Charleroi, contra la imagen adulterada
La ciudad belga, que lucha por superar el declive industrial y su mala reputaci¨®n, se encuentra detr¨¢s de la revocaci¨®n del premio World Press Photo a Giovanni Troilo
El paisaje no es muy distinto al de cualquier ciudad de la Valonia profunda. Charleroi emerge en medio de un tejido de antiguas f¨¢bricas de ladrillo, esqueletos de esa vetusta siderurgia que en su d¨ªa emple¨® a toda la regi¨®n, que aparecen entre una naturaleza llana y d¨®cil. Al llegar al centro de la ciudad, se descubre un lugar de perfil humilde ¡ªel paro roza el 23%, cerca del triple de la media nacional, y la tasa de pobreza es del 28%, casi tres veces m¨¢s que en Amberes¡ª, pero menos infausto que lo que reza la leyenda. En 2008, un sondeo de un diario holand¨¦s declar¨® a Charleroi ¡°la ciudad m¨¢s fea del mundo¡±. Pero hace una d¨¦cada que se empe?a en transformarse. ¡°Si Brooklyn y Bilbao han podido, tal vez nosotros tambi¨¦n¡±, dice su alcalde, el socialista Paul Magnette.
Este enclave postindustrial, en pleno proceso de transformaci¨®n econ¨®mica y urban¨ªstica, se ha situado esta semana en el centro de uno de los mayores debates que hayan sacudido al fotoperiodismo en los ¨²ltimos tiempos. Hasta el punto de hacer tambalear los cimientos del premio World Press Photo, uno de los m¨¢s prestigiosos del planeta, entregado anualmente desde 1955. La serie fotogr¨¢fica La ciudad negra: El coraz¨®n oscuro de Europa, realizada en Charleroi por el fot¨®grafo italiano Giovanni Troilo, se vio despose¨ªda el mi¨¦rcoles del primer premio en la categor¨ªa Asuntos contempor¨¢neos por haber aportado informaci¨®n falsa sobre las condiciones en las que se hizo.
En su presentaci¨®n del proyecto, Troilo defin¨ªa Charleroi como un lugar donde ¡°solo la sexualidad perversa y retorcida, el odio racial, la obesidad neur¨®tica y el abuso de drogas sirven de soluciones para que ese malestar end¨¦mico se vuelva aceptable¡±, considerando a esta urbe de 200.000 habitantes ¡°el reflejo de algo que sucede a mayor escala en toda Europa¡±. Sin embargo, las irregularidades no tardaron en salir a la luz. Primero fue la evidente puesta en escena de una de sus im¨¢genes, donde un primo del fot¨®grafo aparec¨ªa practicando sexo en el interior de un coche, en el que Troilo hab¨ªa colocado previamente un flash. La organizaci¨®n estudi¨® revocar el premio, pero lo confirm¨® el pasado domingo al deducir que ese primo ¡°hubiera hecho el amor en el coche, tanto si el fot¨®grafo estaba presente como si no¡±. Termin¨® cambiando de opini¨®n el mi¨¦rcoles, despu¨¦s de que un reputado fotoperiodista belga, Bruno Stevens, ganador del World Press Photo en tres ocasiones, denunciara que una de las im¨¢genes no hab¨ªa sido tomada en Charleroi, sino en el taller del pintor Vadim Vosters en Molenbeek, en las afueras de Bruselas. Es decir, a m¨¢s de 50 kil¨®metros de distancia. ¡°El fot¨®grafo reconoci¨® el error, pero ya era demasiado tarde. Hab¨ªa cruzado la l¨ªnea de lo aceptable. El fallo cambiaba el sentido de toda la historia¡±, apunta el director del World Press Photo, Lars Boering, desde la sede de la organizaci¨®n en ?msterdam.
Para Magnette, figura ascendente del socialismo belga, la revocaci¨®n del premio ha supuesto una victoria. A finales del mes pasado, el regidor inici¨® la revuelta contra esta serie fotogr¨¢fica a trav¨¦s de una larga misiva enviada a la organizaci¨®n, donde contestaba la ¡°distorsi¨®n de la realidad¡± del trabajo de Troilo, que reflejaba para ¨¦l ¡°una ciudad ficticia¡±. ¡°Si hubiera sido un concurso de fotograf¨ªa art¨ªstica, nunca hubiera dicho nada. Lo que no pod¨ªamos aceptar es que eso fuera considerado un retrato realista. Cuando alguien da?a la reputaci¨®n de una ciudad, est¨¢ atacando la autoestima de quienes viven en ella¡±, se?ala ahora Magnette.
