Ivo Van Hove arrasa en el West End
El l¨ªder de Toneelgroep firma 'A View from the Bridge', el cl¨¢sico de Arthur Miller, su primer montaje con actores brit¨¢nicos, en el Wyndham's londinense
Hac¨ªa tiempo que no ve¨ªa al p¨²blico londinense ponerse en pie, al un¨ªsono, para vitorear una funci¨®n. A View from the Bridge, de Arthur Miller, en el abarrotado Wyndham¡¯s, es un rotundo hot ticket, o sea, que hay bofetadas para conseguir una entrada. Tras los ¨¦xitos de Roman Tragedies (2009), Antonioni Project (2011) y Scenes from a Marriage (2013) en el Barbican, Ivo Van Hove, el l¨ªder de la compa?¨ªa holandesa Toneelgroep, acept¨® la propuesta de montar el texto de Miller con actores del Young Vic, donde se estren¨® el pasado verano.
Cuando aparezcan estas l¨ªneas, el infatigable Van Hove habr¨¢ vuelto al Barbican para presentar una versi¨®n de Ant¨ªgona protagonizada por Juliette Binoche, pero de momento A View from the Bridge arrasa en el West End, cosa infrecuente para un director ¡°extranjero¡±. Jan Versweyweld ha dise?ado una caja gris de suelo blanco, que hace pensar en un cruce de azotea y cuadril¨¢tero de boxeo. Los actores se sientan en un repecho de metacrilato, en forma de U cuadrada. Montaje desnudo: solo se echa mano de una silla, esencial para el pugilato que cierra el primer acto.
La historia es conocida, porque se ha visto varias veces en Espa?a, protagonizada por B¨®dalo, por Helio Pedregal y por Antoni Sevilla, entre otros. Eddie Carbone, estibador en el muelle neoyorquino de Red Hook, veinte a?os de casado, pierde la cabeza por Catherine, su sobrina adolescente. Una pasi¨®n ciega, autodestructiva, que estalla cuando llegan dos j¨®venes emigrantes clandestinos y la muchacha muestra su afecto por uno de ellos. Miller se arriesg¨® mucho con un antih¨¦roe como Eddie Carbone. Era imposible no querer a Willy Loman, pero ?qui¨¦n iba a querer a Eddie? Aunque ya lo dijo Hitchcock, a prop¨®sito de Alexander Sebastian, loco de amor en Encadenados: el mejor villano es el que m¨¢s sufre. Y lo repite, a modo de epitafio, el abogado Alfieri, narrador y atormentado coro de la historia, que sent¨ªa repulsi¨®n moral hacia Eddie pero tambi¨¦n una suerte de fascinaci¨®n ante la oscura pureza de su anhelo: ¡°Something perversely pure calls to me from his memory¡±.
A View from the Bridge es un espect¨¢culo extraordinario, que atrapa desde el comienzo. Todo rezuma verdad e intensidad: me pareci¨® estar ante una pel¨ªcula de James Gray. Van Hove sirve una tragedia ¨ªntima, claustrof¨®bica, a media voz, con una fin¨ªsima destilaci¨®n de sentimientos, gestos y palabras, con un ritmo impecable: cada escena se encadena, sin pausa, con la siguiente. Doble percepci¨®n: logra que te conmueva el texto y al mismo tiempo te hace ver c¨®mo funciona y lo bien armado que est¨¢, porque extrae del espectador una atenci¨®n extrema, constante. Los actores est¨¢n descalzos, y Alfieri se quita los zapatos al entrar en la casa de los Carbone, evocando una esencia japonesa: acabas viendo a Eddie como un samur¨¢i ca¨ªdo sacrific¨¢ndose tras el deshonor.
