Cuando Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez aprendi¨® a escribir
EL PA?S ofrece toda la obra literaria y period¨ªstica de Garc¨ªa M¨¢rquez
¡°El coronel destap¨® el tarro de caf¨¦ y comprob¨® que no hab¨ªa m¨¢s de una cucharadita...¡±.
¡°Muchos a?os despu¨¦s, frente al pelot¨®n de fusilamiento, el coronel Aureliano Buend¨ªa hab¨ªa de recordar aquella tarde remota en que...¡±.
El universo literario de Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez (1927-2014) se gesta en la caribe?a Aracataca, cuando vive su primera infancia con sus abuelos maternos: Tranquilina Iguar¨¢n Cotes y Nicol¨¢s Ricardo M¨¢rquez Mej¨ªa. Ambos lo envolvieron con las narraciones de sus historias. Ella aport¨® la imaginaci¨®n con sus relatos de difuntos, fantasmas y misterios del m¨¢s all¨¢ y m¨¢s ac¨¢; y ¨¦l, viejo coronel retirado, puso el pragmatismo y el raciocinio con sus recuerdos de la Guerra de los Mil D¨ªas y de las batallas de la vida diaria. Y en esa casa encontr¨®, tambi¨¦n, el libro que definir¨ªa su futuro como escritor: un diccionario que le regal¨® su abuelo y que el ni?o ley¨® como una novela, ¡°en orden alfab¨¦tico y sin entenderlo apenas¡±.
En aquella casa colombiana, bajo soles inclementes, anidaba el futuro. Con sus abuelos vivi¨® hasta los 8 a?os. Su ¨²ltimo recuerdo fue la hoguera donde, tras la muerte del coronel, quemaron sus ropas, entre ellas los liquiliques de guerra, como ese que ¨¦l mismo luci¨® en Estocolmo en la entrega del Premio Nobel de Literatura en 1982. Ten¨ªa 55 a?os. Aquella p¨¦rdida del hombre que lo cri¨® en esa casa invadida de mujeres lo acompa?¨® siempre, y dijo: ¡°Hoy lo veo claro: algo m¨ªo hab¨ªa muerto con ¨¦l. Pero tambi¨¦n creo, sin duda alguna, que en ese momento era ya un escritor de escuela primaria al que solo le faltaba aprender a escribir¡±.
Son 20 libros en edici¨®n de lujo, a 9,95 euros cada ejemplar
En el primer tomo de sus memorias, Vivir para contarla, el maestro de cuentos y novelas inolvidables y art¨ªculos period¨ªsticos ejemplares cuenta que le cost¨® mucho aprender a escribir. Al final cre¨® un mundo donde, como dice Mario Vargas Llosa, en Historia de un deicidio, ¡°esta voluntad unificadora es la de edificar una realidad cerrada, un mundo aut¨®nomo, cuyas constantes proceden esencialmente del mundo de infancia. Su ni?ez, su familia, Aracataca constituyen el n¨²cleo de experiencias m¨¢s decisivo para su vocaci¨®n: estos demonios han sido su fuente primordial¡±.
Otros demonios en su adolescencia y juventud fueron Kafka, Woolf, Sherezade, la Biblia...
El lenguaje de toda su obra parece estar hecho ¡°para contar historias, para cambiar el mundo aterrador, para sumergir al hombre sin que se d¨¦ cuenta en los valles confortables del sue?o. Como si de un gran caleidoscopio se tratase que mostrara la realidad de los trozos de colores, pero ordenados en vistosos encajes, m¨¢gicos, cambiantes, multiplicados por los enga?osos espejos¡±, explic¨® Ricardo Escavy Zamora, de la Universidad de Murcia, en el congreso Quinientos A?os de Soledad, celebrado en 1992.
Escribir bien para Garc¨ªa M¨¢rquez ¡°no es una exhibici¨®n de dotes estil¨ªsticas; es a?adir la noci¨®n ¨¦pica del idioma a las ¨¦picas existentes¡±, dec¨ªa Carlos Monsiv¨¢is. Eso lo llev¨® a la exploraci¨®n y conquista de nuevos territorios literarios que, en palabras de Carlos Fuentes, ¡°no s¨®lo reun¨ªa en un haz las grandes tradiciones de la literatura hispanoamericana ¡ªmito de fundaci¨®n, ¨¦pica de destrucci¨®n, historia de recreaci¨®n¡ª, sino que, magistralmente, generosamente, demostraba la compatibilidad de los g¨¦neros de una ¨¦poca de sequ¨ªa literaria determinada por la dictadura del nouveau roman franc¨¦s, empe?ado en convertir la literatura en desierto¡±.
