El Mal
Siento compasi¨®n hacia los que deciden no prolongar su estancia en la tierra. Imagino el machaque, el dolor, el fracaso, la ruina, la desolaci¨®n que han llegado a sentir. Y se largan, pero ellos solos
Empalma la noche con el d¨ªa a condici¨®n de que el minibar de su habitaci¨®n del hotel est¨¦ repleto de alcohol y que su tabique nasal no sufra mono de polvo blanco. Y sabe c¨®mo esquivar que sus adicciones le delaten cuando sube a su trono. Es la cabina de un avi¨®n y la vida de muchas personas puede depender de este rey de los cielos. Que estos se enfurezcan y quieran destruir a los intrusos que circulan por ellos no nublar¨¢ el arte, la audacia y la profesionalidad de ese tipo que va permanentemente ciego de todo. Coloca el avi¨®n boca abajo, logra un aterrizaje imposible con un m¨ªnimo de muertos. O sea, cosas del cine. Ocurre en la muy notable El vuelo. ?Es culpable el h¨¦roe por volar en esas condiciones f¨ªsicas y mentales? Por supuesto. Pero la compa?¨ªa de aviaci¨®n, los sindicatos, las aseguradoras y el ¨¦pico piloto no tienen tan claro que resplandezca eso tan enf¨¢tico, complejo y cenagoso, pero tambi¨¦n inaplazable de la verdad.
Y tenemos muy reciente el primer episodio de Relatos salvajes. Incluso sonr¨ªes con la bestialidad que te cuenta. O el subconsciente de los convencidos de que una serie de personas les ha arruinado la existencia a lo peor se identifica con ese vengador que re¨²ne a todos sus presuntos torturadores y estrella el avi¨®n contra la casa de sus padres, sus primeros agresores. Freud se al¨ªa con la comedia negra.
El 11- S, lamentablemente, no fue una ficci¨®n. Era pavorosamente real lo de suicidarse e inmolar a los pasajeros de esos aviones con el objetivo concreto de desatar el caos y la destrucci¨®n entre los poderosos infieles. Los kamikazes ten¨ªan un motivo para cometer esa atrocidad con los inocentes civiles que tuvieron la pavorosa mala suerte de embarcarse en esos aviones aquel d¨ªa tr¨¢gico.
Admiro el coraje y siento compasi¨®n hacia los que deciden no prolongar su estancia en la tierra. Imagino el machaque, la soledad, el dolor, el fracaso, la ruina, la desolaci¨®n que han llegado a sentir. Y se largan, pero ellos solos. La barbaridad que ha causado el suicidio de ese joven amable de clase media, que hac¨ªa footing y se fotografiaba con expresi¨®n risue?a al lado del Golden Gate, ser¨¢ arduo de explicar para la psiquiatr¨ªa. Hablemos solo del Mal. El diablo, probablemente titul¨® su pel¨ªcula el jansenista Bresson.
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