Es una tragedia ¨ªntima, claustrof¨®bica, a media voz, con una fin¨ªsima destilaci¨®n de sentimientos y palabras, con un ritmo impecable
Alfieri es Michael Gould, que hace pensar en un Robert Duvall brit¨¢nico. Observa todo desde un lateral, tratando desesperadamente de evitar el fatal desenlace. Para Van Hove, la obra de Miller es como intuir el choque de un autom¨®vil poco antes de que se produzca. Ese es el reto interpretativo de Nicola Walker, que encarna a Beatrice, la esposa de Eddie: ha de mostrar, con miradas y silencios, su conciencia de lo que pasa y, sobre todo, de lo que va a pasar. Descomunal actriz, a la que aplaud¨ª har¨¢ dos temporadas en el rol de la madre del protagonista de El curioso caso del perro a medianoche, por la que gan¨® el Olivier. Eddie Carbone es Mark Strong, m¨¢s conocido por sus trabajos en televisi¨®n y cine (The Imitation Game, entre los m¨¢s recientes), que ha vuelto al teatro tras una ausencia de 12 a?os. Rompe el arquetipo habitual de Carbone como tipo corpulento, goril¨¢ceo: es alto, musculoso, taciturno, un cruce entre Stanley Tucci y Roberto ?lamo. Voz grave, profunda, matizada. Expresa formidablemente todo lo que le come por dentro, el amor que le posee y no sabe expresar ni asumir, salvo con explosiones de ira que ni ¨¦l comprende.
Catherine es Phoebe Fox, que puede llegar a ser una estrella. Vemos crecer a su personaje, desde la adoraci¨®n infantil por Carbone hasta el odio absoluto. Y cuando digo lo de crecer es literal, porque hay una suerte de transformaci¨®n f¨ªsica: al principio es una ni?a luminosa, al final una muchacha amarga porque ha conocido el dolor.
Emun Elliott y Luke Norris son los j¨®venes emigrantes sicilianos que llegan a Brooklyn, y parecen dos pr¨ªncipes de leyenda por su nobleza, su coraz¨®n, su sentido del honor. Elliot (Marco) borda la famosa escena de la silla, y Norris es un Rodolfo inocente, que conmueve en el pasaje, no menos tremendo, del doble beso de Eddie: al muchacho para humillarle y a Catherine para retenerla. O quiz¨¢s para ahuyentarla, como en el tango: ¡°Fue a conciencia pura que perd¨ª tu amor / nada m¨¢s que por salvarte¡±. Me pareci¨® impresionante c¨®mo Van Hove muestra la lenta instalaci¨®n en la casa de la tristeza de lo irremediable, como una lluvia sucia: la escena familiar, a mitad del segundo acto, en la que parece no suceder nada, con un trivial di¨¢logo dom¨¦stico, pero que te pone los pelos de punta. O la sutileza de la banda sonora, firmada por Tom Gibbons: ese leve repicar de tambor cuando la tragedia se acerca o se anuda, como una gota de plomo cayendo o el segundero de un reloj que avanza. O el modo en que Alfieri hace avanzar el relato sustituyendo el di¨¢logo por su narraci¨®n, o ¡°entrando¡± en la acci¨®n para mostrar los hechos, a la manera de Tadeusz Kantor.
El final es pura catarsis. Marco baja de golpe una persiana met¨¢lica y estalla la pelea. Dos grupos, tratando de sujetar a los contendientes, generan la imagen de todos contra todos. De repente, el ¨²nico golpe de teatro en un montaje tan austero: mientras estalla el R¨¦quiem de Faur¨¦ comienza a llover sangre, la sangre que Eddie ha traicionado, la sangre que empapa a todos los personajes de la tragedia. Baja el techo lentamente, como un tel¨®n fatal. De Van Hove hemos visto aqu¨ª Roman Tragedies, The Fountainhead y el Brokeback Mountain que hizo en el Real. S¨¦ que los montajes brit¨¢nicos muy rara vez hacen gira, pero ser¨ªa sensacional que pudi¨¦ramos ver aqu¨ª, en el Grec, en el Festival de Oto?o, en temporada alta, un espect¨¢culo tan poderoso, tan definitivo, tan imprescindible como A View from the Bridge.
A View from the Bridge,?de Arthur Miller. Direcci¨®n: Ivan Van Hove. Int¨¦rpretes: Mark Strong, Michael Gould, Nicola Walker, Phoebe Fox, Emun Elliot y Luke Norris. Wyndham¡¯s Theatre. Londres. Hasta el 11 de abril.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.