A Garc¨ªa M¨¢rquez le encantaba escribir, por eso no entend¨ªa que alguien dijera que la literatura era un sufrimiento. ¡°Otra cosa¡±, confesaba, ¡°es lograr que el lector me crea. Esa s¨ª es una desesperaci¨®n hasta que se calienta el brazo y todo sale, y se mezcla, y empieza en fin, a tomar forma. Pero el lector tiene que creer siempre, si no todo ha fracasado¡±.
Lo intent¨® desde su colegio de la fr¨ªa Zipaquir¨¢ en los Andes colombianos. Y se lanz¨® al gran p¨²blico un domingo de septiembre de 1947 cuando el diario bogotano El Espectador le public¨® su cuento La tercera resignaci¨®n. Luego lleg¨® el periodismo en todos sus g¨¦neros, mientras en los ratos libres hac¨ªa literatura. De all¨ª y de esa lecci¨®n salieron sus relatos de Ojos de perro azul o Los funerales de la Mam¨¢ Grande, o novelas como El coronel no tiene quien le escriba, Cien a?os de soledad, El oto?o del patriarca, Cr¨®nica de una muerte anunciada, El amor en los tiempos del c¨®lera o Del amor y otros demonios.
Aunque reconoci¨® que lo que m¨¢s le interesaba del trabajo de escritor era la concepci¨®n de la historia, y lo que m¨¢s le aburr¨ªa era escribirla. Pero una vez delante de la hoja en blanco era un conquistador. La progresi¨®n de una obra, afirmaba, ¡°consiste justamente en continuar excavando dentro de uno para ver d¨®nde se llega, d¨®nde se encuentra el bot¨®n que se busca y que es el misterio de la muerte. El de la vida, ya se sabe, no se descifrar¨¢ jam¨¢s¡±. Bajo esa premisa empez¨® a escribir frases como: ¡°El d¨ªa que lo iban a matar, Santiago Nasar se levant¨® a las 5.30 de la ma?ana para esperar el buque en que llegaba el obispo. Hab¨ªa so?ado que...¡±.
¡°Era inevitable: el olor de las almendras amargas le recordaba siempre el destino de los amores contrariados...¡±.
Libros para no olvidar
Biblioteca completa Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquezes la nueva colecci¨®n y propuesta cultural que ofrece EL PA?S a sus lectores. Son 20 t¨ªtulos de cuentos, novelas y art¨ªculos period¨ªsticos que dan cuenta del valor incalculable de un cl¨¢sico contempor¨¢neo de las letras.
Una colecci¨®n en ejemplares de lujo para leer, releer o regalar a 9,95 euros cada domingo. El primer t¨ªtulo es el 22 de marzo. Abre la Biblioteca la obra m¨¢s emblem¨¢tica del autor colombiano: Cien a?os de soledad.
Sobre esta historia de la familia Buend¨ªa, transcurrida en el territorio imaginario y maravilloso de Macondo, Garc¨ªa M¨¢rquez dijo: "Ese desfile de historias de Cien a?os de soledad es mucho m¨¢s que la an¨¦cdota, quiere ser una versi¨®n de la Am¨¦rica Latina delirante, terrible, dolorosa, donde los esfuerzos se gastan in¨²tilmente, donde las cosas se hacen pero todo estaba escrito, donde se cierne y perdura la peste del olvido".
El orden de las siguientes entregas es: El amor en los tiempos del c¨®lera, Relato de un n¨¢ufrago, Cr¨®nica de una muerte anunciada, Vivir para contarla, El coronel no tiene quien le escriba, Del amor y otros demonios, Doce cuentos peregrinos, Memoria de mis putas tristes, El oto?o del patriarca, La hojarasca, La incre¨ªble y triste historia de la c¨¢ndida Er¨¦ndira y su abuela desalmada, La mala hora, El general en su laberinto, Los funerales de la Mam¨¢ Grande, Yo no vengo a decir un discurso, Noticia de un secuestro, Ojos de perro azul, La aventua de Miguel Littin y Notas de prensa.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.