Esos locos del sur
Antonio Ruz explora lo espa?ol en la cultura francesa a trav¨¦s de la m¨²sica antigua
"? l¡¯espagnole". Cuando el core¨®grafo y bailar¨ªn Antonio Ruz (C¨®rdoba, 1976) vio por primera vez esta apostilla en un disco de m¨²sica barroca, viv¨ªa en Lyon. Los ensayos en el Ballet de la ?pera, del que formaba parte, dejaban ver una cierta concepci¨®n sobre esos seres extra?os del sur de los Pirineos: ruidosos, indisciplinados, alegres, buenos improvisadores. "Silence, les espagnols!". "?? l¡¯espagnole" no era, sin embargo, una expresi¨®n de ayer: llevaba utiliz¨¢ndose al menos cinco siglos. La pregunta casi se plante¨® sola: "?Qu¨¦ significa lo espa?ol? ?Cu¨¢l es nuestra idiosincrasia?". 14 a?os despu¨¦s, "con m¨¢s madurez creativa", ha tratado de responderla con su compa?¨ªa y junto al conjunto de m¨²sica antigua Accademia del Piacere en ? l¡¯espagnole. Fantas¨ªa esc¨¦nica, pieza preestrenada en Sevilla el pasado s¨¢bado y que ver¨¢ la luz en el Festival de M¨²sica y Danza de Granada en junio.
? l¡¯espagnole
Fantas¨ªa esc¨¦nica. Accademia del Piacere & Compa?¨ªa Antonio Ruz. Direcci¨®n esc¨¦nica y coreograf¨ªa: Antonio Ruz. Direcci¨®n musical: Fahmi Alqhai. M¨²sicos: Fahmi Alqhai, Mariv¨ª Blasco, Rodney Prada, Rami Alqhai, Johanne Rose, Enrique Solin¨ªs, Javier N¨²?ez, Pedro Estevan. Bailarines: Melania Olcina, Luc¨ªa Bernardo, Tamako Akiyama, Jordi Vilaseca, Manuel Mart¨ªn, Indalecio S¨¦ura.
Los Borbones (de Luis a Felipe), Goya y Monet, Quevedo y Montaigne son algunas de las referencias expl¨ªcitamente citadas por Ruz en escena, en un nuevo acercamiento al teatro tras No Drama, Ojo y sus colaboraciones con los directores Andr¨¦s Lima y Miguel del Arco. Durante el espect¨¢culo se suman los tableaux vivants de La Libertad guiando al pueblo, La balsa de la Medusa, aires de Semana Santa (no en vano la compa?¨ªa ha elegido mostrar su trabajo en la ciudad del barroco), un Napole¨®n vencido, un buf¨®n-maestro de ceremonias (Indalecio S¨¦ura), mil y un retratos de Luis XIV. No falta el pop, la tortilla de patatas y la omelette, una maestra de casta?uelas japonesa (Tamako Akiyama, primera bailarina de la Compa?¨ªa Nacional de Danza durante a?os), la Marca Espa?a y el reggaeton. Entonces, con semejante collage, ?qu¨¦ es lo espa?ol?
Horas antes del encuentro con el p¨²blico, Ruz confiesa no haber llegado a¨²n a ninguna conclusi¨®n. "Para ellos, hacemos las cosas de cualquier manera, improvisamos, armamos jaleo...", recuerda de sus a?os en el pa¨ªs vecino. En 1608, los Emblemas sobre las acciones, perfecciones y costumbres del se?or espa?ol daban una idea a¨²n m¨¢s precisa de su car¨¢cter: "Un ¨¢ngel en la iglesia, un cerdo en su c¨¢mara, un zorro con las mujeres, un le¨®n en guarnici¨®n, una liebre cuando se ve sitiado". Algo ocurri¨® para que, medio siglo m¨¢s tarde, las principales composiciones musicales de la corte parisiense empezaran a acompa?arse con la cr¨ªptica descripci¨®n de "? l¡¯espagnole".
Zarabandas, chaconas, canarios, pasacalles... Las naves llegaban de Am¨¦rica cargadas de oro y de ritmos mestizos, modificados por la influencia americana y africana. "Eso, que aterriza en Espa?a a mitad del XVI, tiene unas maneras totalmente innovadoras y arrolladoras", explica Fahmi Alqhai (Sevilla, 1976), director de la Accademia y cabeza del Festival de M¨²sica Antigua, donde se present¨® la pieza. La zarabanda, descrita como un "baile lascivo", lleg¨® a ser prohibida por las autoridades. Su origen de melod¨ªa acompa?ada por cantos y bailes, explica Alqhai, fue diluy¨¦ndose conforme la corte la adaptaba a sus gustos. El concierto fluye desde la agitaci¨®n de las danzas populares a la calma casi oscura de la Chaconne del Quatuor Parisien n? 12 de Georg Philipp Telemann, "un alem¨¢n que llega a Par¨ªs y usa una danza espa?ola que ya es casi m¨¢s francesa que otra cosa".
"Nos interesaba lo bastardo, lo mestizo, la copia", explica Ruz. El espejo, la imitaci¨®n, la variaci¨®n, la degradaci¨®n, funcionan como leitmotiv. La colaboraci¨®n entre ambas formaciones tiene mucho tambi¨¦n de h¨ªbrido. La uni¨®n de m¨²sica barroca y danza contempor¨¢nea se ha fraguado durante un a?o sin ning¨²n tipo de fricci¨®n. "Yo puedo escuchar una zarabanda y luego algo de electr¨®nica. Hemos querido crear algo con distintos elementos. Sacados de contexto, s¨ª, pero eso no lo hace un espect¨¢culo herm¨¦tico, ni siquiera transgresor. Es crear belleza", asegura. La mezcla no parece espantar a nadie: en Sevilla llenaron y le esperan seis fechas m¨¢s (incluido Madrid en Danza, en oto?o). Francia, sin embargo, se resiste: "Es un mercado muy cerrado, es complicado meter la cabeza", cuenta Ruz. Ay, estos franceses.
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