Otro rato
Al esc¨¢ndalo que despert¨® el expolio de Bankia, vaciada desde su c¨²pula, se le suman ahora supuestos delitos que tienen origen en la regularizaci¨®n de divisas que amparaba una amnist¨ªa fiscal que cada hora que pasa provoca m¨¢s dudas

La boda de la hija de Aznar en El Escorial en 2002 sigue regalando las fotos que ilustran la historia reciente de un pa¨ªs. El pase¨ªllo de Rodrigo Rato junto a Crist¨®bal Montoro camino de la ceremonia reverdece en los noticiarios a causa de los supuestos delitos monetarios del primero. El protagonismo del segundo tiene sentido, pues no es tan solo quien tom¨® el relevo de la pol¨ªtica econ¨®mica en su partido, sino una importante pieza a la hora de esclarecer si las ¨²ltimas y confusas acciones, de enorme aparatosidad medi¨¢tica, persiguen el esclarecimiento de otra trama de evasi¨®n de dinero o exactamente lo contrario. Los espa?oles aspiran, con toda justicia, a una reparaci¨®n, pero a menudo lo que se encuentran es con una par¨¢lisis extendida a lo largo de a?os, que termina en turbiedades procesales, prescripciones y fortunas a buen recaudo en el calor discreto de la familia, mientras los protagonistas del delito sostienen la pantomima de la insolvencia bajo una barba de tres d¨ªas.
Al esc¨¢ndalo que despert¨® el expolio de Bankia, vaciada desde su c¨²pula, se le suman ahora supuestos delitos que tienen origen en la regularizaci¨®n de divisas que amparaba una amnist¨ªa fiscal que cada hora que pasa provoca m¨¢s dudas. Si en su d¨ªa los miembros independientes de la Agencia Tributaria denunciaron el car¨¢cter desmoralizador sobre la poblaci¨®n, que no hay que olvidar que ha pagado en esta legislatura los impuestos m¨¢s altos de la democracia, tras los ¨²ltimos datos conocidos todo apunta a una oferta a la medida para defraudadores VIP. Pero el actual Rato no deber¨ªa cegarnos sobre la gravedad de aquel otro Rato.
Su milagro econ¨®mico espa?ol se apoy¨® en dos estrategias. Primero, la reescritura de una nueva ley del suelo, madre de la burbuja inmobiliaria que d¨¦cadas despu¨¦s hundi¨® la econom¨ªa del pa¨ªs e hizo necesario el rescate bancario; y, segundo, la venta de las m¨¢s poderosas empresas estatales, privatizadas durante el imperio Rato, con demasiado amigo de pupitre premiado con presidencias. Era un tiempo en el que hacerse preguntas estaba penado con el delito de aguafiestas. Ahora sabemos que el proceso fue conducido por un patr¨®n de dudosa moralidad mientras la deuda p¨²blica espa?ola ha superado el list¨®n del 98% del PIB. Ese rato fue m¨¢s grave que este.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.