Genuflexi¨®n francesa ante Vel¨¢zquez
El Grand Palais presenta la mayor exposici¨®n monogr¨¢fica del artista en 25 a?os
Dec¨ªa Manet que descubrir a Vel¨¢zquez, "pintor de los pintores", ya justificaba por s¨ª solo un viaje a Madrid. Los franceses tendr¨¢n, a partir del pr¨®ximo mi¨¦rcoles, un motivo menos para traspasar la frontera. Una gran exposici¨®n sobre el pintor sevillano abrir¨¢ entonces sus puertas en el Grand Palais de Par¨ªs, donde quedar¨¢ expuesta hasta el 13 de julio. Los Reyes inaugurar¨¢n oficialmente la muestra este martes, durante su visita de Estado a la capital francesa. Pero en los pasillos todav¨ªa silenciosos del Grand Palais, donde un equipo colgaba el viernes por la noche los ¨²ltimos paneles y cartelas, ya relucen las 51 obras atribuidas a Vel¨¢zquez que ha logrado concentrar el joven comisario Guillaume Kientz.
Este conservador del departamento pict¨®rico del Louvre se enfrenta, con solo 34 a?os, al reto de orquestar la mayor monogr¨¢fica que se recuerde desde la que organizaron conjuntamente el Prado y el Metropolitan Museum en 1989. Por lo menos, as¨ª es cuando se atiende al n¨²mero y la envergadura de los pr¨¦stamos recibidos, llegados de colecciones p¨²blicas y privadas de Londres, Florencia, Berl¨ªn, Roma, Viena, Budapest, San Petersburgo, Dubl¨ªn, Dresden, Nueva York, Boston o Washington, a veces sorteando m¨²ltiples obst¨¢culos.
Pensada con didactismo para un p¨²blico internacional y no necesariamente familiarizado con su obra, la muestra revisa cronol¨®gicamente la totalidad de la trayectoria de Vel¨¢zquez. Se adentra en su etapa sevillana antes de inspeccionar la influencia del caravaggismo y el naturalismo de escenas taberneras -como La mulata o Tres m¨²sicos- y de centrarse en sus d¨ªas en corte de Felipe IV, a la que accedi¨® en el oto?o de 1623. Adem¨¢s, da cuenta de sus dos viajes a Italia y del regreso a una corte reconfigurada tras las segundas nupcias del monarca. A lo largo del camino, despuntar¨¢ la subjetividad del pintor, que logra emerger por encima de las r¨ªgidas convenciones que impon¨ªa el retrato de la realeza. Lo demuestra su semblanza de Pablo de Valladolid sobre un fondo casi abstracto, a la que ahora se suma otra del inquisidor Sebasti¨¢n de la Huerta, perteneciente a una colecci¨®n privada y "casi nunca visto en p¨²blico", seg¨²n el comisario. Sobresale tambi¨¦n el legendario enigma que envuelve a muchos de sus lienzos, sintetizado por el reflejo borroso de su Venus del espejo, que ha cedido para la ocasi¨®n la National Gallery de Londres. "Con Vel¨¢zquez nunca te marchas sintiendo que lo has descubierto todo. Su misterio es infinito. Sabes que siempre lograr¨¢s ver algo m¨¢s", expresa el hispanista Jonathan Brown, considerado el mayor experto en el pintor.
Del medio centenar de obras recibidas, 18 proceden de museos espa?oles. El Museo del Prado ha cedido siete lienzos -el m¨¢ximo fijado por sus estrictas reglas de pr¨¦stamo, sobre su fondo de 49 obras-, entre ellos La fragua de Vulcano y el Retrato del Pr¨ªncipe Baltasar Carlos a caballo. Patrimonio Nacional ha cedido dos: La t¨²nica de Jos¨¦, que suele lucir en El Escorial, y el Caballo blanco de la colecci¨®n del Palacio Real, lienzo inacabado que pudo servir de modelo para los retratos ecuestres que preparaba su taller.
El Hospital de los Venerables de Sevilla ha cedido dos obras, a cambio de un cuadro de Murillo que el Louvre le prestar¨¢ en 2016. Por su parte, el Museo de Orihuela, pese a sus reservas, acab¨® aceptando prestar La Tentaci¨®n de Santo Tom¨¢s, ante la reconocida insistencia del comisario, tambi¨¦n a cambio de una obra de Philippe de Champaigne. Adem¨¢s, el Palazzo Doria-Pamphilj de Roma ha mandado su Retrato de Inocencio X, imponente figura que fascinaba a Francis Bacon por la brutalidad de su rictus, que habr¨ªa disgustado al mismo Papa al descubrir su reflejo pict¨®rico. Partiendo de una tesis novedosa, el comisario toma el partido de exponerlo junto a un modelo atribuido al taller del pintor, que para Kientz ser¨ªa un estudio previo pintado el propio Vel¨¢zquez, pese a las opiniones divergentes de otros expertos.
La necesidad de acudir a pr¨¦stamos extranjeros se explica por la escasa presencia de Vel¨¢zquez en las pinacotecas aut¨®ctonas. Hab¨ªa una docena en la colecci¨®n de Luis Felipe, ¨²ltimo monarca de los franceses, pero fue subastada tras su reinado hacia 1850 y diseminada por todo el planeta. A d¨ªa de hoy, el Louvre solo cuenta con un retrato de Felipe IV, depositado en un museo de arte hisp¨¢nico de Castres y ahora presente en la exposici¨®n. Solo existen dos lienzos m¨¢s en territorio franc¨¦s, uno en Orleans y el otro en Rouen. "Durante los siglos XVII y XVII, Vel¨¢zquez solo fue conocido y apreciado en Espa?a", ha justificado el conservador jefe del Prado, Javier Port¨²s, a Le Monde. "El conocimiento y el gusto por el artista en el extranjero no fue posible hasta el siglo XIX, cuando abre el Prado y su obra es m¨¢s difundida, mientras ciertas corrientes reivindican los valores naturalistas y anticl¨¢sicos que defend¨ªa".
Proust lo cit¨® repetidamente en las p¨¢ginas de En busca del tiempo perdido y Godard le dedic¨® una secuencia en Pierrot le fou, aquella donde Jean-Paul Belmondo le¨ªa en la ba?era un ensayo sobre el pintor, recordando "el mundo triste en que vivi¨®, poblado por un rey degenerado, infantes enfermos, idiotas, enanos y payasos monstruosos vestidos de pr¨ªncipe". Pero la mayor¨ªa de franceses siguen estando, seg¨²n el comisario, poco familiarizados con su obra. "Es interesante subrayar hasta qu¨¦ punto el nombre de Vel¨¢zquez es a la vez ilustre e incomprendido", apunta Kientz en el cat¨¢logo. "Mientras Vel¨¢zquez nunca fue olvidado en Espa?a, s¨ª fue desconocido durante mucho tiempo en Francia, o m¨¢s bien mal conocido".
La muestra pretende reparar esa injusticia respecto a un hombre que tampoco fue apreciado por su tiempo a causa de la extra?a cualidad de sus obras. "A sus contempor¨¢neos les parec¨ªa que no estaban acabadas de pintar, y a ello se debe que no fuese en su tiempo popular", escribi¨® en su d¨ªa Ortega y Gasset. "Hab¨ªa hecho el descubrimiento m¨¢s impopular: que la realidad se diferencia del mito en que no est¨¢ nunca acabada".
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