Conocimiento y corrupci¨®n
La nueva novela de Sara Mesa ancla su perturbadora historia en dos personajes tan impares como complementarios, y evoca la asfixia dostoievskiana
Con Cicatriz, Sara Mesa (Madrid, 1976) afianza y, si cabe, aumenta el reconocimiento obtenido con su anterior novela, Cuatro por cuatro (finalista del Premio Herralde 2012). Si en ¨¦sta el Wybrany College (un internado mixto que aplica la segregaci¨®n) era el escenario que serv¨ªa a la autora para forjar una l¨²cida indagaci¨®n sobre la condici¨®n humana a partir de las normas de conducta que rigen las relaciones entre adultos y adolescentes, y tambi¨¦n entre los poderosos y los sometidos, en Cicatriz, Sara Mesa reduce dr¨¢sticamente el mundo narrativo y ancla su perturbadora historia en dos personajes tan impares como complementarios.
Adelantemos ya lo arriesgado de una elecci¨®n tan despojada y ajena a lo que se considera medular en una novela. Aqu¨ª apenas hay exteriores, ni demasiada acci¨®n: todo sucede en el ¨¢mbito interior de los personajes, en la repercusi¨®n que en sus vidas tiene una relaci¨®n virtual que desata emociones y sentimientos desconocidos en Sonia, una joven ¡°normal¡± que busca su camino en la vida, tras entrar en contacto con Knut a trav¨¦s de un foro literario de Internet. S¨®lo un encuentro real entre ambos j¨®venes en C¨¢rdenas (la ciudad que ahora reaparece), encuentro que se anticipa en un relato donde la cronolog¨ªa se desordena y combina en funci¨®n de los intereses narrativos. Antes y despu¨¦s de ese encuentro, la expresi¨®n y representaci¨®n de cada uno de los personajes a partir de los correos (m¨¢s propios de una relaci¨®n epistolar convencional) que se intercambian.
En Cicatriz, Sara Mesa potencia algunas de sus cualidades m¨¢s valiosas, como lo es su capacidad para hurgar en los repliegues de la conciencia y para mostrar el rev¨¦s de algo y destriparlo. Resquebra las opacas pantallas de que se reviste la gente y con las que se disimula o falsea, la meticulosa y pautada gradaci¨®n con que se traza y despliega un proceso de desen?mascaramiento que al final alumbra heridas incurables, prop¨®sitos torcidos, encanijamiento moral y una insaciable ¡°sed de mal¡± como ¨²nica respuesta a las humillaciones y los fracasos. En esta historia, lo que parece una relaci¨®n exenta de intereses espurios, impulsada ¨²nicamente por la curiosidad y las afinidades electivas en torno a la literatura (lo cual incluye sobrias y comedidas referencias a autores y obras ultraconocidos, lo que se agradece), acaba en una verdadera pesadilla para una Sonia cuya vida, con el paso del tiempo, aspira a cierta tranquilidad convencional (se casa, tiene un hijo). En esa vida poco o ning¨²n sentido tienen ya las confidencias intercambiadas con Knut, que acaba revel¨¢ndose como un personaje insondable, desmesurado en m¨¢s de un sentido y sobre todo en la sutileza con que ejerce su poder, convencido como lo est¨¢ de que todo se rige y basa conforme a transacciones, y de que ¡°la senda del conocimiento es la senda de la corrupci¨®n espiritual desde el d¨ªa en que se mordi¨® la manzana¡±. De ah¨ª el perverso refinamiento a la hora de dar otra vuelta de tuerca si percibe desfallecimiento o desgana o hast¨ªo en Sonia, que pugna por librarse de una relaci¨®n cada vez m¨¢s opresiva, atrapada entre la fascinaci¨®n y la repulsi¨®n, porque ¡° cuando todo parece desgastarse por la costumbre, llega una novedad¡±. Y entonces, ?d¨®nde est¨¢ el fin? Tal parece ser el dise?o narrativo de Cicatriz en el tramo central de la novela.
En una atm¨®sfera que evoca los laberintos carcelarios de Piranessi y la asfixia del subsuelo dostoievskiano, Sara Mesa nos asoma a un mundo donde anidan la impostura, el acoso que nace del desd¨¦n y el desprecio, la provocaci¨®n implacable, la turbiedad que acabar¨¢ concret¨¢ndose en dinero ¡ªtransacciones¡ª, la sumisi¨®n ante el poder, la culpa y su obligada expiaci¨®n¡ un mundo que el lector reconoce de inmediato, porque es el nuestro, el de la sociedad de consumo... y del espect¨¢culo.
Cicatriz. Sara Mesa. Anagrama. Barcelona, 2015. 194 p¨¢ginas. 16,90 euros.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.