¡°No ha habido una idea pol¨ªtica nueva en Reino Unido desde los 80¡±
El escritor Jonathan Coe publica su d¨¦cima novela, 'Expo 58', a pocos d¨ªas de las elecciones generales en su pa¨ªs
Que un escritor brit¨¢nico cuya obra se centra en un retrato costumbrista de su pa¨ªs tenga muchos m¨¢s lectores en el continente que en Reino Unido resulta sorprendente. O quiz¨¢ no. Jonathan Coe (Birmingham, 1961) cree que, para los europeos, sus novelas funcionan ¡°como una ventana por la que asomarse a este pa¨ªs misterioso¡±. Hasta Alexis Tsipras, primer ministro griego, se cuenta entre sus devotos lectores, seg¨²n ha descubierto recientemente. Las novelas de Coe indagan, con la eficaz ayuda de una s¨¢tira t¨ªpicamente brit¨¢nica, en las contradicciones y los complejos de su pa¨ªs. Explor¨® la Inglaterra de los setenta en El club de los canallas, el thatcherismo en ?Menudo reparto! y, en El c¨ªrculo cerrado, los inicios de la era Blair. Despu¨¦s viaj¨® a los a?os 50 y retrat¨® un pa¨ªs, gris y cerrado, que busca su identidad para plasmarla en un pabell¨®n de la muy europea exposici¨®n universal en Bruselas. Expo 58 (Anagrama), su d¨¦cima novela, se publica ahora en Espa?a y el momento no puede ser m¨¢s oportuno. Reino Unido afronta este a?o unas elecciones marcadas por el debate sobre su propia identidad, abierto tras el refer¨¦ndum de independencia de Escocia, y sobre su relaci¨®n con Europa. Elige, para hablar de todo ello, un muy brit¨¢nico pub junto a la estaci¨®n de la que parten los trenes que cruzan el Canal de la Mancha.
Pregunta. ?Por qu¨¦ ha escogido Bruselas para desentra?ar el significado de lo brit¨¢nico?
Respuesta. Es la confluencia de dos ideas vagas. Por un lado, me interesaba la actitud de Reino Unido hacia Europa. Paso mucho tiempo viajando, y me di cuenta de que sentirse europeo es diferente para un brit¨¢nico que para alguien de otro pa¨ªs. Por otro lado, ten¨ªa en la cabeza revisitar los a?os cincuenta y hablar de lo que representaba ese momento en la identidad brit¨¢nica, justo antes del swinging London, de los Beatles, de Lady Chaterlee. Los ¨²ltimos a?os de represi¨®n mental y sexual. As¨ª que cuando o¨ª hablar de la Expo 58 de Bruselas parec¨ªa el contexto obvio para la novela.
P. ?Explicar el car¨¢cter nacional es m¨¢s f¨¢cil desde fuera?
R. As¨ª es. Una feria mundial en esos tiempos obligaba a un pa¨ªs a definirse a s¨ª mismo. Construir un pabell¨®n, llenarlo de objetos. Proyectar una idea de lo brit¨¢nico y, por tanto, decidir qu¨¦ es. Pens¨¦ que ser¨¢ divertido mirar atr¨¢s y ver qu¨¦ imagen de nosotros mismos ten¨ªamos.
P. Y esa imagen, para los responsables del pabell¨®n brit¨¢nico en la feria, result¨® ser un pub.
R. S¨ª. Es interesante en este contexto mirar a Nigel Farage [l¨ªder de los antieuropeos UKIP], que es invariablemente fotografiado en un pub con una pinta de cerveza en la mano. Me asombra comprobar la fuerza que todav¨ªa tiene como imagen de confianza para los brit¨¢nicos. El pub es un arquetipo en la psique brit¨¢nica.
P. Bruselas, para el protagonista de su novela, es el optimismo y la apertura, frente la seguridad y aburrimiento brit¨¢nicos.
R. Crec¨ª en Birmingham. Est¨¢ a menos de 200 kil¨®metros de Londres, pero en esos tiempos era una gran distancia. Los a?os cincuenta all¨ª se prolongaron hasta los sesenta e incluso los setenta. No hubo revoluci¨®n sexual donde yo viv¨ªa. La atm¨®sfera que describo en el libro no fue borrada de un plumazo por la revoluci¨®n cultural y sexual de los sesenta. En ese contexto recuerdo la idea de Europa como algo tremendamente ex¨®tico. No viaj¨¢bamos mucho y Europa era donde suced¨ªa el sexo, donde hab¨ªa sol, donde la comida sab¨ªa bien. Todas esas cosas que los brit¨¢nicos todav¨ªa tienen que aprender a hacer.
P. ?Qu¨¦ significa Europa ahora para el brit¨¢nico medio?
R. En el fondo la mayor¨ªa de los brit¨¢nicos siente una fuerte uni¨®n con el resto de Europa. Y sienten alg¨²n tipo de identidad europea que consideran valiosa. El ¨¦xito de UKIP tiene que ver con las medidas de austeridad que han hecho m¨¢s dif¨ªcil la vida para la gente pobre. UKIP ha aprovechado el momento, como cualquier partido de derechas, para echar la culpa a los extranjeros. A largo plazo los brit¨¢nicos son demasiado listos como para ese discurso.
P. ?C¨®mo es su pa¨ªs en los tiempos de Cameron?
R. Mis primeras tres novelas estaban escritas en un vac¨ªo pol¨ªtico. Pero not¨¦ que faltaba algo que excitara mi imaginaci¨®n. Necesito personajes que me atrapen emocionalmente, pero tambi¨¦n un contexto social y pol¨ªtico especifico donde colocarlos. En ?Menudo reparto! lo hice por primera vez y fue un gran salto adelante en mi escritura. As¨ª que ahora pens¨¦ que era el momento de abordar los a?os de Cameron, que ya ha estado con nosotros cinco a?os. Lo que me estaba frenando era elegir un tono.
P. La s¨¢tira le ha funcionado antes para tratar temas serios.
R. S¨ª. Cuando escrib¨ªa de los tiempos de Thatcher en tono de comedia, hablaba de una energ¨ªa capitalista rampante, indisimulada. Pero Thatcher, te guste o no, ten¨ªa una visi¨®n genuina de c¨®mo cambiar el pa¨ªs. Cameron no creo que la tenga. Es un thatcherista de fabricaci¨®n en serie. No ha habido una sola nueva idea pol¨ªtica en Reino Unido desde los ochenta. El blairismo parec¨ªa una nueva idea pero result¨® ser thatcherismo con otro disfraz.
P. El protagonista de Expo 58 es un hombre simple en una misi¨®n. Un cl¨¢sico en la literatura brit¨¢nica.
R. El inocente en el extranjero. Lo encuentras en Evelyn Waugh, en Kingsley Amis, en Graham Greene. Es una s¨¢tira de la insularidad brit¨¢nica. Los brit¨¢nicos somos una naci¨®n autopar¨®dica, nos re¨ªmos todo el tiempo de nosotros mismos. Pero debajo de esa capa tenemos una imagen propia muy alta, residuo imperial.
P. ?C¨®mo ve su pa¨ªs ante estas elecciones tan importantes?
R. Cameron ser¨¢ reelegido. Lo que me entristece es que no tenemos un partido de oposici¨®n efectivo. Me gusta Ed Miliband, es una persona de principios, e inteligente. Pero no ha capturado la imaginaci¨®n de los brit¨¢nicos. El partido laborista no es lo valiente y audaz. Hace falta poner el freno a la austeridad. Parar de penalizar a la gente pobre. Vivimos en una sociedad asombrosamente desigual.
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