¡®Bancaloret¡¯
Bancaja fue una falla dise?ada para arder desde dentro. Dos emprendedores compraron una finca por 49 millones y se la vendieron al banco, que adem¨¢s era su prestamista, por 125 d¨ªas despu¨¦s
Ahora sabemos que Bancaja fue una falla dise?ada para arder desde dentro. Dos emprendedores compraron una finca por 49 millones y se la vendieron al banco, que adem¨¢s era su prestamista, por 125 millones solo d¨ªas despu¨¦s. Seg¨²n las informaciones publicadas, 40 millones los llevaron a Suiza y Andorra y el resto, para entretener a los benefactores. Al frente de la falla bancaria estaba Jos¨¦ Luis Olivas, que fue mano derecha de Rita Barber¨¢, Zaplana y luego vicepatr¨®n de Bankia con Rato. Describir los a?os del pelotazo y el Espa?a va bien comienza a ser tarea para el humorismo tr¨¢gico espa?ol. La falla es un comentario jocoso que oscila entre la est¨¦tica de los parques Disney y el desprecio a toda instituci¨®n. Es un humor que padece la m¨¢s misteriosa contradicci¨®n. Acaba por hacer tolerable hasta la indignidad. Es el humor como un acuerdo de supervivencia.
En la balconada de Rita Barber¨¢ durante la crid¨¢ de Fallas se cruzan alcohol de sobremesa y festejo popular, para propiciar el desbarre desorejado en valenciano de chirigota. Pero la repetici¨®n del suceso, el asombro boquiabierto de los espectadores al ver comportarse a un alcalde como un zopenco, no termina por despertar el esp¨ªritu cr¨ªtico ni otra indignaci¨®n diferente a la superficial y tontuela de las redes sociales, sino una forma de empat¨ªa irracional. Seguramente la misma que lleva d¨¦cadas consolid¨¢ndose con mayor¨ªas absolutas, basadas en un sentido esperp¨¦ntico de la cotidianidad, en una celebraci¨®n sumisa del disparate, instaurando la teor¨ªa carpetovet¨®nica que Gila resumi¨® en aquella aldeana que tras los brutales festejos de boda afirmaba : ¡°Me habr¨¢n matado al hijo, pero lo que nos hemos re¨ªdo¡±.
La primera vez que vi actuar al c¨®mico Xavi Castillo tuve la percepci¨®n de que ese grado de desbordamiento era obligado porque no es f¨¢cil disparatar sobre lo disparatado. Sus parodias grotescas de la autoridad, reyes, alcaldes, presidents, no son exageraciones, sino explosiones. Porque a sujetos caricaturales, grotescos, dotados de esa bonhom¨ªa fraudulenta y chocarrera, solo se los puede imitar desde la autoinmolaci¨®n, la palabrota, la dinamita, poniendo los genitales en la boca del escenario como ellos los posan sobre la urna. El humor de Xavi Castillo en Valencia es realismo delicado. B¨²squenlo.
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