Para el alcalde, los problemas a los que apunta Troilo ¡°no son inexistentes¡±, pero tampoco exclusivos de Charleroi. ¡°La delincuencia, la desocupaci¨®n y las drogas forman parte de cualquier lugar de m¨¢s de 50.000 habitantes. Reducir la ciudad a eso es inaceptable¡±, argumenta Magnette, que espera que el caso constituya una ¡°jurisprudencia Charleroi¡± que logre reforzar el c¨®digo deontol¨®gico de la profesi¨®n. Por su parte, la organizaci¨®n holandesa se plantea endurecer el examen de las im¨¢genes a partir de la pr¨®xima edici¨®n. ¡°36 personas se encargan de comprobar la informaci¨®n recibida, pero cuando recibes 100.000 im¨¢genes en pocos d¨ªas, los errores son posibles en los dos lados¡±, reconoce Boering.
Troilo no es el primer extranjero que fotograf¨ªa la regi¨®n. En las afueras de la ciudad se erigen el Museo de la Fotograf¨ªa, instalado en un espectacular monasterio neog¨®tico de ladrillo. El centro lleva seis a?os encargando a reputados retratistas, como Jens Olof Lasthein o Dave Anderson, que se instalen en Charleroi para elaborar series que den fe de su paisaje cambiante. ¡°Queremos que sean extranjeros precisamente porque aportan una mirada distinta a la nuestra¡±, apunta la conservadora Christelle Rousseau. La mayor¨ªa dirige su mirada a las consecuencias del declive industrial, lo que no siempre gusta a los aut¨®ctonos. ¡°A veces se les reprocha su miserabilismo, incluso cuando esa no es la voluntad del fot¨®grafo. Dir¨ªa que los ciudadanos se ven reflejados en algo que ya no quieren ser¡±, opina. Sin embargo, lo acontecido esta semana no es comparable. ¡°Lo que ha sucedido va mucho m¨¢s all¨¢¡±, concluye.
Giovanni Troilo: "Me han aplicado la pena m¨¢xima"
Giovanni Troilo, despose¨ªdo esta semana del premio World Press Photo, dice haber aceptado el desenlace. "Fue un error involuntario, pero debo pagar por ¨¦l. No es una injusticia, pero me han aplicado la pena m¨¢xima", respond¨ªa el viernes desde Roma. "En las ediciones anteriores ha habido errores que no se han saldado con la descalificaci¨®n". Troilo, fotoperiodista de 37 a?os, fue descalificado por un pie de foto incorrecto, que sosten¨ªa que una imagen hab¨ªa sido tomada en Charleroi, cuando en realidad se trataba del atelier de un pintor en Bruselas.
El autor atribuye el error a un descuido a la hora de subir las im¨¢genes a la web del premio. ¡°Si hubiera querido enga?arles, no habr¨ªa escrito el nombre del pintor, que se pod¨ªa comprobar f¨¢cilmente¡±, apunta el fot¨®grafo, quien conoce bien esta ciudad: parte de su familia emigr¨® a Charleroi en los a?os 50. ¡°He dado a conocer una verdad inc¨®moda¡±, dice Troilo.
La duda es si su trabajo, acusado de responder a una estudiada puesta en escena, puede considerarse fotoperiodismo. ¡°No soy yo quien deba decirlo, sino el jurado. Si no lo era, ?por qu¨¦ no me eliminaron desde la primera ronda?¡±, se interroga. Troilo afirma que nunca escondi¨® sus m¨¦todos y que mencion¨® las condiciones en que tom¨® las im¨¢genes en cada pie de foto, incluida la instant¨¢nea donde se ve a uno de sus familiares practicando sexo en un coche. ¡°En el pie mencionaba que era mi primo y que hab¨ªa aceptado que le hiciera una foto¡±, argumenta.
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