Un viaje por el af¨¢n de los deseos y el milagro amoroso
'El amor en los tiempos del c¨®lera¡¯, de Garc¨ªa M¨¢rquez, ma?ana por 9,95 euros
Los realismos con apellidos (m¨¢gico para las mentes exuberantes, sucio para las contenidas) son fruto de nuestro esforzado, duro e inventivo siglo XX. Algo debimos de vivir y sentir los seres humanos en este tiempo que nos cre¨® la necesidad de contarlo a trav¨¦s de esa imitaci¨®n de nosotros mismos que llamamos novela. Y si estamos m¨¢s o menos preparados para afrontar una visi¨®n c¨®smica y plural de la realidad es porque la genial narrativa del XX nos propuso un pensamiento fragmentado y la relatividad de nuestras almas. Supuso un intento en todas las direcciones posibles de atrapar lo que los tiempos traen, un intento de encontrar nuestro lugar en un mundo repentinamente nuevo, que nos obligaba a correr tras el tiempo para no quedarnos solos. Qu¨¦ agradecidos estamos a la lucidez de un Kafka o un Camus, precedidos por supuesto del gran Stevenson y m¨¢s atr¨¢s a¨²n por Gogol, que nos empujaron a adaptarnos a nuestro sentimiento de extra?eza. Seguramente para alcanzar este grado de intuici¨®n fue necesario a veces cercar con una valla la incertidumbre y una vida descontrolada por la guerra, el fantasma de una econom¨ªa tirana, las innovaciones revolucionarias y cierta libertad. Por eso hemos hecho nuestros los territorios cerrados de William Faulkner, Juan Rulfo o Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez, que reconstruyen el mapa interior de nuestro desconcierto. Yoknapatawpha, Comala, Macondo.
Macondo es el nombre m¨ªtico unido a Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez, cuyo asidero existencial y po¨¦tico es el amor. Los propios t¨ªtulos de algunas de sus novelas nos adelantan su inter¨¦s por este sentimiento demoledor: Del amor y otros demonios, Diatriba de amor contra un hombre sentado: mon¨®logo en un acto, El amor en los tiempos del c¨®lera. El amor es el motor que mueve las aguas y hace temblar la tierra. Pero tambi¨¦n es un refugio. En El amor en los tiempos del c¨®lera aparece como un fin en el que refugiarse Florentino Ariza, cuya vida desde la m¨¢s temprana juventud se convierte en un plano inclinado hacia su adorada Fermina Daza.
No todo el mundo tiene la suerte de contar con un objetivo, una predestinaci¨®n, una constante sentimental en el grado m¨¢s profundo, que dura nada menos que sesenta a?os. Florentino no se resigna, quiere culminar el pensamiento de Plat¨®n de que ¡°el amor es la expresi¨®n del deseo de aquello que nos falta¡± complet¨¢ndolo en un viaje por el fabuloso r¨ªo Magdalena, en Colombia, cuando Fermina y ¨¦l ya tienen m¨¢s de setenta a?os. Pero toda la complejidad de la novela, sus numerosos personajes, la sensualidad de los paisajes, la enfermedad y la muerte, son atra¨ªdos y tragados por el agujero negro del amor. Toda una educaci¨®n sentimental en torno a la complicada escala de colores de la m¨¢s intensa emoci¨®n humana, que nombramos con una sola palabra cuando necesitar¨ªamos mil.
Garc¨ªa M¨¢rquez nos adentra en el af¨¢n amoroso, como ellos por el r¨ªo, durante quinientas p¨¢ginas hasta que en la madurez los protagonistas logran sincronizar sus deseos en medio de un universo infinito e indescifrable. Todo un milagro. Y los lectores disfrutamos del placer de pasar por dichas p¨¢ginas despacio, con la sensaci¨®n de pisar tierra para, de pronto, tropezar con algo que brilla o que huele maravillosamente bien.
Transcurridos los a?os en que se encasill¨® a Garc¨ªa M¨¢rquez en el realismo m¨¢gico y en el boom latinoamericano, es el momento de leerle con la misma gran libertad creativa con que ¨¦l siempre escribi¨®. Nos ense?¨® a no temer nuestra propia imaginaci¨®n y compuso una voz literaria ¨²nica: sobre un suelo llano que su calidad de periodista despojaba de cualquier floritura, el visionario, el poeta, dejaba caer aqu¨ª y all¨¢ el sentido m¨¢s hermoso del mundo que nos ha tocado en suerte.
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