Yoshihiro Tatsumi, dibujante de manga que no era manga
Trabaj¨® en una interpretaci¨®n diferente de la historieta: el ¡®gekiga¡¯. Sus obras se adentran en el lado m¨¢s oscuro del ser humano
En 2007, el sal¨®n del c¨®mic de A Coru?a ten¨ªa como invitado de lujo a Yoshihiro Tatsumi (Osaka, 1935). En una comida informal, el dibujante japon¨¦s narraba con sencillez y una sincera modestia c¨®mo su peque?a librer¨ªa, situada en una transitada calle donde se encontraban las mejores librer¨ªas de la ciudad, era la m¨¢s peque?a y la ¨²nica a la que le daba el sol todo d¨ªa, provocando un intenso calor que incomodaba a sus clientes y les invitaba a salir tras comprobar que dif¨ªcilmente encontrar¨ªan en sus estantes los libros m¨¢s comerciales que llenaban los otros comercios. Sus palabras no mostraban resentimiento ni dolor, simplemente testimoniaban una realidad. Una an¨¦cdota que, en cierta medida, resume y sintetiza la vida de uno de los m¨¢s grandes autores de historieta que ha dado el noveno arte.
Tras sus inicios en el manga m¨¢s comercial, a finales de los a?os cincuenta form¨® parte de un privilegiado grupo de autores con inquietudes m¨¢s amplias, que entend¨ªan el manga como un medio de expresi¨®n creativa que pod¨ªa dirigirse a los adultos y no como un simple entretenimiento infantil. Junto a autores como Takao Saito o Masahiko Matsumoto, Tatsumi trabaj¨® en una interpretaci¨®n diferente de la historieta, en un ¡°manga que no era manga¡±, que finalmente asumir¨ªa el nombre que el mismo propuso: gekiga (literalmente, ¡°im¨¢genes dram¨¢ticas¡±). La influencia del gekiga fue creciendo hasta que en los sesenta se expandi¨® como un movimiento definido desde la revista Garo, estableciendo una corriente de c¨®mic adulto que llegar¨ªa a ser seguida por el mism¨ªsimo Osamu Tezuka, ¡°el dios del manga¡±.
Las obras de Tatsumi se adentran en el lado m¨¢s oscuro del ser humano, sin aleccionar, sin intentar establecer juicios morales, solo dando testimonio de unas miserias y mezquindades que dejan al lector en la perturbadora situaci¨®n de reconocerse como uno m¨¢s de sus protagonistas. Una verdad inc¨®moda que no favoreci¨® el ¨¦xito de Tatsumi, m¨¢s reconocido en el extranjero que en su propio pa¨ªs, donde su trabajo como mangaka apenas le permit¨ªa vivir. De hecho, fue uno de los primeros autores japoneses publicados en Espa?a a principios de los a?os ochenta: cuando del c¨®mic nip¨®n apenas se ten¨ªa la idea de que sus p¨¢ginas estaban repletas de ni?as de ojos grandes y robots gigantescos, la m¨ªtica revista El V¨ªbora comenz¨® a publicar sus dram¨¢ticas historias, provocando un aut¨¦ntico shock entre unos lectores completamente desubicados ante la demoledora fuerza de Tatsumi. Aunque no toda su obra ha sido publicada aqu¨ª, el lector espa?ol ha tenido oportunidad de leer una buena muestra de su trabajo, incluyendo la magistral autobiograf¨ªa Una vida errante (Astiberri Ediciones), un relato pausado y distante de su vida que fue trasladado a la gran pantalla como pel¨ªcula de animaci¨®n dirigida por Eric Khoo.
La muerte de Tatsumi el pasado 7 de marzo cierra uno de los ciclos m¨¢s importantes del manga, con una influencia decisiva tanto en el c¨®mic japon¨¦s como en el mundial.
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