, ambos creemos y confiamos en este proyecto, todos los espect¨¢culos nacen de esa confianza en algo que uno ama hacer¡±.

El teatro no nace en el escenario, sino en la mente del espectador

De esa pasi¨®n y convicci¨®n por seguir haciendo teatro a pesar de la situaci¨®n del sector, naci¨® esta intensa obra de 45 minutos forjada a base de prueba y error: ¡°Fuimos probando ideas hasta que una funcionaba exactamente con lo que quer¨ªamos transmitir. Cuando esa escena brillaba, esa era la que eleg¨ªamos¡±, detalla la actriz. Ambos creen que la creaci¨®n ha surgido sobre dos pilares b¨¢sicos, el conocimiento que tienen el uno del otro y la po¨¦tica de los objetos. ¡°A veces, t¨² quieres mostrar una cosa, pero el propio mu?eco o el objeto te fuerzan a otra. La velocidad y la manera en la que se abre un cart¨®n de huevos pueden transmitir una u otra emoci¨®n¡±.

Podr¨ªa parecer extra?o, pero lo consiguen: la risa y la carcajada sincera, la emoci¨®n breve que pone el vello de gallina. La oscuridad total m¨¢s all¨¢ del peque?o espacio intensifica la sensaci¨®n de estar en otro mundo. La voz de Marta Marco, cantando nanas y peque?as piezas compuestas por Andr¨¦s Beladiez, se transforma en una letan¨ªa levemente hipn¨®tica. "El teatro no nace en el escenario, sino en la mente del espectador", asegura el dramaturgo. No hay ni una sola palabra hablada en Lover, solo la sensaci¨®n de estar mir¨¢ndose en un espejo, de haberlo hecho alguna vez, o de saber que ocurrir¨¢.