Chauvet: neocueva s¨ª, acceso al original, no
Francia reproduce la caverna de Chauvet para evitar que las visitas deterioren el lugar
El enclave se encuentra en las gargantas del r¨ªo Ard¨¨che, unos 80 kil¨®metros al norte de Avi?¨®n, en medio de un paisaje de colinas recubiertas por las frondosas garrigas del Languedoc. Fue en este lugar, declarado patrimonio de la humanidad por la Unesco en 2014, donde un equipo de tres espele¨®logos aficionados, encabezados por un guarda forestal llamado Jean-Marie Chauvet, descubri¨® hace dos d¨¦cadas una de las mayores cuevas paleol¨ªticas del planeta, depositaria de un millar de pinturas rupestres conservadas en perfecto estado gracias al aislamiento del lugar, separado del exterior tras el desplome de un pe?asco. El cineasta Werner Herzog, que rod¨® un documental en 2010 en su interior, la bautiz¨® como "la cueva de los sue?os olvidados".
Jean Clottes todav¨ªa recuerda c¨®mo aquel descubrimiento le amarg¨® la Navidad de 1994. "Me llamaron un 28 de diciembre. El Estado me encarg¨® el peritaje cient¨ªfico del lugar, para determinar si las pinturas eran aut¨¦nticas. Le aseguro que mi esposa no estuvo nada contenta", recordaba hace unos d¨ªas este prominente especialista en la prehistoria, hoy retirado y con 82 a?os cumplidos. "Me dijeron que hab¨ªan encontrado decenas de pinturas de rinocerontes en su interior, cuando por aquel entonces solo conoc¨ªamos una veintena en toda Europa. Pens¨¦ que ser¨ªa un chiflado, como hab¨ªa pasado otras veces". Al llegar al lugar, entendi¨® que se equivocaba. "Al descender por un t¨²nel estrecho, apareci¨® una sala repleta de estalactitas y estalagmitas y tambi¨¦n las primeras pinturas, de color rojo, junto a la entrada. Luego apareci¨® una pared llena de cabezas de caballo. Hab¨ªa decenas de ellos". Clottes sigui¨® tomando notas y disparando fotograf¨ªas. "Estaba haciendo mi trabajo, pero tambi¨¦n estaba profundamente conmovido. Se trataba del impacto cient¨ªfico m¨¢s profundo de toda mi carrera, pero tambi¨¦n de la mayor emoci¨®n", confiesa.
Esas pinturas rupestres, realizadas hace 36.000 a?os en el periodo auri?aciense -18.000 antes que las de la cueva de Lascaux, descubierta en 1940 por cuatro adolescentes-, se encontraban en tan perfecto estado que se dud¨® que fueran aut¨¦nticas. El carbono 14 no solo determin¨® que lo eran, sino que se trataba de las m¨¢s antiguas encontradas en territorio europeo. Para evitar el error cometido en Lascaux, donde las pinturas se hab¨ªan degradado tras acoger a miles de turistas, el Estado franc¨¦s apost¨® desde el principio por no permitir las visitas. "Por razones de conservaci¨®n, entendimos que ten¨ªa que ser un lugar cerrado y preservado. Construir una r¨¦plica era la ¨²nica manera de trasmitir la emoci¨®n que uno siente al visitar el lugar, que es algo que ni las fotograf¨ªas ni los documentales consiguen", reconoce Jean-Jack Queyranne, presidente de la regi¨®n R¨®dano-Alpes y uno de los impulsores del proyecto. Tras dos d¨¦cadas de debate, esa reproducci¨®n a escala real quedar¨¢ abierta al p¨²blico a partir del pr¨®ximo viernes. La nueva atracci¨®n toma el nombre del Pont d'Arc, el puente natural vecino que millares de veraneantes cruzan en canoa en los meses estivales, y ya no Chauvet, como se la conoc¨ªa hasta ahora, en honor a su descubridor.
"Lascaux, Altamira y Chauvet se encuentran en el podio del arte rupestre paleol¨ªtico. El valor a?adido de esta ¨²ltima es la cronolog¨ªa. Su descubrimiento ha puesto en duda la estructura evolutiva aceptada hasta hace poco por la comunidad cient¨ªfica", afirma Roberto Onta?¨®n, director de las Cuevas Prehist¨®ricas de Cantabria y miembro del comit¨¦ cient¨ªfico que ha pilotado esta reproducci¨®n, en el que tambi¨¦n figura el pintor Miquel Barcel¨®. ?Es preferible el modelo franc¨¦s a la reapertura limitada que se ha aprobado ahora para Altamira? "No existe un criterio ¨²nico. Cada cueva forma parte de un ecosistema distinto", responde Onta?¨®n. "Descubrir el original siempre es mejor que la r¨¦plica, pero solo si est¨¢ en condiciones de recibir visitas. En Chauvet no se lo plantearon, porque no exist¨ªa la infraestructura necesaria".
En la mayor de las salas, distintos paneles de piedra sirven de lienzo para pinturas de la fauna del lugar: caballos salvajes y ciervos corriendo en manada, as¨ª como panteras, leones, rinocerontes y bisontes pintados en rojo y negro. En total, m¨¢s de 400 pinturas tienen formas animales. La reproducci¨®n se hizo a partir de un modelado en tres dimensiones de la estructura de la caverna original, reconstruido con miles de varillas met¨¢licas recubiertas de cemento, resina y pigmentos. Un gran edificio circular en hormig¨®n escarpado alberga esta cueva de ficci¨®n, m¨¢s peque?a que la aut¨¦ntica, que ocupa 3.000 metros cuadrados, frente a los cerca de 8.500 de la original.
"El coste de reproducir la cueva en su integralidad no era asumible", confiesa el presidente del patronato que gestiona la cueva, Pascal Terrasse, que llevaba a?os batallando para tirarlo adelante ante la tibia iniciativa de las autoridades francesas. "La idea nunca fue copiar la realidad, sino recrear la sensaci¨®n que uno tiene dentro. Podr¨ªamos haber hecho un parque de atracciones, pero hemos preferido la excelencia cient¨ªfica, apostando por su valor cultural y pedag¨®gico". T¨¦cnicas como la anamorfosis y el esc¨¢ner en tres dimensiones han sido utilizadas para reproducir sus contornos, as¨ª como el trazo original de las pinturas rupestres, tras dos a?os y medio de laboriosa construcci¨®n y unos 55 millones de euros invertidos. "Esperamos unos 350.000 visitantes al a?o", se?ala Terrasse, que espera que la inauguraci¨®n de la reproducci¨®n sit¨²e a la regi¨®n de la Ard¨¨che en el mapa del turismo cultural.
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